Opinion

La desconfianza como dogma

Luis Alfonso Arenal Blasco

2016-02-10

Gracias a la información proporcionada por El Diario de Juárez y otros medios, ya sabemos que se realizó hace pocos días la primera insaculación de los ciudadanos que deberán participar como funcionarios de casilla en junio de este año.
El año 1990 ya está muy distante y parece que muy poca gente recuerda lo que nos costó como sociedad lograr que los funcionarios de casilla sean insaculados. Este proceso de insaculación contribuyó en buena medida a que México contara con elecciones más confiables. Los otros elementos que ayudaron fue la fotografía en la credencial para votar y las urnas transparentes, cosa a lo que el sistema se venía resistiendo durante décadas. Este año, al menos en Chihuahua, el porcentaje de insaculados será completado a partir de los nacidos en el mes de mayo y con apellido paterno que empiece con la letra Q.
Así como en su momento hubo muchas resistencias y resquemores ante la propuesta de que las mujeres pudieran votar (porque ello pondría en riesgo nuestra soberanía, decían) también las hubo en la implementación de estos cambios.
Ahora es muy difícil que alguien llegue a votar en el lugar de otra persona si la credencial cuenta con fotografía o “embarazar” una urna si ésta es transparente. A menos que lograra “arreglarse” con los funcionarios de la casilla, pero al ser insaculados esto se vuelve punto menos que imposible. Si a eso le agregamos que ahora está prohibido expulsar arbitrariamente a los representantes de casilla y que el órgano electoral ya es independiente del gobierno, el fraude electoral se vuelve todavía más complicado. Por eso las maquinarias partidistas han enfocado sus baterías hacia otros terrenos. O al menos eso es lo que uno esperaría por elemental lógica.
Sin embargo, hay que admitir que hay un sesgo en esto, que no necesariamente sea una trampa: algunas personas siguen rehusándose a cumplir como ciudadanos. Luego entonces, quienes deciden aceptar, son militantes de algún partido o simpatizantes muy identificados. Incluso hay casillas donde los funcionarios repiten y repiten varias elecciones.
Si bien la insaculación ha traído mayor confiabilidad a nuestras elecciones,  también ha generado improvisación. La verdad es que prefiero unas elecciones manejadas por personas inexpertas pero honestas que “mapaches” expertos.
De hecho, este nuevo esquema ha brindado la oportunidad de que muchos ciudadanos conozcan el funcionamiento de nuestro sistema electoral y constituye un puente entre el IFE (INE ahora) y el electorado.
Las trampas son más difíciles pero los errores son muy comunes, lo que genera confusión entre muchas personas. Recordemos que el insaculado debe ser vecino de la sección electoral y generalmente representan la escolaridad de la zona. Se puede ser un ciudadano honesto que, al mismo tiempo, es muy malo para sumar, restar o escribir.
Me imagino que algunos leerán esto como una “herejía” ya que la desconfianza en el “gobierno” se ha vuelto un dogma (muchas veces con razón). Incluso si ninguna opción le gusta, es importante que tome en cuenta de que posiblemente a su vecino sí le guste alguna de las muchas alternativas que tendremos. No me considero una persona ingenua: sigo creyendo que las cosas mejorarán en la medida en que vayamos participando. Pero tampoco nos conviene seguir siendo rehenes de una desconfianza como dogma.

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