Opinion

Un misionero de la paz

Javier Cuéllar

2016-02-09

El próximo viernes llega a tierras mexicanas Su Santidad el Papa Francisco y sus propósitos del viaje comienzan a encontrar una serie de razones que tienen relación más directa con su misión de Vicario de Cristo que con algunas posiciones políticas que muchos especularon en las pasadas semanas.
En sendas entrevistas publicadas por El Diario de Juárez, ha quedado clara la preocupación del Sumo Pontífice por el estado de guerra de mediana intensidad que ha prevalecido en diversas áreas de nuestro país como herencia escarlata del calderonismo. Chihuahua, Michoacán y Chiapas son las regiones que visitará Su Santidad porque en ellas se han dado profusos derramamientos de sangre en el contexto de una guerra entre narcotraficantes que, por muchos que han sido los esfuerzos de las autoridades, se niega a terminar del todo.
Para una personalidad de la estatura mundial del Papa Francisco, de acuerdo con declaraciones publicadas en el periódico Excélsior, “se puede y se debe denunciar con la misma energía a funcionarios corruptos que a criminales. En tiempos recientes, los delincuentes han logrado presentarse como luchadores sociales que se oponen a la tiranía de la autoridad y con eso, además de su descaro para violar la ley, han conseguido la admiración de una parte de la población. Peor aún, esos personajes se muestran abnegados ante la divinidad, generando la sensación de que son cristianos devotos, incluso dispuestos a remediar las carencias de los pobres. Por eso nunca sobra que una autoridad religiosa ponga las cosas en su lugar y señale a los criminales como lo que son para la Iglesia: Pecadores”.
En nuestra comunidad el crimen organizado no se ha distinguido precisamente por sus obras pías sino que ha llenado de luto infinidad de familias juarenses y chihuahuenses, aunque en otros lugares de Sinaloa sí lo ha hecho pero esa no es la regla generalizada sino todo lo contrario.
Por otra parte, la frontera de Chihuahua y en especial la de Ciudad Juárez con los Estados Unidos, ha sido por antonomasia una zona donde los flujos migratorios hacia el vecino país del norte se han significado por su intensidad y el trato de las autoridades migratorias mexicanas y norteamericanas no ha sido precisamente humanitario hacia ellos, sino todo lo contrario.
La presencia del Papa Francisco tal vez traiga un mensaje de caridad cristiana para esas autoridades y esos gobiernos que, sin que renuncien a la aplicación de la ley, pudieran mejorar humanitariamente su comportamiento tomando conciencia de que esos migrantes sólo son seres humanos que huyen de la hambruna que se ha aposentado en sus regiones de origen y los obliga a buscar otras tierras en busca de una vida libre del flagelo del hambre para ellos y sus familias. No son delincuentes, son únicamente gente desafortunada. No llegan aquí a quitarnos el pan de la boca sino a trabajar para construir a nuestro lado la riqueza nacional y el progreso, con su humilde pero valioso trabajo.
Resulta muy importante que el Papa se refiera a la paz como un producto artesanal, al que hay que amasar paciente y cariñosamente todos los días. “La paz, se construye en el diálogo, no en la confrontación”. Y convoca “a escuchar a todas las partes y aprender de ellas. No se puede buscar la paz en las peleas de barrio, pues éstas son como pequeñas guerras”. Y esto es importante en estos tiempos en que, en nuestro estado, un ambiente de confrontación política está por cobrar auge con el proceso electoral que está comenzando. Qué bueno que lo dice el Vicario de Cristo porque “en eso se han convertido nuestras discusiones nacionales: en peleas de barrio, en las que los más bravucones siempre tratan de imponer su punto de vista”.
El diálogo, pero no el de sordos, es un elemento en que se puede confiar para la constitución de un ambiente de concordia entre la sociedad que necesita escuchar las opiniones de todos sus miembros que quieran participar en la tarea de encontrar soluciones a los grandes retos locales y nacionales. Y para eso la presencia de Su Santidad, el Papa Francisco es muy necesaria por la recta y grandiosa autoridad moral que tiene en el planeta.

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