Opinion

Independientes

Sixto Duarte

2016-02-08

La reforma política de 2014 introdujo a nuestro sistema político diversas figuras que han sido objeto de crítica desde las distintas ópticas partidistas. Elevar el porcentaje de votos requeridos para sostener un registro de partido, ha sido criticado por organizaciones políticas con menor militancia que los tres partidos tradicionales. La centralización de funciones del INE, ha sido criticado por aquellos que creemos que el federalismo es la forma más efectiva de Estado. Surgen también las candidaturas independientes. A diferencia de las reformas aquí mencionadas, en las cuales los partidos políticos tienen posiciones claras a favor o en contra, en el caso de la figura del candidato independiente, los partidos no asumen una actitud abiertamente crítica en contra. Considero que se puede deber a dos motivos: el primero, en el cual me suscribo, por ser respetuosos del mandato constitucional de que todo mexicano tiene el derecho de votar y ser votado. El segundo motivo sería, que hemos llegado a un grado tal de molestia del ciudadano hacia la clase política, que llevar a cabo una crítica de esta figura sería políticamente incorrecto, y electoralmente costoso.
Considero que la figura del candidato independiente es una conquista de la sociedad, y un paso más en el proceso democrático de México. Sin embargo, al igual que los partidos políticos, los movimientos independientes están integrados por hombres con vicios y virtudes. En México, dado lo novedoso de la figura, se ha querido colocar a los candidatos independientes en un pedestal. Se les equipara casi a santos. Se argumenta que, por no pertenecer a ningún partido político, su propuesta es en automático más limpia y válida que la de los partidos. Y basan en esta creencia gran parte de su oferta política. Hace más de un año, en Nuevo León, un expriista, Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco”, al no ser nombrado candidato por el PRI, decide emprender su camino hacia la gubernatura criticando toda posición política a la que apoyó por más de 33 años de militancia. Hoy “El Bronco”, a más de cuatro meses de haber asumido el poder, no ha llevado una acción de gobierno contundente que lo distinga de sus pares que sí militan en un partido. Incluso ya rompió su primer promesa de campaña que era eliminar la tenencia en Nuevo León.
José Luis Barraza, aspirante a candidato independiente en Chihuahua ha estado vinculado directamente a las élites económicas, esas que tienen relación con el PAN. Gastón Luken, aspirante en Tijuana, es exdiputado por el PAN, aunque siempre se disfrazó de “ciudadano” al ser integrante de órganos electorales, una historia muy parecida a la de Santiago Creel. El peor caso del cinismo lo representa Gerardo Buganza en Veracruz, quien con años de militancia en el PAN, pasa a formar parte del gabinete del priista Javier Duarte y renuncia para buscar gobernar “por la vía ciudadana”, pues dice que los ciudadanos están cansados de la partidocracia (a la que él mismo ha pertenecido). Renunció recientemente a dicha aspiración. ¿Estos son los candidatos independientes? ¿Estos son los que no tienen vínculos con ningún partido político? Estoy de acuerdo en que las personas no están casadas con una corriente de pensamiento. La gente puede cambiar de parecer. Pero de eso, a negar la historia propia hay mucha diferencia.
Una medida que ha sido utilizada por diversos candidatos especialmente independientes, ha sido el postularse para un determinado puesto, afirmando que “yo no soy político”. Es el recurso menos racional que se ha llegado a utilizar. Decir que no se cree en las instituciones, pero postularse para encabezarlas, cumple un objetivo demagógico, tratando de lucrar con la molestia que siempre habrá en contra de los gobiernos. Donald Trump ha utilizado este argumento en innumerables ocasiones. Fox repitió hasta el cansancio que no era político; nunca le creímos, votaron por él y en el gobierno nos demostró lo que vino diciendo todo el tiempo: que no era político y que no entendía de política.

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