Opinion

Juárez, escuelas y otras cosas

Sergio Conde Varela

2015-11-26

Lamentable que una ciudad como la nuestra, generosa, batalladora y que entrega grandes cantidades de dinero a los presupuestos de los tres niveles gubernamentales, atraviese por problemas que a continuación narramos.
El pasado 23 del corriente, El Diario consignó a ocho columnas la noticia de que las escuelas locales están sobresaturadas de alumnado.
En preescolar, primaria y secundaria, las cifras son contundentes. Juárez en el primer renglón registra 93 alumnos, el Estado 52; en primaria, nuestra ciudad  309, el Estado 152, finalmente en secundaria, nuestra urbe 480, el Estado, 202.
La diferencia con Chihuahua capital en el mismo orden: en preescolar 94 nuestra tierra, 92 Chihuahua; primaria 309 los fronterizos, 237 los capitalinos y en secundaria 408 Juárez y 361 la capital.
Es absurdo que si de nuestra ciudad salen más de 2 mil millones de pesos para el Estado, nuestras escuelas estén pasando por la crisis de sobresaturación ¿A qué se debe? ¿No hay presupuesto? ¿Es Juárez una urbe marginada sin saber los motivos?
Las escuelas son esenciales en el desarrollo de los pueblos y metrópolis y es lastimoso que nuestra tierra sufra por falta de atención oficial a este tipo de problemas, en especial cuando en estos días el Banco Mundial soltó la noticia de que los estados más endeudados de México son Chihuahua en primer término y Quintana Roo en segundo lugar.
Nadie ha recibido información fidedigna oficial acerca de a qué se debe el déficit anunciado y mucho menos se conoce qué porcentaje de endeudamiento se ha destinado a la educación en Chihuahua.
Nos da la impresión lo anterior, de que los juarenses sólo servimos para aportar dinero a los presupuestos de los tres niveles gubernamentales y pasar las de Caín en lo que se refiere a resolver los problemas de educación.
También hay otras cosas raras en la aplicación de presupuestos. Chihuahua capital y Parral han recibido lluvias presupuestales que han ayudado, a la primera, a lucir como una urbe de primer mundo, y al segundo a ser transformado por la combinación del presupuesto municipal con el estatal. Juárez nada más ha visto esto: “milando como el chinito”, sin sonrisa alguna.
Por lo que toca a nuestra frontera, los terregales que se levantan sin ser febrero, han hecho que media población sufra de alergias y todavía reciba el comentario de los malosos de que nuestra ciudad es la urbe de los parches. Muchos de los que transitamos por sus calles sentimos que éstas reflejan las colchonetas que se usaban en los antiguos ranchos, en que se pegaban pedacitos de tela por todos lados, para poderlas utilizar. Nuestras arterias son un sucio reflejo de la ausencia de políticas que sólo han llevado al abandono casi total. Ha sido a todas luces manifiesta la irresponsabilidad de la respuesta a una ciudad industriosa como la nuestra. Clara está la indiferencia inamovible de quienes teniendo la obligación de resolver las necesidades sociales no lo hacen y transitan monda y lirondamente por la vía de la comodidad suprema, como si Juárez fuera una metrópoli ajena a los presupuestos de gastos, que deben ser destinados para el repunte de cualquier actividad social.
La comunidad exige atención inmediata al renglón educativo sin excusa ni pretexto y la justificación del gasto público que no se ha aplicado con la velocidad necesaria para hacer frente a las necesidades colectivas de todo tipo, tal y como la manda el artículo 31 fracción 4 constitucional.
En esta ciudad nuestra, tan señalada a nivel mundial como sujeta a una inseguridad manifiesta, negada en discursos y hecha realidad en el paso de los días que vivimos los miles de juarenses, quienes aguardamos la respuesta esperada. Es todo, pero hay más.

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