Opinion

Resiliente con reconocimiento

Adela S. González
Analista

2015-11-22

Aunque Juárez sea reconocida entre las principales del país como ciudad industrial, dista de estar a la altura de la importancia que internacionalmente se le concede, importancia adquirida a raíz del surgimiento de una nueva vocación laboral con la cual redujo su hasta entonces actividad de servicios turísticos, estimulante de una historia negra escrita durante la época de la prohibición etílica impuesta por los puritanos del vecino país. No pueden ocultarse esos ayeres apaciguados por largo período e interrumpidos virulentamente por la etapa de violencia e inseguridad que todavía no se abate en su totalidad, como quisiéramos.
En ese devenir, los gobernantes locales hasta los años ochenta emanaron  consecutivamente del Partido Revolucionario Institucional, que sin ir a la altura de las circunstancias y asimilar los cambios propiciados por el indetenible crecimiento (que no desarrollo) han colmado a la ciudad de deficiencias urbanas y carencias siempre insatisfechas bajo el recurrido argumento de los recursos. La llegada del Partido Acción Nacional y sus propuestas no hizo cambios sustanciales y duraderos en su vertiente fundamental, la sociedad, de manera que al recuperar el PRI el poder, en automático se borraron los doce años de alcaldías blanquiazules, un ejecutivo estatal y dos presidencias, principalmente por acciones desilusionantes para los electores, retrocediendo al desgastado estilo de gobernar. Después de la retirada panista, la vuelta contundente del viejo sistema tricolor se reafirma en la comunidad que diariamente entrega su esfuerzo para avanzar sin contar buen gobierno.
Consecuentemente y por el exagerado movimiento político que desde meses atrás venimos observando, el cambio de mandatarios en el estado y sus 67 municipios no se ve y mucho menos se presenta como la oportunidad ciudadana de escoger lo mejor para ser dirigida, simplemente se percibe como la continuidad de priistas firmemente  incrustados en la complejidad de eso que llamamos gobierno. Un vistazo a la lista de aspirantes corrobora lo anterior junto con el desbocado activismo que despliegan por el territorio estatal tanto alcaldes como senadores, diputados locales y federales, y funcionarios públicos con y sin licencia, que si bien buscan en lo individual la candidatura, están prestos para adherirse a quien resulte agraciado con la seguridad implícita de llegar a ser. Es unidad, dicen.
¿Y los demás partidos? Hacen lo mismo pero sin tanto ruido pues no cuentan con la plataforma oficial que los lance y promueva, y esto conlleva a una ojeada a todos en general. ¿Puede realmente hablarse de organizaciones políticas que cumplen la tarea de promover el voto sumando acciones que apuntalen la endeble democracia y el ejercicio gubernamental con mejores representantes, ergo deriven en logros para el beneficio común? ¡No! pues de hacerlo, los resultados serían distintos a lo que se obtiene luego de las aburridas campañas e instalación de neogobernantes. De hacerlo como la razón -que no la ambición política- indica, arraigarían con tal fuerza a sus militantes que evitarían actitudes convenencieras como las del regidor recientemente declarado independiente quien como otros similares está pronto para rendir protesta en otro organismo que mejor ofrezca.
Por último, quedan los actos más vergonzosos y ofensivos a los que con frecuencia se recurre, tanto en elecciones (compra de votos) como en programas de gobierno bajo la etiqueta de “desarrollo social”: las dádivas consistentes en despensas, materiales de construcción, becas estudiantiles y ahora televisores y hasta atención a embarazadas en el Seguro Social de por sí saturado de derechohabientes y mínimas posibilidades de dar buena atención. Son acciones que deben sustituirse por otras propias del gobierno que deriven en la mejoría de todos, no de pocos favorecidos con una especie de limosna que lastima por tratarse de efímeros mitigantes a necesidades extremas.
La resiliente ciudad debe exigir avances acordes a la posición internacionalmente concedida por la presencia maquiladora. La lista que espera a los triunfadores del proceso electoral 2016 se resume en rezagos urbanos y bienestar social. A la ciudadanía le aguarda la tarea insoslayable de aceptar o rechazar las políticas públicas tan bien diseñadas sobre los escritorios. Salir del atasco implica llevar al poder a personas capaces y comprometidas que pasen del dicho al hecho sin importar siglas partidistas. Preparémonos como ciudadanos.

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