Opinion

Habla Murillo (II)

Pascal Beltrán del Río

2015-11-11

Distrito Federal— Fue uno de los padres de los normalistas quien guió a la PGR a Cocula, Guerrero, en busca de los estudiantes desaparecidos en Iguala.
La primera vez que el entonces procurador Jesús Murillo Karam se apersonó en Guerrero para fungir como auxiliar de la investigación que todavía encabezaba la Fiscalía estatal, uno de los padres solicitó que se indagara si los estudiantes pudiesen estar retenidos en una capilla del municipio de Cocula.
“Yo tenía antecedentes de Cocula como un lugar de alta incidencia delictiva. Por eso pedí que se dejara a que gente de la PGR y de la Policía Federal fuese la que siguiera esa pista”.
Lo que encontraron los agentes federales en Cocula les llamó la atención: patrullas de la policía municipal recién pintadas.
“Cuando indagamos –relata el exprocurador–, nos enteramos que les habían cambiado los números. Entonces mandé llamar al presidente municipal (César Miguel Peñaloza) y al director de Seguridad Pública (Salvador Bravo Bárcenas). Éste resultó ser taquero.
“El que realmente mandaba ahí era el subjefe de la Policía (Gustavo Valencia Campos), un personaje que había puesto El Gil (Gildardo López Astudillo, detenido en septiembre pasado, a quien se señala como jefe de los autores materiales de la desaparición de los 43 normalistas). Al taquero hasta miedo le daba ir a la comandancia”.
La pista de las patrullas repintadas hizo que la investigación se concentrara en Cocula.
Otras ya habían resultado falsas, como la versión del ataque contra el autolavado Los Peques de Iguala y el descubrimiento de las fosas en la comunidad de Pueblo Viejo.
“Esa pista era prometedora. Fuimos a fondo y pronto uno de los policías de Cocula nos dijo que, hasta donde él sabía, se habían llevado a los jóvenes a un basurero”.
–A ese basurero…
–No, a otro. Nos dio otro nombre, que correspondía a una comunidad de otro municipio. Luego fuimos a uno más, en Cocula, y tampoco había nada. Hasta que un día me llamó Tomás (Zerón) y me dijo: “Vente para acá, porque creo que encontré algo”. Me subí al helicóptero y sobrevolé el sitio, pero no había dónde bajar. Así que volví a Cocula y me fui por la brecha”.
Murillo dice que cuando llegó al lugar se dio cuenta de que ahí había habido un gran incendio.
Esa información cobró relevancia por un mensaje recibido en el celular de Sidronio Casarrubias Salgado, el líder de los Guerreros Unidos, detenido unos días antes. “Nunca los van a encontrar, los hicimos polvo y los tiramos al agua”, decía el texto que, de acuerdo con la investigación, fue enviado por El Gil a su jefe.
Murillo dice que inmediatamente convocó al lugar a los integrantes del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), cuyos servicios fueron solicitados por él mismo, igual que los de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
“Ellos fueron –dice Murillo– los primeros en darse cuenta de que ahí había fragmentos de hueso. Eran tan pequeños que podían haber sido cualquier cosa”.
Posteriormente, nuevos testimonios de los inculpados, particularmente de uno de ellos que vivía en la comunidad de Puente del Río San Juan, condujo a los investigadores a dicho afluente.
“Nuevamente llamamos a los argentinos, pero nos dijeron que ellos preferían seguir revisando el basurero. Por eso no estuvieron cuando localizamos las bolsas que se usaron para tirar los restos al río”.
Sin embargo, continúa el exprocurador, los miembros del EAAF fueron quienes eligieron los 16 fragmentos de hueso a los que se les practicarían pruebas de ADN (todos, por cierto, tomados de los que aparecieron en el río). Y ellos también sugirieron que los restos fuesen enviados a Innsbruck.
“Cuando les dijimos que en Estados Unidos se podían hacer esas pruebas, se opusieron rotundamente”, narra Murillo.
–El EAAF dice que se rompió la cadena de custodia de las evidencias y que se plantaron casquillos de bala en el basurero…
–El que ellos no hayan acompañado las muestras no significa que se haya roto la cadena de custodia. Siempre hubo agentes del Ministerio Público presentes, que son quienes tienen esa facultad. Y sobre los casquillos, lo único que hay que decir es que en un basurero aparecen muchas cosas. Esos casquillos jamás se tomaron como evidencia

 

X