Opinion

Cataluña libre

Sergio Sarmiento

2015-11-09

Distrito Federal— El parlamento catalán aprobó ayer, por 72 votos contra 63, una resolución para iniciar “la tramitación del proceso constituyente” para separar a Cataluña de España. El gobierno español está recurriendo la resolución ante el Tribunal Constitucional.
No hay que especular mucho para saber cuál será la respuesta del Tribunal. El artículo segundo de la constitución española establece “la indisoluble unidad de la nación española”. En esto no hay diferencia con nuestra carta magna que también en su artículo segundo afirma: “La nación mexicana es única e indivisible”.
Nada más común que las constituciones o poderes establecidos de un país rechacen la separación de cualquier parte de su territorio y población. Cuando México y el resto de las colonias hispanoamericanas buscaron la independencia a principios del siglo XIX, España peleó durante años con sus ejércitos para impedirla. El gobierno español, de hecho, no reconoció al México independiente sino hasta 1836. Abraham Lincoln consideró en 1861 ilegal la secesión de los estados sureños de la Unión Americana y comenzó una guerra contra ellos para obligarlos a regresar, lo cual llevó al sacrificio de entre 625 mil y 850 mil vidas de ambos bandos.
Cuando un pueblo quiere separarse, sin embargo, es muy difícil impedirlo. Nada pudo evitar la independencia de Croacia y Eslovenia de la antigua Yugoslavia. En cambio Quebec no ha podido separarse de Canadá porque la población no lo ha votado de manera mayoritaria. La gran pregunta que hay que hacerse hoy es qué tanto quiere la población de Cataluña separarse de España.
Las elecciones catalanas del 27 de septiembre no fueron un mandato para la independencia. Si bien los partidos independentistas obtuvieron la mayoría absoluta de escaños en el Parlamento, 72 de 135, no lograron el 50 por ciento más uno del voto popular. Impulsar la independencia de Cataluña sin un respaldo mayoritario de la población es cuestionable. Sin embargo, la decisión del gobierno de Mariano Rajoy de no permitir un plebiscito sobre la independencia, porque supuestamente la constitución lo prohíbe, le ha dado a los independentistas la excusa para saltarse un ejercicio democrático que permitiría a los ciudadanos expresar claramente su voluntad.
¿Puede Cataluña, con 7.5 millones de habitantes, convertirse en un país independiente? No hay razón para suponer que no.
El problema no es de población. Suiza tiene 8.1 millones de habitantes y no le va mal. Luxemburgo cuenta con 563 mil y es el país más próspero del mundo. Andorra, con 85 mil habitantes, tiene un producto interno per cápita bastante superior al de España.
Lo que generará problemas en un rompimiento es que la economía catalana está atada por doquier a la española. Si como se espera España veta el ingreso de Cataluña a la Unión Europea, se produciría un momento difícil no sólo para los catalanes sino también para los españoles.
Veamos este divorcio desde el punto de vista del futbol. El Barça, orgullo de los catalanistas, dejaría de jugar en la Liga Española. La liga catalana que pudiera montarse ofrecería repetitivos juegos entre el Barça y el Español, quizá con algunos partidos adicionales contra equipos locales de Lérida, Gerona o Tarragona. El gran Barça actual no podría sostenerse, pero el Real Madrid también sufriría al quedarse con un monopolio de la Liga Española. El público global perdería interés en los dos.
El problema es que en cuestiones de independencia las decisiones no se toman por razonamiento sino por emociones. Para quienes buscan la independencia de Cataluña el tema es de principios y no de conveniencia.

Debate nacional
El presidente Peña Nieto, si bien dice que se opone a la legalización de la mariguana, ordenó ayer a la Secretaría de Gobernación abrir un debate nacional sobre el tema. La discusión es necesaria no sólo por el reciente fallo de la Corte sino por la creciente violencia de la guerra contra las drogas.
Twitter: @SergioSarmiento
 

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