Opinion

Insaculada en prisión

Luis Alfonso Arenal Blasco

2015-11-05

Desgraciadamente es normal en México muchos delitos no sean perseguidos, pero posiblemente los electorales sean los que menos se castigan. Una de las razones estriba en la dificultad de probar fehacientemente los que ocurren con mayor frecuencia. Sin embargo, me sorprende leer en las páginas del Diario de Juárez que ya fue aprehendida una persona que no se presentó a cumplir con sus obligaciones cívicas durante la más reciente jornada electoral, a pesar de haber sido insaculada para ser presidente de casilla.
No se trata de una falta menor, toda vez que afectó el derecho de sus vecinos a votar. La nota no informa del lapso por el que la casilla no pudo instalarse.  Lo de menos sería la presencia de la mujer insaculada, sino que lo grave es que al tratarse de la presidencia de la casilla, era esta persona quien debió contar con el material electoral. De acuerdo con la nota, la insaculada prefirió irse de día de campo. Ese viaje podría salirle ahora más caro de lo que imaginaba ya que el código penal establece tanto multa como prisión en esos casos.
A pesar de la frecuencia con la que ocurren estos casos el día de la jornada electoral, es la primera vez que me entero de que la Procuraduría General de la República (PGR) ejerza la acción penal. Incluso muchos amigos que fueron insaculados creen que no hay consecuencias si no se presentan. La verdad es que tengo amigos abogados que me dicen que sí puede tener consecuencias de tipo penal como otros que sostienen lo contrario.  En dado caso, yo preferiría que estuviéramos sensibilizados de la importancia de cumplir con esta labor.
Como sociedad, nos costó mucho esfuerzo lograr que los funcionarios de casilla sean insaculados. En mi opinión, es en el tema electoral donde el país ha avanzado más, al grado de que el propio IFE (ahora INE) ha asesorado la organización de elecciones en otras latitudes como Irak, Egipto, El Salvador o Afganistán. Lejos de movernos a burla, esto debería hacernos sentir orgullosos. Naturalmente que me refiero al tema meramente electoral ya que en lo cultural o lo cívico o político aún hay mucho que hacer. Quizá debo aclarar que escribo sobre el hecho de que hoy en día los votos cuentan y son contados. Ya cómo llegó ese voto a la urna es una cuestión cultural que como sociedad debemos mejorar. Pero al menos, si usted vota por el PRI su voto se contará como un voto para el PRI; y si vota por el PAN o el PRD así será contabilizado. Hace 30 años no podíamos tener esa seguridad.
El hecho de que los funcionarios de casilla sean insaculados (junto con las urnas transparentes y que ahora la credencial para votar tenga la fotografía del elector) constituyen los más grandes avances que hemos tenido en materia electoral. Ahora el problema es el costo que todo eso implica. Tanto candado ha vuelto muy oneroso a nuestro sistema electoral.
Yo he tenido la fortuna de haber sido insaculado tres veces en mi vida (nací en febrero, ni modo) y puedo decir que es una experiencia pesada pero agradable.  Convivir con mis vecinos hace que la jornada sea más fácil de sobrellevar (y siendo honesto, prefiero gastar un día en la casilla que los tres años que establece el código penal). Pero lo más importante es que los ciudadanos nos apropiemos de nuestras elecciones, debido a que entre más manos y ojos se involucren, la limpieza del proceso mejorará. A final de cuentas, las condiciones de nuestras calles, nuestros parques, nuestras escuelas y nuestro transporte son consecuencia de nuestras elecciones (incluyendo a los que eligen dejarle el triunfo al que tenga el mayor voto duro).

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