Opinion

¿Qué vas a ser de grande

Ricardo Tuda

2015-11-05

A finales de los 80, principios de los 90, cuando cursaba la primaria, era común que cada nuevo ciclo escolar, el primer día de clases, con el ánimo de romper el hielo los nuevos maestros con los nuevos alumnos, le pedían a cada estudiante que se presentara, que dijera su nombre completo y qué quería ser de grande. Yo recuerdo haber dicho en más de una ocasión que quería ser veterinario.
El cerrado panorama de los niños a esa edad muchas veces no da para más que decir bombero, astronauta, policía, médico, etc., como sus posibles elecciones. Era la ilusión de un niño que amaba a los animales y prometía desde ese momento protegerlos a como diera lugar, y dedicar su vida a ellos como su principal motor.
Cuando había necesidad de llevar a mis perros al veterinario, yo jamás faltaba. Acudía ya sea con mi madre o mi padre con el interés principal de observar la conducta del médico veterinario y la manera en que se desenvolvía y curaba a los animales. Así fue hasta el día en que uno de mis perros, un pastor alemán negro de nombre Nikko, de 2 años, se enfermó y lo llevamos a la clínica. Se veía muy grave. El médico nos dijo que tenía una disfunción en los riñones y también en otros órganos. Todo fue de manera muy rápida y la solución que nos ofreció fue la eutanasia, ya que no había manera de curar esa enfermedad. Me causó tanto impacto y dolor a los 8 años no sólo perder a mi perro sino darme cuenta de que era el mismo veterinario el que le provocaba la muerte en un instante y con una inyección letal. No podía creer que el encargado de proteger a los animales le estaba causando la muerte a uno.
Perdí la admiración por esa profesión, pero jamás el amor por los animales.
Desde joven me nació la aptitud para ser abogado, lo que poco a poco se convirtió en convicción y así sucedió. Ahora, como abogado litigante, principalmente en materia civil y mercantil, me corresponde la prosecución de diversos procesos hasta su ejecución definitiva.
Ayer presencié la Toma de Posesión, Ejecución de Sentencia, Lanzamiento o Desalojo (como lo llaman de diversas maneras), de un inmueble donde habitaba una familia (padre, madre y dos niñas), que desde hace tiempo ya no era de ellos y no tenían más derecho a permanecer ahí, por el hecho de no haber podido pagar la hipoteca al banco. Muchas pudieron ser las razones por las que no lograron cumplir con su obligación de pago, en este caso específico fue el desempleo. Confieso que estos episodios del ejercicio de la abogacía realmente me causan descontento y a veces desilusión. Ayer, cuando estaba siendo testigo del hecho, miré al cielo y me pregunté qué hacía yo ahí, siendo parte de esa situación tan cruel. No puede uno a veces lograr dar con una respuesta del porqué me tocó estar en ese momento, si el abogado debe ir en la búsqueda constante del bien hacer. Por qué despojar a una familia de su hogar, del que alguna vez fue su patrimonio que ahora lo veían perdido.
La mayoría de las profesiones tienen de alguna manera situaciones incómodas que deben realizarse. En ocasiones se tiene que hacer el papel indeseado, pues como lo dice la frase popular “son gajes del oficio”. Lo importante es que en el ejercicio de estas acciones, el profesionista actúe de la manera más humilde y humana, que pueda reducir lo menos posible el agravio que le pueda generar al perjudicado, generándole una disminución de su dolor por la pérdida del patrimonio o del ser querido. Esto último en el caso de los médicos, actuar siempre con prudencia y mesura, así como nunca olvidarnos de nuestra procedencia y tener muy claro que a todos nos puede pasar, ya sea a nuestra persona o a nuestros seres queridos.
Exhorto a través de este espacio a los profesionistas y en específico a los abogados, a que ejerzan la profesión con sentido humano, sin perder nunca esa sensibilidad, que por el simple paso del tiempo o por las constantes vivencias, lleguen a un punto de acostumbrarse y hasta perder algo de lo más importante que tenemos que es nuestra esencia, que es lo que nos distingue como seres humanos y que emana desde lo más profundo de nuestro ser.

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