Opinion

Terca y contradictoria realidad

Adela S. González

2015-10-11

Los desastres urbanos descritos por El Diario, idénticos por las mismas causas y consecuencias, son pesadilla de las administraciones municipales, para la actual como fueron para las anteriores. Lo difícil de entender es que ninguna autoridad ha sido eficiente para solucionarlos, por lo que se incluyen en el adjetivo resiliente que atribuyen a nuestra ciudad por su asimilación de las adversidades.

Sujeta a decisiones de la autoridad en turno (hacer lo que se ordena, no lo necesario) Juárez resiste embates visibles en la precariedad de su infraestructura. Son muestra de infuncionalidad las interminables obras del Plan de Desarrollo Urbano, los programas de bacheo y de alumbrado público, así como las eventuales campañas de recolección de basura que ayudan  a despejar de desperdicios calles y áreas públicas. Otra cosa sería si el servicio de limpia trabajara eficientemente, aunque también dicen mucho de la educación ciudadana.

Sobre el PMU, el presidente Enrique Serrano, entrevistado por Gabriela Minjarez y Martín Orquiz, afirma se le ha dado continuidad pues proviene de su antecesor,  y que la calidad “está garantizada por veinte años”. Sin cumplirse el mínimo del plazo, las lluvias recientes contravienen esa certeza. Es la palabra del mandatario y “la seguridad jurídica por el dador del dinero” contra la de los afectados, mayoría de los juarenses. Aclaremos: nadie da dinero, es una deuda comunitaria por la que él mismo reconoce se pagan 24 millones mensuales.

Las fuerzas de la naturaleza dejaron una situación deplorable que, según las autoridades, se atenderá acudiendo a los acostumbrados planes de emergencia, instrumentados para salir del apuro lo más rápidamente posible y sin pasar de ahí, dejar todo como está para la siguiente contingencia. Los diques son ejemplo. Otros daños de la tormenta anterior, caracterizada por granizo de gran volumen, son a particulares, pues averió automóviles, techos y ventanas (además de cultivos en el valle), lo cual abre un frente contra las compañías aseguradoras no precisamente distinguidas por atender oportunamente los reclamos. 

En desplegado de dos planas inserto en El Diario el pasado jueves 8 del actual, además del suplemento impreso sobre su segundo informe, el alcalde da cifras referentes a la infraestructura urbana y la movilidad en las calles: miles de metros cuadrados de pavimentación, otros miles que incluyen introducción de agua potable y alcantarillado; más de un millón de metros cuadrados de concreto, de calafateo en grietas, y millones y millones de dinero gastado, mueven a pensar en la intensidad de un trabajo y un alto costo económico, además de inversión en tiempo, que eficientemente aplicados harían inconcebibles cincuenta zonas de desastre (Protección Civil), decenas de familias severamente mermadas en su patrimonio, pasando por incontables encharcamientos y hundimiento de colectores, que afectan lo nuevo y viejo, en tanto se vuelven trampas para automovilistas y peatones.

Expresiones como: “Con resultados cumplimos… Impulsamos… fomentamos… hacemos posible… mejoramos…” y otras imprescindibles en el lenguaje político, y de quienes ejercen el poder, dividen las percepciones de gobierno y ciudadanos. Estos últimos consideran la atención íntegra a la ciudad como una obligación de quienes la dirigen y cobran por ello, y no como favor o dádiva de tiempo y esfuerzo. Si todo fuera como dicen los gobernantes, la Heroica Juárez sería otra y abundarían los reconocimientos  libres y espontáneos. La presunción es contradicha por una simple mirada al entorno físico que recibirá el próximo año la visita papal. Y ya se piensa en un Cristo gigante.

Enrique Serrano Escobar, alcalde juarense, aspirante a la gubernatura, cuya postulación depende de su partido (PRI) no hace diferencia de aquellos a quienes los ciudadanos instalan en el mandato a través del voto. Siente  “injustas” las críticas que sus opositores sumados a voces del común le externan desde el inicio de su administración. Para entender a sus críticos, y aceptarlos, le bastaría vivir en una zona marginada y de riesgo, utilizar el transporte público, educar a los hijos en escuelas inhóspitas, temer a las  enfermedades y atenderse en hospitales oficiales, enfrentar la violencia y agregar la diaria preocupación económica. Ejercicio de empatía pues.

Nada personal en su contra. Como cualquier ciudadano posee principios, familia, amistades, anhelos, recursos económicos, capacidad de trabajo. Como mandatario…los ciudadanos tienen la mejor opinión.

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