Opinion

El vacío no existe

Francisco Ortíz Bello/Analista político

2015-10-10

La ausencia obligada del gobernador, al menos físicamente, de la escena política ha sugerido a algunos actores de esta actividad, que se encuentra ausente también de las decisiones lo cual es un error, porque no estar presente y no tomar decisiones son cosas totalmente distintas.
Orillado por una estricta disposición médica, en virtud de sus dos intervenciones quirúrgicas, luego del accidente en helicóptero que sufriera el gobernador, y prácticamente sentenciado a cumplir cabalmente con la convalecencia o quedar sin movilidad en las piernas, Duarte ha tenido que dejar la escena pública, pero no necesariamente ha abandonado la esfera del poder, al menos no aún.
Los cánones de la política, al menos dentro del Revolucionario Institucional, señalan que dentro de las fechas para informes de gobierno, es precisamente el mandatario estatal quien lleva mano, es decir, quien debe lucir y acaparar la escena mediática para luego conceder, graciosamente, parte de los reflectores a los presidentes municipales que él decida.
Esta vez no ha sido el caso. Luego de un largo periodo de incertidumbre por las condiciones físicas del gobernador Duarte, se anunció finalmente que no habría informe de gobierno, porque la prescripción médica en ese sentido era terminante: reposo absoluto durante tres semanas al menos.
Ese periodo de tiempo de reposo prescrito por los médicos, tres semanas, dejaba fuera la posibilidad de reprogramar el evento anunciado para el sábado 3 de octubre, porque la Ley establece que cualquier acto publicitario o de difusión, derivado del informe de gobierno, se puede realizar solamente 15 días antes y hasta 7 días después de la fecha protocolaria del mismo.
El documento fue entregado ante el Congreso del Estado el jueves 1 de octubre, lo que delimitó muy claramente que, el evento público masivo, sólo se podía realizar  hasta el 8 de octubre, como fecha máxima sin violentar la Ley respectiva. Por cierto, junto con el informe del gobernador, se entregó la constancia médica de su imposibilidad de asistir personalmente a entregarlo, ya que no hay un precedente similar en la historia de Chihuahua.
Así, las cosas se complicaron, el gobernador del estado prácticamente desapareció de la escena pública, en fechas cruciales para la vida política del estado, no solo por los informes de gobierno, que todos sabemos se trata de meros actos políticos diseñados para el lucimiento de los gobernantes, al menos los actos y eventos de difusión, sino por la coyuntura político-electoral que se vive ya en estos momentos, de cara a las elecciones del 2016.
El reposo obligado y prescrito por sus médicos, es lo que llevó a Duarte a estar fuera de la escena política, pero no de las decisiones. Prueba de ello han sido las designaciones que ha hecho, para quienes lo han representado en los informes de algunos presidentes municipales. Y puntualizamos que sólo de algunos, no porque carezcan de importancia otros, sino porque en el escenario pre electoral que vivimos esos actos políticos de difusión de informes adquieren un significado distinto, dependiendo de la ciudad de que se trate y del alcalde que la gobierne.
En Ciudad Juárez, por ejemplo, el gobernador Duarte decidió que fuera el propio ex alcalde Héctor “Teto” Murguía quien lo representara en el segundo informe de Enrique Serrano Escobar, con la particularidad de que ambos corren en el proceso interno del PRI para buscar la candidatura, por ese partido, al gobierno estatal el próximo año.
¿Qué buscaba el gobernador con esta decisión? ¿Enfrentarlos? ¿Conciliar? Creo que es difícil hacer una conclusión en este sentido, sobre todo cuando nos faltan otros elementos para hacerlo, elementos que sólo el gobernador Duarte conoce. Pero lo que sí podemos hacer, es analizar la medida desde todos sus ángulos posibles.
¿Qué era lo que sí podían hacer tanto Serrano como Murguía en ese momento? La verdad es que muy poco, sobre todo El Teto, porque la formalidad y protocolo de la ceremonia no dejaban mucho margen de acción. Hay que apuntar que adicionalmente, en el evento también se encontraba presente el Secretario General de Gobierno, Mario Trevizo, quien pese a no traer la representación oficial del gobernador, no deja de ser el número dos de Palacio. Era algo así como una especie de guardián del orden.
El protocolo del evento en si mismo obligaba, como ocurrió, a la civilidad política y a la concordia partidista, porque de lo contrario quien abriera fuego primero se estaría poniendo a la vista de todos como rijoso, pero además, como alguien poco capaz de dirigir los destinos de todo un estado.
Teto Murguía recurrió a sus dotes políticas para reconocer el trabajo de Serrano, sobre todo el que -a final de cuentas- vino a favorecer un poco la deteriorada imagen del ex alcalde, al señalar que hoy la Plaza de la Mexicanidad, muy cuestionada y criticada en su momento, hoy era ya un referente de Juárez, en muy buena medida gracias a la voluntad de la actual administración municipal. Buena estrategia de “diplomacia electoral” la que jugó Teto.
Entonces ¿Qué fue lo que ocurrió en realidad? Creo que lo que vimos la noche del viernes es una final anticipada, al menos en la perspectiva del gobernador, de quienes jugarán por la tan ansiada candidatura del próximo año.
Y algo saben sobre esto algunos de los otros contendientes o aspirantes del PRI porque, al menos, la senadora Graciela Ortiz no estaba presente siendo otra de las que se mencionan como posible candidata al gobierno estatal.
Y ni qué decir de los llamados “aspirantes no oficiales”, como Marco Adán Quezada, Marcelo González Tachiquín (quien sí estuvo presente) o Víctor Valencia de los Santos, quienes han levantado la mano y, en algunos casos, hasta notificado formalmente a su partido de las intenciones por ser tomados en cuenta.
Aún falta tiempo para esa decisión, dicen algunos que no mucho, pero lo que sí queda muy claro es que no se tomará en el ámbito estatal. Es decir, en el esquema tradicional del PRI, siendo presidente de la República un priísta, y estando al frente del partido a nivel nacional un ortodoxo de las más acendradas prácticas priístas, la decisión de quién será el candidato o candidata del PRI al gobierno estatal en 2016 se tomará en el escritorio de Palacio Nacional, sin duda alguna, a una o varias propuestas del CEN del PRI.
Y es quizá, esa parte, la más relevante en todo este análisis, porque quien pareciera tener el control sobre este proceso, al menos hasta este momento y por lo que hemos visto, es el gobernador Duarte. Pero una cosa es la conducción del proceso, y otra muy distinta la toma de decisiones.
Sin embargo, no hay que olvidar que dentro del PRI la liturgia política y sus leyes y códigos no escritos, han jugado un papel relevante en su fortaleza interna como partido político, y que los tiempos, los espacios y los actores juegan una parte importante dentro de esta organización.
Nadie que no tenga un espacio predispuesto dentro del PRI, puede llenar ni abandonar ese espacio. Sí, parece un galimatías, pero en realidad no lo es. En política, no hay espacios vacios, en cuanto uno se desocupa inmediatamente es llenado, formal o informalmente.

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