Opinion

Flora y el manicomio

Sergio Sarmiento

2015-10-08

“En un mundo loco, sólo los locos son sanos”

Akira Kurosawa

Distrito Federal- Flora Garza Barragán, una mujer de 76 años de edad con ojos de un azul profundo, me mira detenidamente y habla con lucidez: “Primero me quisieron convencer de meterme en un asilo de ancianos. Pero no tengo por qué estar en un asilo. Yo me siento bien, tengo mis amigas, salgo a cenar. Ahora quieren meterme al manicomio”.

Flora es una mujer rica, de la alta sociedad de Monterrey. Su madre entregó millones de dólares en dinero y propiedades al padre Maciel de los Legionarios de Cristo. Ella misma tiene una amplia fortuna. Ha estado casada dos veces. Con su primer marido tuvo seis hijos e hijas, apellidados De la Garza Garza. Con el segundo procreó a Alejandra.

Hoy Flora ha tenido que buscar refugio en la ciudad de México porque, dice, sus propios hijos del primer matrimonio quieren confinarla para despojarla de sus bienes.

En varias ocasiones Flora les había dicho a sus hijos que quería dividir sus propiedades en ocho partes: seis para los De la Garza Garza, una para Alejandra y otra más para ella misma. “Pero necesito números” dijo, porque sentía que había perdido el control de sus bienes ya manejados por los hijos. Los De la Garza Garza se mostraron inconformes. “No quisieron entregar números –dice– porque ya habían agarrado mucho dinero”.

El día de su fiesta de cumpleaños 75, el 11 de julio de 2014 en el Hotel Quinta Real de Monterrey, sus hijos golpearon a un amigo de ella a quien acusaban de querer quedarse con su dinero. “Mentira” dice Flora. “Fuera de eso [un auto que le regaló] no ha habido nada que me haya pedido ni que quiera”.

Tras el incidente Flora decidió trasladarse a la ciudad de México con su hija Alejandra y su marido Pepe. Los De la Garza y Garza presentaron una denuncia por supuesto secuestro en contra de Alejandra y Pepe. Flora declaró que estaba en México por voluntad propia y la denuncia fue desechada.

Dos de los hijos, Adrián y Felipe, se presentaron ante un psiquiatra en Monterrey a quien le dijeron que su madre era “alcohólica, infiel y narcodependiente” y que no podía tomar decisiones. El psiquiatra la declaró incapacitada sobre la base de las declaraciones de los hijos, pero sin nunca hablar con ella. Un juez de Monterrey utilizó esa declaración para ordenar que Flora fuera llevada a la fuerza a Monterrey. Ella promovió y ganó un amparo para evitar el traslado. Otro hijo, Javier, la visitó en México y le dijo: “Te queremos ‘interdicta’ para que no dispongas de tus bienes, para que no los dilapides”.

Los hijos, me cuenta Flora, obtuvieron un poder general supuestamente de ella con una firma falsa. “Yo soy zurda –me dice– y esa firma está hecha con la derecha”. No soy un perito, pero efectivamente eso parece cuando comparo la firma con la credencial de elector. El día en que dicen que Flora concedió ese poder, ella se estaba trasladando a la ciudad de México recién operada.

Flora me dice que dos psiquiatras renombrados de la ciudad de México la han examinado y han certificado que se encuentra en pleno uso de sus facultades mentales. También afirma que con papeles falsos sus hijos De la Garza Garza impidieron que se escriturara una donación de un terreno a su hija Alejandra y se lo “autodonaron” en febrero de este 2015. “Es una gran red de corrupción” me dice.

Esta mujer, que habla con claridad y vehemencia, viene a hablar conmigo acompañada de un abogado, de su hija Alejandra y de su yerno. Me dice que me admira, que me lee y que recurre a mí para que cuente la historia. Tiene miedo de morir en la pobreza como una amiga a quien sus hijos despojaron de sus bienes. “Yo no quiero terminar así”.

Nobel de letras

Svetlana Alexiévich, una periodista de Belarús (nombre oficial del país), ha ganado el Premio Nobel de literatura. Sus crónicas periodísticas, que no conozco, deben ser muy buenas. En la lista de los escritores que no han ganado el Nobel están James Joyce, Virginia Woolf, Jorge Luis Borges, Carlos Fuentes, John Updike, Phillip Roth, Don Delillo y Haruki Murakami. Se me antojan más.

Twitter: @SergioSarmiento

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