Opinion

El espantajo del TPP

Miriam A. Ornelas

2015-10-08

El acuerdo Transpacífico (TPP por sus siglas en inglés) firmado recientemente por México ha causado cierto temor en los medios industriales de nuestra ciudad, especialmente en el sector maquilador, debido a que muchos consideran que será perjudicial para esta industria manufacturera debido a la dimensión que algunos le atribuyen a la extensión económica de las economías globales que involucra, lo cual, a mi juicio no tiene la mayor importancia.

La voz de alarma que se ha corrido en algunas industrias no tiene razón de ser porque en realidad México ya tenía suscritos tratados de libre comercio con la mayoría de los países signantes del TPP, con excepción hecha si acaso de siete de ellos.

Se dice exageradamente que con ese tratado el universo productivo de nuestra nación tendrá acceso a 700 millones de consumidores más, lo cual es relativo porque a lo sumo podremos entrar en la esfera de consumo de 156 millones de compradores adicionales, lo cual atenúa el impacto de dicho convenio de intercambio comercial. Lo cierto es que esos países que se suman a los ya existentes con los que manteníamos relaciones comerciales semi abiertas no son tantos ni están fuera del impacto que sobre ellos tiene el burocratismo mexicano, cuya visión es celebrar todos los acuerdos que se les pegue la gana y cumplir limitadamente nada más con los que quiere.

Las violaciones al tratado de libre comercio entre México, Estados Unidos y Canadá es un claro ejemplo de ello.

Pero un vistazo al pasado reciente de nuestras reales transacciones comerciales internacionales, en opinión del analista económico Rodrigo Pacheco, indica que “México tiene diez acuerdos de libre comercio con 45 países que representan un mercado potencial de mil millones de personas y 60 por ciento del Producto Interno Bruto a escala global, a los que se suman otros Acuerdos de Entendimiento Económico con naciones como Japón. Sin embargo, a pesar de todo ese alcance seguimos concentrados comercialmente únicamente con Estados Unidos. Los datos del Inegi así lo confirman, en el primer mes del año 2015, por ejemplo, 79 por ciento de nuestras exportaciones de mercancías estuvieron centradas en la Unión Americana, mientras que a la Unión Europea, con la que tenemos un Acuerdo de Libre Comercio desde el año 2000, le exportamos únicamente 5.06 por ciento del total, mientras que Asia recibió 4.6 por ciento y América del Sur 3.94 por ciento.

Con Japón nuestras transacciones comerciales de exportación llegaron si acaso al dos por ciento. ¡Patético!.

Nos da la impresión que ese acuerdo Transpacífico ha sido firmado por nuestro país atendiendo una serie de peticiones de nuestro principal socio comercial con el objetivo de bloquear, o al menos contener, la expansión comercial de China de cuyos productos el coloso del norte quiere erigirse en el principal distribuidor. “Si quieres comerciar con mi sequito internacional tiene que ser por intermediación mía” parece ser la consigna estadounidense. Pero suponiendo que esto no se logre totalmente, cuando menos la inclusión de México en el acuerdo Transpacífico puede ser un elemento para definir el marco de una posterior inclusión del Dragón Rojo a todas estas regiones.

No olvidemos que la baratura de todos los productos chinos es la punta de lanza de su comercio internacional, por mucho que la calidad de sus productos deje bastante que desear.

Luego entonces, la industria maquiladora aposentada en nuestra ciudad tiene poco que temer respecto a la firma de este acuerdo comercial Transpacífico porque ella seguirá progresando básicamente en el mismo marco operativo que lo ha hecho hasta ahora, y su expansión está garantizada por lo económico que les resulta la mano de obra mexicana y especialmente la juarense que, además, tiene el plus de ser altamente calificada.

Dos pesos de incremento al salario mínimo que resulta de la homologación de zonas económicas no es más que una brizna de nada y solo sirve para incrementar las multas y los impuestos sin beneficiar realmente a los trabajadores.

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