Editorial de The Oregonian
2015-10-01¿Qué se necesitará para que el país sea seguro? Nadie está libre de riesgos. Conducir un auto es peligroso. Esquiar en una montaña puede serlo. De igual manera, miles de cosas pueden tener un mayor o menor grado de seguridad.
Pero ese no es el tema en este momento.
Lo que ha fallado son las medidas que se han tomado hasta ahora para impedir la matanza sin sentido de civiles inocentes.
Aquí vamos otra vez. Ese cínico estribillo flotaba en el aire este jueves por la mañana cuando los noticieros se enfocaron en Roseburg, situado al sur de Oregon, en donde se llevó a cabo la masacre número 294 del país.
De acuerdo al sitio Mass Shooting Tracker, una masacre es definida como cualquier momento en que cuatro o más personas son asesinadas por una persona armada –el Buró Federal de Investigaciones (FBI) requiere que tres o más de las víctimas sean inmoladas, reduciendo falsamente el número de incidentes de tiroteos masivos–. La carnicería ocurrida en Umpqua Community College superó todas calamidades y se convirtió en una masacre.
Hasta el jueves por la tarde estaba confirmado que 10 personas murieron y siete resultaron lesionadas.
Antes, por la mañana, la voz que quedó grabada en una llamada de emergencias era tranquila, aunque escalofriante: “Estamos en el Salón Snyder. Alguien está en el exterior de una de las puertas disparando. Hay una mujer en el laboratorio de computación. En este momento, tenemos a una mujer que fue baleada”.
El mensaje de fondo era: Encuentren a la persona que está haciendo los disparos, acaben con él, resguarden las instalaciones, muevan a los sobrevivientes a un lugar seguro, cuenten a los muertos.
Oregon podría encabezar al país para reformular y conducir fructíferamente un debate acerca de cómo impedir los tiroteos masivos.
Ahora, Oregon y toda la nación van a pasar días tratando de entender qué pasó. Habrá pesar, coraje, señalamientos. Al igual que sombríos y exasperantes funerales que perversamente unirán al país. Surgirán debates sobre temas como el derecho a portar armas, el control de las armas y la salud mental.
Algunos de los argumentos serán oportunistas y políticos, algunos ideológicos sin derramamiento de sangre, otros, empapados de lágrimas. Pero todos, según sugiere la historia reciente, quedarán en un amargo silencio hasta la próxima masacre en donde haya suficientes muertos que acaparen nuevamente los titulares.
Mientras tanto, las familias de las víctimas están destrozadas, despojadas de esperanza, cambiadas para siempre. Los afortunados nada hacen por ellos sino pelear, y les darán un mensaje: hay que tener ánimo.
Existe una memoria que se activó en Oregon y nos recuerda los eventos ocurridos en Thurston High School en 1998, cuando dos estudiantes fueron asesinados a balazos y 25 resultaron heridos. O en Clackamas Town Center, en donde en el 2012 dos civiles murieron y un tercero fue lesionado. O tal vez en Reynolds High School, donde el año pasado un estudiante murió a manos de otro y un maestro quedó gravemente herido.
Tal vez haya una mayor escala, como en la ejecución de 12 estudiantes y un maestro en Columbine High School en Colorado, en 1999, o los homicidios de 20 niños y seis adultos en Sandy Hook Elementary School en Connecticut en el 2012.
Ya fue suficiente. Eso es todo lo que puede decirse mientras que las familias deshechas de Umpqua Community College entran en lo que podría ser una fuga mental, un estado de incredulidad.
De alguna manera, los habitantes de Oregon deben levantarse y estar de acuerdo en que los trágicos resultados de Roseburg –y los cientos que los precedieron a nivel nacional– no están bien. No es suficiente. Ni siquiera están cerca de cruzar el umbral de una sociedad cuyos testimonios de compasión estén convirtiéndose en mojigatería.
En las próximas semanas, Oregon debe encabezar al Estado y al país, para reformular y realizar un fructífero debate acerca de cómo impedir las masacres.
Todos los esquemas reguladores que se propongan deben ser efectivos y a la vez consistentes con la Constitución de Estados Unidos.
La pregunta debe seguirse haciendo hasta que tenga una respuesta: ¿Qué se necesita para que el país sea seguro?