Opinion

¿Y las escuelas?

Adela S. González

2015-08-30

Tenemos inaudita capacidad de olvido y resistencia. Todo se va de la memoria  donde se archiva lo importante, pero al final se borra y se regresa a lo mismo. David Castañeda Márquez, profesor de sexto grado de la primaria estatal Lázaro Cárdenas afectada por las recientes lluvias, dijo a El Diario: “Ya tengo 19 años en esta escuela y es lo mismo cada año”, sus palabras sumadas a las de algunas madres de familia que expresaron molestia por las condiciones en que el plantel inició el ciclo escolar 2015-2016 son emblemáticas y reiteran situaciones añejas de muchas escuelas de la localidad donde el abandono y la negligencia oficial están a la vista.

Es conocida la situación de niños inscritos en lugares que pueden recibir cualquier nombre, menos el de plantel escolar. Sentados en pisos de tierra y sin el equipo básico para la instrucción, el demérito es enorme y la frustración de alumnos y maestros mayor. No todas las escuelas están en tan deplorables condiciones, pero ninguna sometida a rigurosa inspección alcanzaría calificación máxima.

Se agrega la mala distribución del presupuesto educativo, falta planeación y cálculo sobre las inscripciones, en unos planteles sobran alumnos y en otros faltan. Mientras el gobierno federal envía herramientas tecnológicas de vanguardia (tablets), hay decenas que suspiran por un lápiz, un cuaderno y un salón con mejores condiciones que las aulas móviles semi destruidas a las que son enviados luego del viacrucis de los padres para lograrles un lugar en la educación “laica y gratuita”.

Al terminar el ciclo anterior, cuando los embates climáticos lanzaron señales de lo que sería el calor en agosto, el Secretario de Educación y Cultura Marcelo González Tachiquín, durante su comparecencia en el congreso local anunció : “TODAS las escuelas de la entidad serán dotadas de aparatos de aire acondicionado, calefactores y techumbre en su cancha principal” recibiendo de los legisladores el ofrecimiento de apoyo económico. Esas declaraciones hechas el 25 de junio pasado ya están olvidadas, y los niños y sus maestros continúan resistiendo los embates del clima y demás incomodidades. Quizás la temporada invernal sea menos dura si se cuentan los calefactores ofrecidos.

El compromiso, pues así fue tomado, como tantos otros, sirvió al responsable de la educación estatal para salir airoso de su visita al Congreso, cuyos integrantes al igual pronto olvidaron el “apoyo” ofrecido, con las consecuencias conocidas: niños al punto de la deshidratación, utilizados a veces para crear imagen a una  instancia gubernamental burocratizada donde se maneja lo fundamental para la sociedad.

Se repite una y otra vez la importancia de la educación como factor imprescindible para avanzar a mejores condiciones. Sin embargo, el objetivo está lejos de alcanzarse pues bajo mil argumentos sigue siendo mala tanto por la dudosa capacidad de los maestros, primer blanco de las críticas, como por las condiciones inadecuadas en que ejercen.

Muchas escuelas, muchos alumnos, muchos maestros, ciertamente. Y también problemas que inician con la inscripción y el pago de cuotas para el mantenimiento de los planteles que anula la idea de gratuidad, pero necesarias ante la incapacidad del gobierno de asignar recursos suficientes, lo cual vuelve imprescindible la participación de los padres, tanto en lo económico pagando acorde a su situación, como de manera vigilante y exigente de todo lo que a esto concierne.

Puesto que las escuelas debieran ser prioridad, hay que reclamar al Municipio gastos inocuos como los adornos (estatuas) con simbología amorosa colocados en el centro, y los presupuestos millonarios para fiestas populares (El Grito, 4 millones y la Feria Juárez nueve millones). “Se me hace mal, el gobierno se preocupa siempre por otras cosas que no son más importantes que la educación. La sociedad está muy mal como para no enfocarse en el estudio…” dice una mamá.

En tanto, nos solazamos con los promocionales del III informe del presidente Peña Nieto, quien se rodea de niños, seguro de que en ellos el compromiso educativo sí se cumple. Lamentablemente, no todos pueden retratarse para la foto presidencial por las condiciones en que estudian, y no se hable de comunidades indígenas y rurales.

Hay que moverse para que esto acabe.

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