Opinion

Liderazgos

Pascal Beltrán del Río

2015-08-25

Distrito Federal- Si un grupo de personas se propusiera definir el liderazgo y describir las características de un líder, quizá nadie se pondría de acuerdo.

Personalmente me gusta la definición del empresario y conferencista estadunidense Kevin Kruse: “El liderazgo es el proceso de influencia social que maximiza los esfuerzos de otros hacia el cumplimiento de un objetivo”.

Un líder, dice Kruse, no requiere de un puesto de responsabilidad y, en ocasiones, no es la persona más experimentada en su ámbito.

No basta con mandar, organizar, empoderar o tener una visión para ser líder. Y el liderazgo no es sinónimo de capacidad de manipular ni de personalidad extrovertida.

Ateniéndome a la definición anterior, se pueden encontrar muchos líderes en el México de hoy. Sin embargo, en la política mexicana yo veo solamente dos: Manlio Fabio Beltrones y Andrés Manuel López Obrador. Ambos son, como dice arriba, personas que usan su influencia sobre un grupo para dirigirlo hacia una meta. Y sus seguidores van con gran entusiasmo.

Cuál es esa meta, no es lo relevante. Lo que importa es que sus seguidores creen que ambos saben hacia dónde van y tienen la capacidad de llevarlos con ellos.

Recientemente, el sonorense y el tabasqueño se han ocupado mucho el uno del otro en declaraciones públicas. Parece haber mucha animadversión recíproca entre el “mafioso” Beltrones y el “populista” López Obrador. Pero también puedo imaginármelos sentados a la misma mesa, negociando, como alguna vez estuvieron Roosevelt y Stalin en Yalta.

Beltrones y López Obrador, quienes nacieron con 14 meses de diferencia, están destinados a ser los grandes personajes de 2018. Supongo que como candidatos presidenciales, pero no necesariamente.

Durante los próximos tres años, medirán fuerzas constantemente. Y, al hacerlo, irán polarizando el ambiente político y opacando a otros políticos.

Veo otros dos liderazgos potenciales en la política nacional: los de Jaime Rodríguez Calderón, El Bronco, y Margarita Zavala. Me parece que ambos tienen características para convertirse en líderes, pero tendrán que trabajar en ello, sobre todo en lo que tiene que ver con sus objetivos.

A la fecha no sé a dónde quiere uno y otro llevar al país. Tampoco me queda claro que estén buscando una condición de líderes a nivel nacional, lo que implica salir del terruño o de la cofradía.

Asimismo, veo dos liderazgos en declive: los de Cuauhtémoc Cárdenas y Diego Fernández de Cevallos. Ambos fueron grandes líderes en la política, que arrastraban multitudes hacia una meta. Por razones de edad y de interés, los veo distantes de la posibilidad de desempolvar sus respectivos liderazgos.

¿Qué caracteriza a un líder político en México? Entre otras cosas, que no necesitan de un cargo para destacar. La gente los llama por sus nombres de pila: Cuauhtémoc, Diego, Manlio, Andrés Manuel, Margarita… y todo mundo sabe de quién se habla.

Cuando conocí a Beltrones, llevaba unos tres años en la banca, pero era el mismo Manlio que ve usted hoy. Igual podría decir de los otros personajes mencionados. A un líder, los periodistas lo buscan para hacer declaraciones incluso si no hay coyuntura.

Frente al PRI y a Morena, los claros liderazgos de Beltrones y López Obrador ponen al PAN y al PRD en un serio predicamento. Podría aparecer un líder en sus filas en los próximos tres años –como irrumpió El Bronco en el escenario político–, pero es poco posible que así ocurra.

Hemos visto cómo los partidos han tratado de improvisar como políticos a líderes en otros ámbitos, sin mucho éxito.

El problema mayor lo tiene el PRD. Anda buscando un personaje respetable que quiera dirigirlo, pero ninguno de los mencionados es un líder. Lo mejor que le podría pasar, en estos momentos, es atender la iniciativa política que lanzará en unos días el ingeniero Cárdenas.

El PAN haría bien en reconocer el liderazgo de Zavala, pero muchas veces la mezquindad y la vanidad pueden más que la conveniencia.

Mientras tanto, Beltrones y López Obrador, un norteño y un suriano, estarán tratando de entusiasmar a un mayor número de personas con su respectivo proyecto de país.

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