Opinion

Transdogmas

Sergio Sarmiento

2015-08-20

“No hay lugar para el dogma en la ciencia”.

J. Robert Oppenheimer

Distrito Federal- Es millones de veces más probable que uno se enferme por comer una quesadilla en la calle que por una mazorca de maíz transgénico. Desde la década de 1990 se han consumido en el mundo miles de millones de porciones de comida con ingredientes transgénicos sin que se haya registrado un solo caso de enfermedad producida por su estructura genética. El movimiento prohibicionista, que se opone a los productos genéticamente modificados, ha hecho todo lo posible por demostrar científicamente que éstos causan daño a la salud o al ambiente, pero como no lo ha logrado, ha optado por oponerse al cultivo en México con el argumento de que éste “podría contaminar” a las decenas de variedades de maíz que se producen en el país.

En realidad no se está discutiendo si los mexicanos vamos a consumir o no maíz transgénico. Esto ya lo estamos haciendo. El 30 por ciento del maíz que usamos lo importamos de Estados Unidos, donde virtualmente toda la producción tiene modificaciones genéticas. Lo que estamos discutiendo es si lo vamos a cultivar en México o lo vamos a seguir importando. No falta quien diga, y quizá no en broma, que el movimiento contra la producción de maíz transgénico en México es financiado por productores de los Estados Unidos. Si no lo están haciendo, deberían considerarlo seriamente.

Los prohibicionistas lograron un gran triunfo en 2013 al obtener un fallo del juez XII de distrito en materia civil del primer distrito que suspendía de manera precautoria la siembra de maíz transgénico mientras no concluyera un juicio sobre el fondo de una denuncia para prohibir en definitiva la producción. Un tribunal colegiado, sin embargo, ordenó el 29 de junio al juez que tomara en cuenta las posiciones de especialistas sobre los posibles riesgos de los transgénicos. Estos puntos de vista llevaron este 19 de agosto a la cancelación de la medida precautoria por el juez.

No hay razón científica para impedir el cultivo de transgénicos. Los argumentos de los prohibicionistas son emocionales o dogmáticos, como lo expresa el lema “Sin maíz no hay país”. Los transgénicos no tienen ningún efecto nocivo. No hay productos más revisados y probados en la historia. De hecho, los transgénicos son más amigables con el ambiente que los cultivos tradicionales. Las semillas transgénicas son más productivas y resistentes a plagas y herbicidas por lo que requieren un menor uso de fertilizantes, insecticidas y productos químicos. Por eso hoy los prohibicionistas buscan soslayar el argumento de la nocividad para enfatizar que los transgénicos “ponen en riesgo la biodiversidad del maíz en el país”. Pero el razonamiento no tiene mucha lógica. ¿De verdad introducir una mayor diversidad de variedades pone en riesgo la biodiversidad?

La realidad es que todo el maíz ha sido modificado genéticamente a lo largo de los siglos. El teosinte original era mucho menor y con características muy diferentes al maíz criollo. Nezahualcóyotl no habría reconocido las mazorcas de hoy.

Otro argumento contra el maíz transgénico es que su uso obligaría a los agricultores a comprar semillas de empresas trasnacionales. Pero esto también es falso. Los agricultores tendrían perfecta libertad, como en Estados Unidos, de usar la semilla que quisieran. Sólo los prohibicionistas se oponen. De hecho, muchos agricultores mexicanos están ya empezando a sembrar maíz transgénico. Ven que los granjeros estadounidenses lo usan con mejores resultados, por lo que lo que simplemente lo traen a México y lo siembran.

El levantamiento de la suspensión a la siembra es valioso. No hay ninguna razón científica para no producir estas variedades aquí en vez de comprarlas en el exterior. Los beneficios, en cambio, pueden ser muy importantes.

Sube y baja

El dólar sube: ayer se cotizó en ventanillas bancarias a 17.10 y en el mercado corporativo a 16.82 (Banamex). Mientras tanto el crecimiento baja. Hacienda redujo ayer su pronóstico por segunda vez en este 2015: a un rango de 2 a 2.8 por ciento.

Twitter: @SergioSarmiento

X