Opinion

PAN, gana el pragmatismo

Luis Javier Valero Flores

2015-08-19

Se antojaba difícil el triunfo de Javier Corral a la dirigencia nacional del Partido Acción Nacional. Se sabía de la fuerza de la tendencia pragmática en ese partido, luego de dos sexenios presidenciales en el poder y de poco más de tres décadas de disfrutar los privilegios del poder en los distintos niveles del gobierno. Pero no se preveía que el daño fuera tan profundo.

Podrán argüirse una y mil cosas en contra de Javier Corral, lo que no se le puede escatimar es que se ha enfrentado tercamente a los círculos del poder, a los poderes fácticos y a las dirigencias de su partido. Ahora también, pero su derrota, tremendamente escandalosa, de casi 5 a 1, no da pie a otra lectura: Los peores defectos de la clase política han hecho mella, profundamente, en el partido que durante décadas fue –y buscó serlo– el de los hombres honestos, el de rescatar los mejores valores de la “persona humana (sic)”.

Los resultados son aplastantes, no sólo para Corral y sus seguidores, también para los integrantes de la sociedad mexicana que le apuestan a los cambios democráticos. Ricardo Anaya obtuvo 193 mil 944 votos (81.91%), frente a los 37 mil 953 (16.03%) de Javier Corral.

El nuevo dirigente, Ricardo Anaya, no podrá desligar de su currículum que fue uno de los mejores ejecutores del Pacto por México que, como le dijera Corral en el debate, se le “cansaban” las manos de tanto aplaudirle al Presidente Peña Nieto y que, ahora, en el curso de la campaña anunció que su gestión sería de plena oposición al gobierno del mexiquense.

¿Cómo creerle que así será si en el curso de los últimos años fue lo contrario?

Esa incongruencia es la que ha llevado a los políticos y a sus partidos al descrédito ciudadano y es la que le impidió al PAN alzarse con un triunfo arrollador en las elecciones de medio año, en un escenario que se antojaba ideal para obtener tan inmerecido galardón.

Sí, porque el gobierno de Peña Nieto atravesaba (aún) por una seria disminución en las evaluaciones realizadas por la ciudadanía, fruto de varios factores a cual más de impactantes, la economía paralizada, el peso devalúandose, El Chapo que se escapa, la desaparición de los jóvenes de Ayotzinapa que no se aclara, la matazón que no cede y los continuos dislates del presidente, además de la aparición electoral de Morena, que le quitó decenas de miles de votos al PRD y que no los convertía, a ninguno de los dos, en los posibles receptores del descontento popular, hacían inmejorable el entorno para que el panismo ganara más gubernaturas, alcaldías y pudieran acariciar la posibilidad de convertirse en la mayoría de la Cámara de Diputados.

Pudieron ser muchos factores, pero uno de ellos fue central, el de aparecer al lado del PRI en las reformas aprobadas y ufanarse –Gustavo Madero, el dirigente panista, se cansó de repetirnos que las reformas aprobadas traían el “gen panista”– de que las reformas eran las buscadas por el PAN hacía mucho tiempo.

¿Podrán convivir en el PAN tan ajenas y enfrentadas concepciones, que tan crudamente Javier Corral describiera como la “Batalla entre dos culturas”, la cultura panista y la priista existente en el seno de su partido?

Es muy difícil que congenien aquellos que enarbolan la cultura panista “que resiste en el ideal y se empeña en recuperar los principios y valores que dieron origen a nuestra institución”, con aquellos que abrevan de la “cultura priísta representada por el consorcio que ha colocado los intereses de sus socios –económicos y políticos– por encima del bien común, y está aliada con el gobierno corrupto de Enrique Peña Nieto”. (Sitio de Javier Corral Jurado, 18/VIII/15).

Los señalamientos de Javier Corral son lapidarios. Llama “dolorosa tragedia política” a su partido, fruto de la acción de “los simuladores y los logreros”, a los que acusa de intimidar, chantajear, simular y engañar, “Que (practican) aquí adentro, lo que tanto tiempo criticamos allá afuera”.

Y anuncia la posibilidad de dar origen a una corriente interna, algo que siempre ha existido (recordemos de qué manera se quejaban hace algunos años de la llamada “onda grupera”) pero que ahora aparece formalmente con el ánimo de “extirpar ese PRI que se metió dentro del PAN”.

Las primeras frases de Anaya son de inclusión. No tardaremos mucho en develar si fueron sinceras, el modo en que procesen las candidaturas a los cientos de puestos que estarán en disputa el próximo año lo revelará. El problema es que en ello se definirá cómo enfrentarán el 2018.

asertodechihuahua@yahoo.com.mx

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