Opinion

¿Olvido o prisión domiciliaria?

Javier Cuéllar

2015-08-18

Existe un tema que ha despertado la curiosidad del público mexicano y el temor entre un grupo de maestros del SNTE, porque desde el mes de febrero de 2015, cuando la maestra Elba Esther Gordillo cumplió 70 años de edad, solicitó al juez de la causa que le concediera la prisión domiciliaria debido a su avanzada edad y a su precario estado de salud.

El arresto domiciliario o casa por cárcel es una pena que figura, como castigo accesorio de otras penalidades o como principal, en la mayoría de los códigos penales de los distintos países, incluido México. Se le define como “la privación de la libertad de movimientos y comunicación de un condenado o acusado, que se cumple fuera de los establecimientos penitenciarios, bien en el propio domicilio, bien en otro fijado por el Tribunal sentenciador, a propuesta del afectado”.

La PGR se opone a que se le otorgue este beneficio a la maestra Gordillo porque según se pudo comprobar en el proceso, ella tiene varias residencias en el extranjero y el riesgo de que se sustraiga de la acción de la justicia es considerablemente alto, a lo cual la maestra Elba Esther replicó que su única nacionalidad es y ha sido la mexicana, y que su estancia en el extranjero ha sido siempre en calidad de turista, por lo que no podría permanecer en los Estados Unidos más allá de seis días a menos que adquiriera el estatus de refugiada política, lo cual no sería difícil obtener.

En el sistema político mexicano, especialmente en los círculos priistas, si algo se castiga con dureza es la traición y, al respecto, aprovechándose de sus ligas con el poder, la maestra cometió varios pecados políticos. Uno fue el de fundar un partido político opositor al PRI (Partido Nueva Alianza), destinándole recursos económicos considerables, que se drenaban de las propias arcas del sistema y además transfiriéndole elemento humano, pues indujo a muchos de los maestros sindicalizados a participar en ese nuevo partido cuando ellos estaban afiliados al SNTE y esa organización laboral siempre ha sido un apéndice importantísimo del sistema político mexicano. Traición grave y calificada.

Los delitos del fuero común y federal que se hubieran cometido nunca hubieran sido perseguidos por el sistema PRI-gobierno de no haber traicionado la lealtad que todos los miembros le deben al partido aplanadora, pues es muy conocido que la propia organización política protege a sus correligionarios que le han sido leales. Aclaro: no estoy haciendo juicios de valor en modo alguno, solamente estoy exponiendo cómo funcionan las cosas en México.

En estas circunstancias, la permanencia en prisión de la maestra Elba Ester Gordillo, es una clara advertencia para todos los políticos mexicanos afiliados al PRI en sus diferentes modalidades: empresarios, trabajadores, campesinos, empleados de gobierno, ONGs, y mil etcéteras más, para que guarden los artículos de fe del sistema político mexicano: Lealtad, fidelidad, disciplina, prestancia, y todos los que para nada impliquen siquiera un atisbo de traición.

De hecho, ese es el trasfondo de la reforma política votada recientemente por el Congreso del Estado de Chihuahua. El veto de sus candidaturas independientes sería sólo el comienzo, en realidad la persecución será la pena más dura y eficaz. Control y respeto por el temor, según lo predicó claramente Nicolás Maquiavelo. Está bien que aprieten, pero que no ahorquen.

Héctor Murguía Lardizábal es un experto conocedor de las reglas del juego del sistema y jamás incurriría en el desacato de abrazar una candidatura independiente, en el supuesto caso de que el partido tricolor no lo seleccionara como su candidato a la gubernatura de Chihuahua. Si “Vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”, según lo expresó meridianamente ese viejo político César Garisurieta Erenzweig, mejor conocido como “El Tlacuache”, muy amigo del presidente don Adolfo Ruiz Cortines, repito, si vivir fuera del presupuesto es vivir en el error, vivir contra el sistema es el suicidio. “Préndeme fuego si tú quieres, méteme tres balazos en la frente…”. Todo preferible al ostracismo.

En consecuencia, el candado de la reforma electoral está de más para los verdaderos militantes, el ejemplo de Elba Esther Gordillo es más aleccionador y, aunque muchos ya frisan o arañan las siete décadas, no se arriesgarían por nada a perder una vejez tranquila y sosegada a cambio de una emocionante prisión domiciliaria. Estaría de pensarse más de dos veces.

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