Opinion

Pobreza, fracaso gubernamental

Luis Javier Valero
Analista político

2015-08-01

Tiene razón el gobernador Duarte, son “contradictorias” las cifras dadas a conocer por el Coneval (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social) en cuanto al comportamiento de la pobreza en Chihuahua, pues al presentar la “Medición de la pobreza en México y las entidades federativas 2014”, reportó que la pobreza extrema se incrementó al pasar de 136 mil 300 personas reportadas al fin del 2012, a 200 mil al término del 2014, lo que significa un incremento de casi 2 puntos al pasar del 3.8% del total de la población, al 5.4, pero que en términos absolutos fue un aumento del 47%.
La inconformidad del mandatario, que dos años atrás se había ufanado, con base en las estadísticas del Coneval, de la disminución de la pobreza, fue contundente. Así lo dijo: “… si cuando había sequía, teníamos violencia prolongada, había desempleo, tuvimos, según el Coneval, casi 100 mil chihuahuenses menos en extrema pobreza; ahora que ha llovido, ahora que se ha elevado el empleo, que la ganadería está pujante y que la actividad minera tiene mucho mejor ingreso, naturalmente que es distinto la expresión y sobre todo cuando nos señalan dos rubros, educación y salud… Yo soy respetuoso del resultado, pero el estado está viviendo una dinámica diferente a la que nos retratan…”.
Cosas semejantes declaró el Secretario de Desarrollo Social, José Luis García Rodríguez: “No estoy de acuerdo con el informe, no refleja la realidad de Chihuahua, hace 2 años teníamos una disminución en los niveles de pobreza y ahora no…” y en el período ahora informado, afirmó, se invirtieron grandes cantidades de dinero en el combate a la pobreza.
Más aún, en ese período, la población total que vive en pobreza en Chihuahua disminuyó marginalmente, al pasar de un millón 272 mil a un millón 265 mil; prácticamente nada, solamente 7 mil 200 menos pobres. Además, de acuerdo con el estudio, en Chihuahua más del 71.8 por ciento tienen entre una y tres carencias sociales. (Nota de Martha Elba Figueroa, El Diario de Juárez, 23/VII/15).
Tales cifras reflejan, además, un hecho doloroso: Poco más de una tercera parte de los chihuahuenses son pobres, de acuerdo con los parámetros del Coneval, que mide el acceso a la educación; acceso a los servicios de salud; acceso a seguridad social; acceso a la alimentación; calidad y espacios de la vivienda y  acceso a servicios básicos en la vivienda, y si los evaluados tienen un ingreso equivalente al valor de la línea de bienestar.
“Con base en esos datos, se considera a una persona en situación de pobreza extrema cuando tiene un ingreso que no le permite alcanzar los niveles mínimos de bienestar y además tiene tres o más carencias de los conceptos antes mencionados”. (Nota de Alejandro Salmón, ahoramismo.mx, 23/VII/15).
A pesar de tales cifras, Chihuahua es una de las entidades con menos pobres, pero descendió al pasar del lugar 8 al 9 por el menor número de pobres; sin embargo, las estadísticas locales se asemejan al comportamiento del país, pues en éste el porcentaje de pobres se incrementó entre el 2012 y el 2014, al pasar del 45.5%, al 46.2 del año pasado. Un incremento menor al uno por ciento pero que, traducido a la realidad, significa que 840 mil personas se volvieron pobres en el curso de solamente dos años.
Pero algo ocurrió en la sociedad chihuahuense pues si bien la pobreza extrema se redujo en el país en 100 mil personas, al pasar del 9.8 al 9.5%, pero no en Chihuahua.
Además, sufrimos un incremento de 14 puntos en la “población con ingreso inferior a la línea de bienestar mínimo”, pues pasó de 575 mil 600 personas a 657 mil, al mismo tiempo que se redujo en 6.27% la población en “pobreza moderada”, ya que pasó de un millón 136 mil 400 a un millón 65 mil 200, 71 mil 200 menos.
Al decantar las cifras de la pobreza en Chihuahua van apareciendo -o por lo menos nos permiten deducir lo ocurrido, que a ojos del gobernador Duarte son “contradicciones”- pues en el mismo período mencionado la Población en vulnerabilidad por ingresos se incrementó al pasar de 386 mil 900 personas en 2012, a 440 mil 500 en 2014.
Grave, 53 mil 600 personas vieron que la calidad de sus actividades laborales disminuían e ingresaron a este rubro.
Más aún, de acuerdo con los datos del Inegi, en 2014 el ingreso corriente total promedio trimestral por hogar se redujo en términos reales en 3.5% entre 2012 y 2014. Es decir, el poder de compra de las familias promedio se redujo. (Nota de Martha Elba Figueroa, El Diario de Juárez, 23/VII/15).
Tales son los datos duros del comportamiento de las políticas públicas en el desarrollo social, los que denotan, más allá de las diferencias en uno y otro sentido, no mayores a los 7 puntos, que lo hecho hasta ahora en el combate a la pobreza mediante los programas gubernamentales, con muy distintas denominaciones -en el actual sexenio le denominaron “Cruzada contra el hambre- es un completo fracaso, pues aún si se mantuviera la tendencia a la disminución de la pobreza, para erradicarla harían falta por lo menos dos siglos.
Hagámonos cargo que, por lo menos en los estudios gubernamentales como el ahora citado, casi la mitad de la población vive en la pobreza.
Sin embargo, con otra metodología, la usada por el equipo del investigador Julio Boltvinik, del Colegio de México, en su estudio “Evolución de la pobreza y estratificación social en México 2012-2014”, el total de población en pobreza pasó del 83 al 84.3%, mientras que la clase media bajó del 8.14 al 6.78%, lo que significa que son más de 100 millones los que viven en la pobreza.
El estudio midió la satisfacción de “17 necesidades básicas, como acceso al alimento, energía eléctrica, vivienda, seguridad social, combustible, recreación y equipo doméstico. También consideró si el ingreso es suficiente para satisfacer las necesidades básicas, así como el tiempo que la persona dedica al trabajo”.
El investigador aseguró que “tenemos pobreza de ingreso porque tenemos 16% de desempleo y un deterioro brutal del poder adquisitivo del salario mínimo. Hay mucho desempleo, y los que están empleados han visto cómo sus salarios se van reduciendo”. (Nota de Diana Baptista, Reforma, 22/VII/15).
Boltvinik aseguró que al final del sexenio de Felipe Calderón eran 97.4 millones de pobres, “y en dos años de (Enrique) Peña Nieto llegamos y rebasamos los 100 millones”. (Ibídem).
Según el estudio, un hogar necesita ganar 7 salarios mínimos o 1.5 salarios promedio para adquirir la canasta básica, además señala que entre 1992 y 2006, la cantidad de trabajadores con seguridad social sólo se incrementó en un millón.
¿Cuáles son las razones, pues, para que los indicadores de la pobreza en Chihuahua -de todas- hayan crecido, en el caso de la extrema, y se mantengan en el total de la pobreza, a pesar de que sí se hayan invertido más recursos en Chihuahua en materia de salud -se construyeron más clínicas-, educación -con la apertura de decenas de instalaciones del Colegio de Bachilleres y de las universidades tecnológicas, etc.- y de que en estos momentos tengamos una de las cifras más altas de ocupación formal, además de la evidente disminución del clima de violencia (Para muchos, asentar lo relativo a la ola delictiva pareciera ser una falacia, a juzgar por la reciente racha de ejecuciones, sin embargo sí hay una disminución, si la comparamos con 2010. No sucede lo mismo si comparamos las cifras con 2006)?
Semanas atrás se dieron a conocer varias cifras, relativas al empleo y los salarios. Pueden, al analizarlas, darnos luces sobre los datos de la pobreza, pero también a asuntos aparentemente tan lejanos como la deficiencia de los servicios del IMSS, la tardanza en las citas de la consulta exterior, con los especialistas, la de las cirugías y la del abasto de medicinas.
En un momento dado el IMSS informó que tenía inscritos cerca de 780 mil trabajadores en Chihuahua, la mayoría de ellos dependientes de la industria maquiladora de exportación. Casi al mismo tiempo se informaba que la entidad se convirtió en la lideresa nacional en empleo formal. La informalidad era la menor a nivel nacional.
Hasta ahí todo bien, hasta se podría empezar a desgranar elogios a las políticas públicas desplegadas en Chihuahua por todos los niveles de gobierno ¿Y entonces porqué no disminuyen sensiblemente los pobres?
¡Ah, es que faltaba un dato, acaso el menor!
Chihuahua ocupa el último lugar nacional de los niveles salariales; casi la mitad de los trabajadores con empleo formal ganan hasta dos salarios mínimos mensualizados, es decir, poco menos de 4 mil pesos.
Y ahí se acaban todos los estudios, todos los discursos, incluso, y eso es lo dramático, todas las políticas públicas de combate a la pobreza y hasta del sostenimiento de las instituciones de la seguridad social pues no hay mejor instrumento para combatir la desigualdad que el salario.
Se pueden establecer infinidad de programas de becas, de ayudas alimenticias, de apoyo a las madres embarazadas, etc, pero en tanto no se eleven sustancialmente los salarios no podremos cambiar la realidad, ni los presupuestos públicos serán suficientes para atenuar los efectos de una política laboral salvajemente explotadora.
Los efectos de esa política ya los resiente severamente la principal institución de seguridad social, el orgullo de los mexicanos durante décadas, el IMSS, ahora, en medio de crecientes y siempre desmentidos rumores de que se privatiza. Ha llegado al extremo de firmar un convenio con el gobierno de Chihuahua ¡Para subrogarle distintos servicios  a los derechohabientes del Seguro Social!
¡Hábrase visto! Antes, cuando el IMSS era la mejor institución, las cosas eran al revés.
Ahora ¿Cómo no va a ser así si las cuotas pagadas por obreros y patrones son de las más bajas del país?
¿Y cómo no va a haber jóvenes que se involucren en el tráfico de drogas si el futuro, además de incierto, ofrece un monto salarial de 4 mil pesos al mes y nunca dejaremos de ser frontera con los EU?
Vistas así las cosas, no son contradictorios los datos del Coneval, al contrario, nos servirían para instrumentar una política salarial contraria a la vigente.

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