Opinion

Dos millones más

Sergio Conde Varela

2015-07-30

Ya no son 26 millones de mexicanos viviendo en extrema pobreza. A esa cifra debemos sumarle dos millones más, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, conocido por sus siglas como CONEVAL.

Los 28 millones de seres que viven en esas dramáticas condiciones chocan en vergonzosa comparación con 26 mexicanos cuyas fortunas en efectivo, aparte de otros bienes, pasan los 1000 millones de dólares y alcanza uno de ellos la suma de 78 mil millones, ubicándose como primero o segundo hombre más rico del mundo.

Las cifras dadas a conocer por el CONEVAL impulsó al Presidente Enrique Peña Nieto hace unos días a manifestar que “la política social del gobierno, no ha sido suficiente” y esa declaración debe llamar la atención de políticos y analistas porque la lumbre está llegando a los aparejos.

El Global Wealth Report consignó en uno de sus documentos que el 10% de la población mexicana poseía el 64.4% de la riqueza nacional. El índice anotado, no es otra cosa que el anuncio universal de la desigualdad económica que se vive en esta Patria nuestra.

Los resultados dados a conocer no son solo para manifestar la insuficiente política social del gobierno sino para que analicemos todo seriamente juarenses, chihuahuenses y mexicanos, y captemos las consecuencias que se derivan de esta situación de pobreza extrema, pues la misma se agrega a las angustias por la inseguridad que vivimos, por la falta de empleo, por los actos antisociales, por las injusticias, por las discrepancias elocuentes que se viven entre los que no tienen bienes y los que los tienen rabiosamente.

Debemos saber, los nacidos en estas tierras, que no estamos en los tiempos de dar o recibir limosnas. Debemos pensar cómo resolvemos esto de fondo antes que el destino nos alcance. Ni la dádiva superficial, ni la entrega de televisores o el reparto de despensas en tiempos electorales resuelven el grave problema.

Lo dicho, nada resuelve. Es tiempo que el gobierno, los barones de los millones de dólares, los empresarios de muchos giros y los grupos sociales, seriamente consideren aportar bienes, servicios e ideas rápidamente para que el trabajo y la productividad sean la respuesta inmediata para salvar este hoyo histórico y negro en el cual nos encontramos todos. Unos más y otros menos, pero nadie podrá evadirlo.

Que se entienda, y que se entienda bien, que el ingreso ha caído estrepitosamente en 3.5%, como lo dijo el Dr. Gonzalo Hernández Licona, Secretario del CONEVAL. Lo anterior lleva al esfuerzo de rescatar de ese índice  grosero, las entradas que se tienen.

La sugerencia para empezar por algo es que los señores millonarios en dólares inviertan y hagan fuentes de trabajo y que ganen más millones, pero que esas inversiones obliguen a quienes tengan beneficio por ellas, a trabajar de manera digna y eficaz y sus vidas se transformen.

Por otra parte, la Suprema Corte, cuyos Ministros tanto dinero ganan, empiecen a proteger a quienes sean cubiertos por la justicia distributiva o social de dar a cada quien lo que necesita y no solo la que determina que ha de darse a cada quien lo suyo.

Estamos en el tiempo de las exigencias patrias y de los valores que empujan al triunfo, pues la realidad nos desafía con urgencia.

Sin ser catastrofistas, sabemos que el horno no está para bollos. La exigencia que tenemos es la de “Este es el día”. Oyendo esa pequeña frase podemos desafiar la indiferencia y luchar para no ser vencido por la pobreza y sus síntomas que son la desmotivación, la tristeza, el tedio, la angustia y el dejo. Los cuales deben desaparecer de la faz de nuestra tierra.

Es absurdo que aumente la pobreza y que no haya inteligencia ni voluntad de quienes todo lo tienen para entender que la solidaridad es la virtud suprema que nos identifica como humanos y que nos ayuda a resolver problemas que aparecen como irresolubles. Estamos en ese tiempo. De verdad.

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