Opinion

¡Bravo Bravos!

Juan Carlos Loera De la Rosa

2015-07-26

El deporte, en  todas sus expresiones, sin lugar a dudas debe ser uno de los más importantes ejes para el desarrollo individual y colectivo. 

Desde la antigua Grecia las competencias deportivas eran parte esencial de su cultura, lo mismo en Egipto, China y en Mesoamérica. En épocas modernas, la práctica del deporte competitivo ha ayudado a fortalecer la identidad regional y nacional; en más de una ocasión los eventos deportivos internacionales han sido incluso utilizados como instrumentos de batallas políticas como las olimpiadas de Moscú en 1980 y Los Ángeles en 1984, o las tristemente recordadas Olimpíadas de Múnich de 1972.

El deporte como espectáculo ha sido y seguirá siendo un importante centro de concentración y atención de masas que en nuestro país ha sido en muchas ocasiones pervertido con fines partidistas o de disuasión en eventos coyunturales del quehacer político. Hace apenas unas semanas “El Piojo” Herreram director técnico de la selección mexicana en plena jornada electoral persuadió a los fans del tricolor a votar por el Partido Verde, el cual, por cierto, a través del gobierno de Chiapas patrocinó una intensa y millonaria campaña mediática con la imagen del seleccionador mexicano con el pretexto de atraer el turismo a ese estado del sureste mexicano. Situación que le llevaron a ser denunciado por la presunta comisión de delitos electorales, que finalmente fueron desechados por el tribunal federal electoral.

El poder que las empresas televisoras han ejercido sobre la popularización del fútbol ha sido punto menos que infame, no sólo poseen los derechos de transmisión del deporte más popular en México, son también los dueños de  algunas de las franquicias más importantes afiliadas a la Federación Mexicana de Fútbol (FEMEXFUT), por lo que han sido capaces incluso de manipular fechas en los  partidos de la selección cruzándolas con eventos relevantes como la jornada electoral del 7 de junio pasado, que coincidió con el juego México-Brasil, situación que llegó al Consejo General del INE para evitar el abstencionismo electoral, ya que las estadísticas indican que el ausentismo laboral y la no participación cívica, como ir a votar, se disparan cuando juega la selección. Los consejeros del INE, en ese caso, como en otros más, se lavaron las manos y dijeron que no tenían facultades para  hacer al menos un exhorto a la FEMEXFUT sobre el cambio de fecha.

El fútbol profesional, honesto y de espíritu competitivo, ha intentado ser desviado con fines oscuros en múltiples ocasiones, sin embargo, la sed de identidad y esparcimiento y hasta de catarsis para quienes vivimos en esta ciudad es una imperiosa necesidad. Al asistir al juego inaugural de los Bravos FC de Juárez, el pasado sábado, nos percatamos de que no todo está perdido y que las competencias deportivas profesionales pueden reivindicarse si se antepone el interés colectivo sobre el de unos cuantos. Sin lugar a dudas es muy loable que un puñado de empresarios juarenses se atreva a invertir en un negocio que, localmente, en más de tres ocasiones ha sido ahogado por problemas económicos y que, además, está acaparado casi en su totalidad por franquicias que han utilizado el coyotaje y el influyentismo para permanecer como los propietarios del fútbol organizado.

Sin el apoyo de las televisoras (hasta ahora) ni de una estructura enquistada en la FEMEXFUT, pero con el apoyo de instituciones como la UACJ que facilita el estadio Benito Juárez y sobre todo un amplio respaldo popular, los Bravos de Juárez emergen como una esperanza para consolidar el desarrollo del deporte no sólo profesional sino el correspondiente a la práctica del fútbol. La asistencia multitudinaria, los cantos y las porras a un equipo del cual la amplia mayoría ni siquiera conoce los nombres de los jugadores nos muestra que los juarenses, nativos o por adopción, sí podemos consolidar nuestra identidad regional, pero mal haríamos si dicha identidad girara solamente en torno a un equipo representativo de la ciudad. Lo que sigue es impulsar las competencias deportivas escolares y de barrio –como hacen nuestros vecinos del norte– a un nivel tal que el mayor número de ciudadanos posible se involucre en ellas. Por ejemplo, allá las competencias escolares a nivel preparatoria (no se diga universitario) son ampliamente cubiertas por los medios de comunicación; las instalaciones y asignaturas deportivas son de gran importancia, casi como las de matemáticas o de química.

El fútbol americano colegial (100% amateur) genera recursos económicos casi tan importantes como los del profesional, e incluso estados como Nebraska, Mississippi o Alabama donde no existen equipos profesionales, son cuna de grandes deportistas y sus universidades son ampliamente favorecidas económicamente por los logros deportivos con un consecuente desarrollo en sus actividades académicas y científicas.

El siguiente paso es pues, que instituciones educativas, como los colegios de bachilleres y las universidades, organicen competencias de todos los deportes, atletismo, fútbol, etc. y que se involucren no sólo los estudiantes, sino también los vecinos y la comunidad completa para que una identidad, como la que se viene forjando por los Bravos, permee a los barrios y colonias donde están enclavadas las diferentes escuelas.

Sería mucho pedir que las escuelas en las que hay carencias tan básicas como calentones o aires acondicionados contaran con dignas instalaciones deportivas, pero algo se tiene qué hacer para que ni el deporte escolar ni el de barrio permanezcan con el rezago actual. Habrá que reestructurar el presupuesto y otorgar una partida importante para estimular las actividades deportivas, aspecto que es parte importante en la formación de nuestros estudiantes y quizás hasta una “pellizcadita” a los grandes consorcios empresariales como impuesto canalizado exclusivamente al desarrollo deportivo, o bien con aportaciones voluntarias. Creo que es una buena idea.

“El deporte tiene el poder de transformar el mundo. Tiene el poder de inspirar, de unir a la gente como pocas otras cosas...Tiene más capacidad que los gobiernos de derribar las barreras sociales”. Nelson Mandela.

X