Opinion

¿Centro Histórico o Centro Histérico?

Luis Ochoa Minjares
Analista político

2015-07-25

Durante seis horas diarias, lo que queda del Centro Histórico de Ciudad Juárez, ahora convertido en gigantesco patio de maniobras ferroviarias de los consorcios ferrocarrileros, se transforma en infierno que convierte a los pocos habitantes que no han emigrado, en seres humanos sordos, histéricos o enfermos mentales.
En efecto, de las doce de la noche a las seis de la mañana, lapso en el que el cuerpo humano es cuando descansa, el infernal ruido o contaminación sónica producida por los ensordecedores pitidos y movimientos de trenes, está obligando a los pocos habitantes del sector a huir de sus pertenencias, muchas veces cuando ya han perdido el sentido del oído o víctimas de la histeria.
El viejo sueño de modernizar el centro histórico, jamás podrá cristalizar, si como dicen las voces autorizadas, no se cumplen primero tres condiciones:
Primera, sacar las vías y las instalaciones ferroviarias del centro de la ciudad.
Segunda, desviar la Acequia Madre fuera del corazón de la ciudad , obra que se utiliza solo dos meses al año y el resto se convierte en un gigantesco depósito de basura. Tercera condición, enfrentar y resolver el problema del drenaje pluvial del que carece la ciudad.
El único cambio que se le ha hecho al Centro Histórico juarense es el nombre. Se lo hizo Juan Pueblo, Vox Populi, el sentido del humor del ingenio popular como reproche a la falta de agallas de nuestros gobernantes de ayer y de hoy y tal vez de mañana. El nuevo nombre es “Centro Histérico” en lugar de Centro Histórico.

MENUDO  CON PATA,
POZOLE Y….. CÁNCER
Ayer, durante el desayuno sabatino en una de las mesas de cafeteros más concurridas, se charló sobre varios temas, ente otros, la importancia del artículo como instrumento para cuidar el idioma. También se habló del fomento de la lectura  para retener a los lectores de la prensa escrita frente al éxodo hacia los medios electrónicos.
Pero lo más importante y emotivo fue sobre la extraña relación del menudo con pata y el pozole estilo Guerrero, con el aumento del cáncer. Platillos que por cierto, habíamos devorado con singular apetito y dialogado acerca de la profunda raigambre que tienen estos dos antojos en la gastronomía pueblerina y en la cocina mexicana.
La sospecha empieza a confirmarse. Desde hace casi medio siglo, el maíz criollo tiende a ser desaparecido y sustituido por el llamado “maíz transgénico”, modificado a base de químicos y cultivado y protegido  con poderosos herbicidas altamente cancerígenos. Algo querrá decir que de 2014 a 2015, aumentaron 20% los casos de cáncer incurable.
Dicen los que recuerdan que la vieja menuderia “El Fénix” que deleitó durante cincuenta años a los fronterizos, cerró sus puertas debido a que lenta y paulatinamente fueron disminuyendo sus clientes sin mayores explicaciones. Tal vez el pozole, elaborado con maíz transgénico, lleve desde entonces los mortales gérmenes cancerígenos.
Por ahora, ahondemos más en la alerta de La Organización Mundial de la Salud que calificó recientemente al herbicida que utilizan los transgénicos como probable cancerígeno.
Quizá algún día la vieja menuderia “El Fénix” pueda volver a abrir sus puertas y deleitarnos con su exquisito menudo con maíz, verdadero maíz.

REPASO SOBRE LA MISIÓN
DEL ARTíCULO EDITORIAL
Inunda las redes sociales una original y bonita campaña mediática que nos insta en su eslogan no solamente a criticar, sino también a aportar y sugerir soluciones y contribuir con apoyos. Mejora la vieja y gastada frase “estar contra todo y a favor de nada”. El autor de esta novedosa campaña es el brillante y polifacético comunicador social don Francisco Ortiz Bello.
Como se sabe, la estructura más elemental de un artículo editorial incluye tres partes básicas: el tema, el análisis y la conclusión. Si se mutila una de ellas, automáticamente se convierte en un verdadero galimatías difícil de  entender, sin contar con la falta de respeto al lector y, por supuesto, la descalificación del articulista.
Por fortuna, quedaron en el pasado aquel tipo de “artículos editoriales” que empezaban echando pestes contra todo y contra todos, continuaban vomitando sapos y culebras a diestra y siniestra y terminaban  lanzando anatemas por todos lados sin enunciar nada, analizar algo, ni proponer o concluir nada. Eran una especie de tolvas de desahogos, redactados casi siempre en primera persona.
En nuestros días ya es un milagro toparnos con mamotretos con pretensiones de artículos editoriales, que no pasan de simples conjuntos de adjetivos calificativos preferentemente despectivos reclutados a diestra y siniestra y según el grado de bilis del autor, de su índice de frustración personal y de la medida de su amargura por la vida, o de la sed de protagonismo, y como siempre, maneando e yoyoyo o el mimimi.

VICIO DE MIRAR CON
CRISTAL LAGAÑOSO
Los artículos sin remate, conclusión o propuesta eran piezas “literarias” que por razones de salud mental no se leían ni por asomo. Su tema generalmente era el mismo: gobierno, el PRI, acarreo, cargada, Constitución y en general, todo lo relacionado con el sector público, y todo lo negativo que encontraban sus autores alrededor de su minúsculo y estrecho mundo.
Para esos articulistas y editorialistas del pasado, el pueblo mexicano y sus gobernantes no habían construido nada. Para ellos no se edificaron escuelas, universidades, carreteras. La Revolución Mexicana no había implementado la seguridad social ni las conquistas de los asalariados.
Eran los llamados agoreros del desastre que todo lo veían desde el punto de vista de su cristal empañado y lagañoso, producto del desaseo mental. Al fin y al cabo en México había y hay libertades, muy amplias libertades, hasta para incursionar en el libertinaje.
No eran esos “escribidores” los voceros verdaderos de la colectividad. No interpretaban el querer colectivo ni conocieron sus aspiraciones, angustias y reclamos, menos fueron la voz de los campesinos con necesidades específicas y propósitos de progreso.

IMPOSTERGABLES
METAS ACTUALES
Tírele al gobierno, parecía ser entonces la consigna que se repetían unos a otros en competencia para ver quién desprestigiaba más a su país. Mas no debemos ser tan severos con seres cuyos horizontes no eran claros y su único propósito era proyectar y hacer colectivo su fracaso, su amargura, resentimiento y frustración social.
Por fortuna ahora las cosas son diferentes. Nuevas voces frescas y sin prejuicios surgen cada día de esa fuente inagotable de valores que es el pueblo sencillo y trabajador. Los concursos periódicos de articulistas, cartonistas y reporteros gráficos, contribuyen eficazmente a descubrir esos nuevos valores.
Renuevos de articulistas con frescos ímpetus, bríos y otras ideas, hacen el material de lectura digno de leerse y releerse, como ya sucede en casi todos los medios que disponen de una zona de opinión equivalente a un auténtico foro donde se ventilan, desde los muy particulares y respetables puntos de vista de cada quien, los problemas de actualidad palpitante.
Finalmente vale la pena recordar algunas de las impostergables metas de la misión del escritor y redactor de artículos y comentarios editoriales en estos tiempos aparentemente nebulosos y confusos que envuelven al país:
Fortalecer la capacidad analítica del público lector, favorecer el desenvolvimiento individual, vincular al lector con la realidad imperante; despertar su capacidad crítica y sus mecanismos de defensa y, por último, contribuir a la educación política de los mexicanos y a la preservación de nuestra identidad nacional.

X