Opinion

El fusible

Pascal Beltrán del Río
Analista político

2015-07-24

Distrito Federal— Para estas alturas del período de gobierno, cinco de los 13 secretarios de Gobernación que iniciaron un sexenio ya no estaban en el cargo.
A Juan de Dios Bojórquez lo despidió el presidente Lázaro Cárdenas en la reorganización total de su gabinete, realizada a los seis meses de su toma de posesión, y en medio del enfrentamiento con Plutarco Elías Calles, del que aquél era adicto.
Favorito del presidente Miguel Alemán, el campechano Héctor Pérez Martínez murió cuando apenas acababa de rebasar el año de gestión.
El presidente José López Portillo le dio las gracias a Jesús Reyes Heroles antes de cumplir dos años y medio de gobierno, porque “simplemente ya no daba más de sí” y porque había “perdido el control de la prensa y no podía ya componerlo”.
Primero de cuatro secretarios de Gobernación que tuvo el presidente Ernesto Zedillo, Esteban Moctezuma escribió en 2011 que renunció al cargo –a menos de siete meses de haber tomado posesión– porque su jefe “traicionó” un acuerdo con el EZLN que él había negociado.
Y nunca quedó claro si Francisco Ramírez Acuña renunció o fue despedido por el presidente Felipe Calderón.
Lo cierto es que su ocaso, a poco más de un año de haber tomado las riendas de la Segob, se dio en el marco de la creciente relevancia de Juan Camilo Mouriño, quien lo relevaría en Bucareli.
El resto de los secretarios de Gobernación que arrancaron el sexenio –Miguel Alemán Valdés, Ángel Carvajal, Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, Mario Moya Palencia, Manuel Bartlett, Fernando Gutiérrez Barrios y Santiago Creel– rebasaron los tres años en el puesto.
Ese dato pudiera ser tramposo, pues el promedio de tiempo de cada encargo en Gobernación durante los casi 98 años de la actual era constitucional ha sido de 1.75 años.
En ese lapso, 49 personas distintas han llegado a la titularidad de la Segob, algunas de ellas en más de una ocasión. Por ejemplo, el sonorense Gilberto Valenzuela fue secretario tres veces.
Y aunque el lapso 1940-1976 fue marcado por la estabilidad en la duración de los secretarios de Gobernación, de entonces a la fecha no ha habido tal.
En los últimos 39 años ha habido 18 titulares de la Segob.
Esto es, uno cada 26 meses. El último en completar el sexenio fue Bartlett (1982-1988) y el último en pasar de ahí a la Presidencia fue Echeverría, en 1970.
Primer hidalguense en despachar en el Palacio de Cobián, Miguel Ángel Osorio Chong convenció al presidente electo Enrique Peña Nieto de regresar a Gobernación las funciones de seguridad pública que el panismo se había llevado a otra parte.
Hoy, la Segob es un ente muy pesado, encargado de temas diversos que van de la inmigración a las relaciones con las entidades federativas y el Poder Legislativo, pasando por los asuntos religiosos, los sorteos y hasta la clasificación de películas.
Atrás quedaron los tiempos en que Bucareli era la sala de operaciones políticas por excelencia y antesala natural de Los Pinos.
Actualmente quien funge como titular de la Segob se vuelve el fusible del gobierno, al que se suele cambiar en situaciones de alta tensión política, como ocurrió con la crisis zapatista de 1995, la masacre de Acteal de 1997 y el fracaso de las negociaciones de la Ley de Ingresos de 2010.
Nótese que ninguno de los últimos siete presidentes de la República ha surgido de sus oscuros corredores, pese a que, desde 1998 a la fecha, al menos dos titulares de la Segob han intentado usar la secretaría como trampolín.
Antes de la fuga de El Chapo Guzmán, el secretario Osorio tenía que ser mencionado como uno de los posibles sucesores de Peña Nieto, por la confianza que el mismo mandatario depositó en él desde los tiempos de la campaña electoral, y no tanto por el lugar que ocupa en el gabinete.
Sin embargo, el electrizante escape de El Altiplano ha producido un cortocircuito no sólo en las posibilidades de Osorio de ser candidato del PRI en 2018 sino también en su credibilidad y capacidad de interlocución.
Fue sintomático que no tuviese un papel de primer orden en el anuncio del martes en Oaxaca. Antes del 12 de julio, parecía que Osorio hacía el trabajo de Emilio Chuayffet. El martes dio la impresión de que ya es al revés.

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