Opinion

Ahorro y esperar tiempos mejores

Miriam A. Ornelas
Analista

2015-07-23

El vivir en una ciudad fronteriza con los Estados Unidos tiene sus ventajas y sus desventajas: bueno, porque el juarense aprovecha lo mejor y lo que más le conviene de dos mundos y de dos sistemas económicos y puede adquirir donde más le parezca, los diferentes bienes y servicios que le ofertan ambos mercados. Así, se logra una estabilidad de precios y un suficiente abasto que casi siempre nos pone a salvo de los periodos de escases que cíclicamente afectan al consumidor nacional.
Pero cuando la divisa norteamericana sufre incrementos de precio esto incide en los precios de casi todos los bienes y servicios que forman el conjunto de nuestros consumos familiares. Esto es lo que ha estado sucediendo últimamente cuando nuestro peso respecto al dólar, acumula ya una devaluación del 20 por ciento respecto del nivel que observó esta divisa en octubre del 2014. Ahora la devaluación ya comienza a pegar fuerte en los precios de los alimentos y eso afecta gravemente a nuestras economías domésticas.
Los juarenses hemos aprendido a ser cautos en virtud de las múltiples devaluaciones que ha sufrido nuestra moneda desde 1976 a la fecha, hemos entendido que es suicida endeudarnos en dólares por muchas que sean las ofertas y las facilidades de crédito que nos brindan los mercaderes de El Paso, Texas. La prudencia se ha aposentado entre nosotros y salvo algunos incautos que todavía existen, pocos son los juarenses que se endeudan en dólares; total si tengo dinero para comprarlo, lo compro pero sí no, pues sencillamente me abstengo. Esto implica en sí mismo una saludable disciplina económica que nos evita caer en las profundas quiebras de 1976 y otras que se sobrevinieron poco después.
En la mayoría de las familias no podemos decir que nos encontremos en una economía dolarizada debido a esa cautela, lo que sí está sucediendo es que muchas mercancías de producción nacional no se ofertan en nuestra ciudad y debemos comprarlas en el mercado paseño con dólares, que ahora se nos ofertan a 15.75 pesos por dólar y eso provoca que los precios de esos bienes y servicios se encarezcan automáticamente. Lo mismo sucede con los comerciantes juarenses que venden al público mercancías de procedencia norteamericana. Están más caras, pero no por la especulación de los comerciantes sino por la devaluación de nuestra moneda.
Pero lo cierto es que muchas veces los precios de los productos nacionales que llegan a nuestras tiendas inciden igual o más caros y así nuestras economías domésticas se encuentran en un callejón sin salida y debemos comprar productos más caros y a veces de inferior calidad que los estadounidenses.
Pero no todo es para malo, lo cierto es que la devaluación de nuestra moneda frente al dólar de nuestros vecinos del norte ha provocado que la industria maquiladora reciba un impulso significativo porque los salarios que se pagan al trabajador se han reducido y eso ha provocado que ese sector de nuestra economía se encuentre en franco crecimiento al grado que ya comienzan a observarse fenómenos que eran regulares cuando teníamos una situación de pleno empleo antes de la crisis de violencia de los últimos años del sexenio de Felipe Calderón, que tanto daño ocasionó a nuestra ciudad. Por ahora se están generando más empleos y no tardará el tiempo en que estos sean mejor pagados como efecto lógico de la acción de las leyes de la oferta y la demanda de trabajos.
Pienso que nuestro gobierno poco puede hacer por evitar esta escalada de precios, puesto que sus políticas económicas no la ocasionaron, la salida se encuentra en ganar un poco más para compensar la erosión de nuestra moneda y ese tiempo no tardará más de seis meses en presentarse. Ante un panorama mundial de crisis económica provocada por la bancarrota griega, pienso que en realidad somos de las economías mejor libradas y eso es mucho decir.
¿Qué podemos hacer? Creo que la única opción que tenemos por el momento es optimizar nuestra economía ahorrando lo más posible mediante la conducta de no comprar sino cosas que verdaderamente necesitemos y suprimir el gasto superfluo en espera a que lleguen tiempos mejores. Tal vez el año que entra.

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