Opinion

Lenón y prostituta

Sergio Sarmiento

2015-07-23

Distrito Federal— En un afán por mostrar que las leyes sobre la prostitución en nuestro país no son moralistas, los códigos penales no prohíben explícitamente la prostitución sino sólo el lenocinio o la trata. De todas formas, dañan a las prostitutas que pretenden proteger.
Ni el Código Penal Federal ni el del Distrito Federal castigan la prostitución, pero sí imponen sanciones al lenocinio. El artículo 206 del Código Penal Federal establece penas de dos a nueve años de cárcel y de 59 a 500 días de multa por lenocinio. En la ciudad de México el castigo del artículo 189 es de dos a 10 años de cárcel y de 500 a 5 mil días de multa.
La Ley General de Trata es la más severa y amplia de todas, y por eso la más usada, ya que fija penas de 15 a 30 años de prisión y de mil a 30 mil días de multa “al que se beneficie de la explotación de una o más personas a través de la prostitución, la pornografía, las exhibiciones públicas o privadas de orden sexual, el turismo sexual o cualquier otra actividad sexual remunerada” mediante engaño, violencia física o moral, abuso de poder, aprovechamiento de vulnerabilidad, daño grave o amenaza. Es un castigo más severo que el que se aplica al homicidio, que se castiga con ocho a 20 años de cárcel en el artículo 123 del Código Penal del Distrito Federal.
El hecho de que alguien “se beneficie económicamente de la explotación de una persona mediante el comercio, distribución, exposición, circulación u oferta de libros, revistas, escritos, grabaciones, filmes, fotografías, anuncios, impresos, imágenes u objetos de carácter lascivo o sexual, reales o simulados, sea de manera física, o a través de cualquier medio”, se castigará con cinco a 15 años de cárcel y mil a 30 mil días de multa. El voceador de revistas eróticas o el librero que vende Lolita de Nabokov pueden ser encarcelados 15 años en México.
Los políticos moralistas dicen que sólo buscan proteger a las mujeres “engañadas” por lenones, fotógrafos, pintores o novelistas. La verdad es que combatir el lenocinio no sólo no ayuda a las prostitutas sino que las perjudica.
Sudhir Venkatesh, de la Universidad Columbia de Nueva York, realizó con Steven D. Levitt un estudio sobre prostitución callejera, An Empirical Analysis of Street Level Prostitution, y encontró que los proxenetas elevan no sólo la seguridad sino los ingresos de las prostitutas (el estudio, realizado en Chicago, ha sido citado en Superfreakanomics de Steven D. Levitt y Stephen Dubner). Los clientes que contratan los servicios de una prostituta a través de un padrote no sólo pagan más sino que contratan servicios más caros. Aun cuando el lenón cobra en promedio 25 por ciento, la prostituta gana más por menos servicios. Una prostituta que trabaja con un lenón, por otra parte, tiene menos posibilidades de ser golpeada u obligada a entregar servicios gratuitos a policías u otras personas que las extorsionan.
En México, sin embargo, las autoridades han enfocado sus esfuerzos moralistas en sancionar a los lenones. La definición del término es muy amplia. Un padre y una madre que reciben dinero de una hija que cobra por sexo o por exhibirse en espectáculos “lascivos” se convierten en tratantes. También un hijo sostenido por una madre que se prostituye. Lo peor es que los legisladores y las autoridades de nuestro país están combatiendo una práctica que, a final de cuentas, permite un mejor ingreso y una mayor seguridad a las prostitutas.

Estado fallido
Guerrero tiene el mayor índice de homicidios en el país, 48 por cada 100 mil habitantes contra una media nacional de 16 (INEGI), y el tercer mayor nivel de pobreza extrema, con 24.5 por ciento contra una media de 9.5 por ciento. Pero sus líderes populares quieren prohibir la inversión minera mientras que el gobernador Rogelio Ortega nos dice que el estado quedará en bancarrota por pagar sueldos a maestros cuyas plazas no están reconocidas por la SEP.

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