Opinion

El espejismo del cambio

Sergio Conde Varela
Analista

2015-07-22

Los juarenses, chihuahuenses y mexicanos, hemos escuchado durante los últimos años, bastantes por cierto, las repeticiones constantes y permanentes de que ahora sí habrá cambios que proyecten a nuestra Patria a rumbos mejores.
Es cierto que en las tribunas políticas y en los medios, se sabe que la palabra cambio produce un frenesí de alegría para quien la escucha y tiende a borrar los descalabros y angustias que vive sin duda alguna nuestra población.
Cuando entró el gobierno del Lic. Peña Nieto, se habló de reformar la política energética, la educativa y la fiscal entre las más importantes y produjeron júbilo en ciertos sectores poblacionales y rechazo marcado en otros.
Sin embargo en la primera licitación petrolera de hace unos días, el gozo se fue al pozo, al no existir cambio alguno de quien ganó la licitación invirtiendo cerca de 3 mil millones de dólares y que fue nada menos ni nada más, que el grupo del cuñado del Lic. Carlos Salinas de Gortari. En otras palabras, vuelven a tener beneficios el grupo de los neoliberales, cerrados por tradición a los problemas sociales.
El cambio anunciado por la llamada reforma energética, se puede afirmar sin rubor alguno es un espejismo es decir, un delirio de que la tal reforma iba a traer un beneficio al pueblo.
De igual manera ha sucedido con la reforma educativa. Según los medios, hay 32 órdenes de aprehensión en contra de maestros de la sección 22 del estado de Oaxaca, aplaudido esto por el grupo neoliberal “Primero México” de donde no se desprende ni un solo maestro que en las aulas, gane el ingreso de tantos y tantos mentores, que luchan porque el sueldo les alcance para tener una vida digna. Los que cantan la música de la tal reforma, nada han dicho ni se han manifestado en torno a la desaparición de 43 normalistas, hecho conocido a nivel mundial.
La clase media y la baja, sabemos que los cambios que con tanto alboroto se anunciaron, se han convertido en humaredas llevadas por el viento y que la realidad en nuestra frontera, estado y nación hablan de un hecho que solo favorece a ciertos grupos.
Se ha comprobado que en lugar de resolver problemas, los llamados cambios, han servido solo para buscar el poder por el poder mismo y que en esa efervescencia solo se favorezca a grupos privilegiados por la situación económica o la situación política que seguramente se repetirá con la famosa reelección hecha ya en las leyes electorales.
En realidad nada se dice respecto a lo hecho y no dicho, derivado de las acciones y obras que deberían favorecer al pueblo y que brillan por su ausencia. Desde luego, esa política es engañosa y en nada ayuda para que la realidad local y nacional empuje con fuerza el desarrollo positivo del país.
Esa repetición constante y permanente que machaconamente afecta la marcha popular por las mismas cosas que siempre han sucedido y que solo se maquillan como nuevas creaciones por un cambio que no existe, no nos va a llevar al desaliento.
Lo que nosotros creamos que es verdad, es más poderoso que los que otros aceptan como verdad.
Los juarenses debemos experimentar que nuestros programas de creencias son los que marcan las rutas verdaderas.
Por consecuencia debemos saber que nuestras vidas experimentarán las creencias con las cuales nos identificamos.
Los cambios deben ser reales y no quimeras o apariencias de cambios. Estas transformaciones o reformas deben ser propias y motivarnos a orientar nuestra vida de manera seria y responsable, porque es un derecho que tenemos y que debemos gozar los juarenses, chihuahuenses y mexicanos, de tal manera que con esto, se borrarán los famosos espejismos a los cuales nos quieren acostumbrar, que no son sino ilusiones ópticas que por bien nuestro deben desaparecer de la faz de México. ¡Faltaba más!

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