Opinion

Alguien que espera milagros

Javier Cuéllar
Analista político

2015-07-21

Bien dice por ahí una vieja consigna estudiantil que “sabe más un tonto con un libro preguntando, que un sabio contestando”. Pero en el campo del periodismo muchas veces estoy de acuerdo con el pensamiento de James Huneker que nos dijo: “El crítico es un hombre que espera milagros”, y estas consideraciones vienen al caso del artículo del periodista Jorge Ramos, publicado por El Diario de Juárez el 20 de julio pasado bajo el título de “Un presidente paralizado” en el que hace duras criticas al licenciado Enrique Peña Nieto acusándolo de adoptar una actitud de avestruz frente a lo que él considera las tres crisis más grandes que ha enfrentado su gobierno.
La primera la considera él como la masacre de los estudiantes de Ayotzinapa, la segunda la compra de la Casa Blanca por parte de la primera dama y la tercera, la fuga del Chapo Guzmán. Lo cierto es que la administración del presidente Peña Nieto ha estado marcada por muchos más problemas que esos, dado el hecho de que recibió de Felipe Calderón un país técnicamente incendiado, con un rezago político, social, económico y de corrupción que, aunque en lo referente a la paz y la seguridad pública sólo se acentuó en el sexenio calderonista, en realidad es una larga cola de cometa que se arrastra desde hace muchos, muchos años.
En el orden en que fueron expuestos por el citado columnista, el problema de Ayotzinapa se lo debemos toralmente al PRD y a sus nexos con ciertas bandas del crimen organizado del estado de Guerrero que le dio poder de vida y muerte a esa camarilla política para cometer el asesinato cruel de esos jóvenes al grado de holocausto. Eso no fue culpa de Peña Nieto. El presidente tiene a su mando una treintena de secretarios de Estado y el régimen encaró el problema por medio de sus funcionarios competentes que llevaron a cabo una investigación criminal que arrojó una centuria de acusados y un costo político para el PRD, pagado con estrepitosas derrotas electorales.
El orden jurídico fue restablecido con el castigo en proceso de los culpables, pero no con la descabellada exigencia de algunos grupos políticos de “la resurrección de los asesinados” que tornaron el caso en un activismo político irresoluble.
¿Quién puede volver a la vida a 43 fallecidos e incinerados? A un problema real se le exigió mediáticamente una solución imposible y “A lo imposible nadie está obligado”. El presidente no se achicó; afrontó el problema por medio de los funcionarios competentes y lo resolvió, aunque el epílogo no fue del gusto del columnista Jorge Ramos. Pero, ¿dónde está la evasión?
El problema llamado de la Casa Blanca, fue y sigue siendo un caso de corrupción y de imprudencia, que ahora le llaman conflicto de intereses por parte de la esposa del presidente y cualesquiera que sea padre de familia sabe muy bien que: “De lo que hacen la esposa y los hijos el padre es el último que se entera”. Pero no fue el presidente quien lo ocasionó sino su esposa. Y si hemos de creer que hombre y mujer somos iguales, entonces esto debe extenderse a los derechos pero también a las obligaciones y las responsabilidades. El presidente Peña Nieto exigió a su esposa que diera la cara y ella lo hizo, por mucho que la opinión pública no haya quedado satisfecha con la explicación de Angélica Rivera. Pero el presidente no se escondió, por mucho que lo haya avergonzado la oscura conducta de su esposa.
Por lo que respecta a la fuga del Chapo, podemos decir que no es función del presidente custodiar a los reos de México, esa es una obligación del secretario de Gobernación y fue a ese funcionario al que mandó Peña Nieto a afrontar el problema, a dar la cara, porque para eso se le paga. Todos dudamos que dicho escapista sea recapturado, sí, pero ese no es asunto del presidente puesto que ahora toda la policía del mundo anda tras él, incluyendo al FBI y a la DEA, cuyas imágenes no son todo lo aseadas que pudiera esperarse. Pero, ¿dónde está la conducta evasiva de Peña Nieto a que se refiere Jorge Ramos? La crítica de este columnista me parece injusta e infundada, lo que prueba que poco conoce la problemática de México.
En realidad existen muchas más dificultades nacionales que deben ser atendidas y muchas cosas se están haciendo aunque no todas salgan lo bien que se quisiera debido a que existen muchos factores que influyen en los resultados. Pero, criticar por criticar, eso también es criticable, más en uno de los periodistas más destacados del mundo. Tal vez le convendría a Jorge Ramos meditar sobre el pensamiento de Abraham Lincoln que nos dice: “Quien tiene el derecho de criticar debe tener el corazón para ayudar”.

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