Opinion

En la balanza

Olga Tuda
Analista

2015-07-20

Acción Nacional encabeza ahora las notas donde se destacan las labores partidistas, cuando está por arribar una fiesta democrática al interior de ese partido.  Y es que el próximo 16 de agosto se reunirá el panismo para elegir a su nuevo presidente nacional, por votación y no por dedazo.
Dos contendientes se mecen en la balanza, a la caza de la aprobación de los militantes, de los cuales solicitan primero sus firmas y luego sus votos. Se postulan para el puesto el juarense Javier Corral Jurado y Ricardo Anaya Cortés, ambos con historial dentro del PAN.
Ricardo Anaya es un hombre joven que ha tenido a bien varias contiendas y ha ocupado puestos importantes en los gobiernos de Querétaro y en el PAN, tanto de ese estado como en el nacional. Javier Corral cuenta con una larga trayectoria desde que en 1982 se afilió al blanquiazul. Ha ocupado puestos de trascendencia en las cámaras de Diputados y de Senadores, así como diversos cargos en este partido, por lo que acumula vastas experiencias.
“Tenemos que darle a México razones para volver a creer”, es el slogan de Anaya, quien dice: “Hagamos las cosas bien, volvamos a ser la esperanza de México, retomando la ruta, y ganar en 2015 las elecciones. Quiero un PAN fresco, renovado, quiero unir al PAN”.
Mientras que Corral invita a los panistas a “Vivir la democracia” y los convoca a una “Rebelión de las bases”. En su exhorto dice: “Llamo a todas y a todos los militantes a ejercer digna y libremente sus derechos. Que el PAN vuelva a ser un bien público y no un bien privado de grupos y de facciones que se reparten los puestos, los cargos directivos y hacen de las campañas electorales un negocio personal”.
Y mientras ambos emiten sus credos en busca de dar en la diana, el panismo se ha dividido en tres: los bandos de apoyo a cada candidato, y los que no quieren saber nada. El viejo panismo puede lograr que se haga la diferencia, si es que la redención propuesta por Corral llega a “mover las almas” o la esperanza acariciada por Anaya, logra romper las barreras de los que ya no creen.
Rebelarse y volver a tener esperanza son las armas que se promueven en el equipaje de los postulantes, pero decía Manuel Gómez Morín: “¿Qué armas para esta lucha?... las ideas, los valores del alma. Ni tenemos otras, ni las hay mejores”. De las ideas y los valores del alma de cada uno nacerá la dicha de mover las almas, para bien o para mal, para disfrutar las mieles o las hieles del resultado de esta contienda.
Resulta evidente que Acción Nacional necesita renovarse, regresar a los orígenes de aquella ideología pura, en la que había convicción, no corrupción como los mismos participantes lo mencionan; cuando no se pagaba por el voto, ni se hacían grupos con intereses propios, sino un solo grupo cohesionado con el interés de servir a México y los mexicanos.
Alguna vez escuché decir a un viejo panista: “No hay que aceptar dinero del gobierno para nuestro partido, hay que terminar los períodos para los que somos electos con dignidad, y no saltarnos de uno a otro. Y oigan bien, el fin no es ganar elecciones por ganarlas, sino tener bien cimentados los propósitos del cambio en bien de la sociedad. No seamos como los del PRI”.
Por desgracia, parece que la mayoría no lo escucharon y el parecido se ha dado con gran intensidad, quizá por las avalanchas de nuevos integrantes que se afilian cada vez que el PAN llega al poder.
Un punto que no está a favor de los ahora contendientes y que se comenta entre los militantes, sobre todo entre los locales, es que ambos se encuentran ocupando una curul, uno como diputado y el otro como senador. Despegarse de un puesto para ocupar otro no es lo mejor, pero éstos son ahora los mejores hombres que propone Acción Nacional para ocupar la jefatura nacional.
El recorrido de Anaya es una propuesta matutina, de energía joven en busca de una esperanza con miras a ganar las próximas elecciones.
Javier Corral es la larga experiencia, curtido en las batallas. Nació en el PAN desde hace 33 años, ha pisado escalinatas al por mayor y conoce a su partido al revés y al derecho. Bebe la energía de lo añejo sorbo a sorbo y deleita su paladar al hablar de ello.
Corral es como una galleta crujiente, mientras que Anaya semeja un pan blando, ambos apetitosos para la degustación de los participantes. Incapaces algunos de tomar la decisión por su propio sabor y subordinados a los mandos de un grupo, cuyos intereses quizá no sean los de la nación.
La moneda está en el aire y los que juegan este volado esperan que caiga a su favor.

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