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Bagdad es anfitrión de maratón y celebra victoria

Tim Arango / New York Times News Service

2016-02-06

Bagdad— Naji Abdulamir solía correr por todo Bagdad pero prefería tierras las agrícolas a lo largo de las márgenes del Tigris. Karim Aboud corrió alguna vez por Saddam Hussein y tiene el reloj de oro que los recortes periodísticos para probarlo. Falí Naji corrió por Irak en una competencia en India celebrada en 1982, y recordó: “No había mayor honor que representar a tu país”.
Los tres hombres –actualmente sesentones, los estadistas mayores de la diminuta comunidad de Irak en funcionamiento– rebosaban de recuerdos la semana pasada de cara a la Maratón Internacional de Bagdad, la primera en tanto tiempo como cualquiera pudo recordar.
De hecho, la carrera no era una maratón en lo más mínimo. En vez de los 42.155 kilómetros que son la norma, la versión de Bagdad era una carrera en el camino que permitía a los participantes su elección de una distancia menor: 2, 4, 8 o 10 kilómetros.
Eso tuvo poca importancia.
“Me siento como un niño en Eid”, dijo Abdulamir, entrenador de carrera y ex estrella de la selección nacional de Irak.
Naji dijo que la carrera, efectuada el viernes, fue “un comienzo de algo, después de largo tiempo”.
“Solíamos tener competencias organizadas como esta en los años 70”, dijo. “Estoy muy feliz. Es un sueño”.
Los años 70 y comienzos de los 80 siguen ejerciendo un poderoso atractivo sobre los iraquíes de la edad de Naji. Los altos precios del petróleo estuvieron alimentando un auge en la construcción, el Partido Baaz aún no mostraba la magnitud plena de su crueldad, y fue antes de que guerras y sanciones horadaran a la sociedad iraquí. Entonces, Irak fue orientado hacia el mundo árabe; Irán no era el patrocinador y aliado que es actualmente, sino más bien un enemigo jurado.
Todo esto se sintió a través de la arena de atletismo. “Hubo una época en que Irak era como el amo de los países árabes en deportes”, dijo Maitham Taher, el portavoz de la carrera de Bagdad.
Para el gobierno, la carrera era parcialmente un ejercicio en la formación de una imagen para la ciudad. Era una manera de presentar a Bagdad como seguro y agradable, aun cuando enfrenta ataques con frecuencia por parte de Estado Islámico y padece a manos de milicias chiíes en ascenso que son controladas por Irán y responsabilizadas de un aumento en secuestros y asesinatos del tipo de la delincuencia organizada.
La pista para la carrera era bastante simbólica: una franja del camino al aeropuerto, la vía exprés antes conocida como la “carretera de la muerte” y un sombrío símbolo de la incapacidad de Estados Unidos para controlar una creciente insurgencia.
Los organizadores dijeron que la mayoría de los casi 2,000 participantes que se registraron eran iraquíes, pero había 32 corredores que habían llegado en vuelos provenientes de ocho países, vistiendo trajes deportivos con los colores de sus naciones: Marruecos, Sudán, Egipto, Etiopía, Somalia, Líbano, Siria y Yemen. En su mayoría, llegaron la noche anterior a la carrera, y fueron directamente a la máquina para correr en el hotel y se cargaron de carbohidratos con arroz y pasta para prepararse.
Mohammed Hussein, director de la delegación egipcia, dijo que pese a la violencia que envuelve al país y el hecho que un tercio de Irak estaba en manos de extremistas de Estado Islámico, “Llegué a entregar un importante mensaje: que Irak es un país estable”.
“Abordé un autobús común desde el aeropuerto. Fui a dar una caminata anoche sin escolta de seguridad. Fue normal”, dijo.
Al viajar de un país desgarrado por la guerra a otro, Mohammed Dhaifalá, el entrenador de los dos jóvenes corredores yemeníes que participaron, dijo: “Estábamos muy preocupados. Nos preocupaba la seguridad, pero nos sentimos bien después de ver las calles llenas de gente y automóviles”.
El día antes de la carrera, Aboud estaba ahondando excitadamente sobre los viejos tiempos, haciendo alarde de recortes viejos de prensa y fotografías. Hubo carreras en Bahréin y Argelia, y él orgullosamente recordó haber ganado una carrera de 10,000 metros montada por los militares en 1986 en Mosul, la segunda ciudad más grande de Irak, que durante más de un año y medio ha estado bajo el control de Estado Islámico. “En otra época, Saddam vino a ver una carrera”, dijo, y sonrió mientras recordaba haber estrechado la mano del dictador.
Mientras viajaba en el autobús con rumbo a la carrea, Bashar Hamadi, sirio de 30 años de edad que se mudó de Hasaka a Damasco en años recientes conforme una brutal guerra civil convulsionaba a su país, le dijo a este reportero, antes de que siquiera hubiera empezado una conversación: “No quiero hablar de política, solo de correr”.
Explicó su amor por el deporte: “Cada vez que corro, pienso en grandes sueños”.
El clima el día de la carrera era perfecto como de película, como un día de otoño en Nueva Inglaterra: luz solar brillante, el aire un poco frío. Mientras los corredores se reunían en la línea de salida, el maestro de ceremonias elogió a las fuerzas de seguridad, las milicias y el reverenciado mártir chií Imán Hussein, proclamando: “Bagdad es victorioso. Bagdad es la ciudad de la paz”.
Hubo cánticos por los populares líderes de milicias Hadi al-Ameri y Qais al-Khazali. Hubo también un mar de color –los diferentes tonos de rosa, naranja, amarillo y azul de la camiseta oficial de la carrera– y hombres con trajes deportivos y mujeres con velos. Todos recibieron una medalla.
Uno de los corredores era Thamir Khazal, soldado que había salido hacía dos semanas de las líneas del frente en la provincia de Ambar. Estaba parado en la línea de partida y fumaba un cigarrillo, y dijo que correr “mantiene mi salud en buena forma”.
Un cigarrillo, dijo, es un mejor remedio previo a la carrera para animarme que una bebida energética.
Emocionado por formar parte de todo estaba Talib al-Safar, el presidente de la federación atlética de Irak, quien compitió saltando obstáculos por Irak en la década de lis 70.
“Bagdad es una gran ciudad”, dijo. “Debemos todo a Bagdad. Tuvimos que hacer algo especial por Bagdad”.
Confiado, agregó: El próximo año será una media maratón. Y quizá, en el futuro, tengamos una maratón completa”.

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