Liz Alderman / New York Times News Service
2016-02-04
Idomeni, Grecia— Un día entre semana hace poco, 40 autobuses atiborraron el estacionamiento de una gasolinería cerca de la frontera con Macedonia; transportaban a miles de refugiados que habían sobrevivido al mar invernal al cruzar desde Turquía.
Ahora, se acercaban a la zona de impacto, en el debate cada vez más intenso, sobre cómo detener el flujo incesante de hombres, mujeres y niños procedentes de países pobres, asolados por la guerra en Oriente Próximo y Africa, para llegar a la seguridad y prosperidad de Europa.
Después de tratar de persuadir, y en gran medida fallar, a Turquía para que detuviera la afluencia, Europa ha llegado a un punto crítico en la crisis de los inmigrantes. Quedan pocas opciones además de detener la guerra en Siria, y gran parte del continente se está uniendo en torno a propuestas con las que se endurecería la frontera con Macedonia y, efectivamente, convertiría a Grecia en un gigantesco centro de tramitación migratoria.
En el cruce fronterizo en esta ciudad –uno de los accesos de más movimiento de inmigrantes con rumbo al norte, y el sitio de la violencia ocasional entre autoridades e inmigrantes frustrados–, Grecia ha tenido ese papel de filtro, hasta cierto punto, desde hace meses. En teoría, Grecia está permitiendo que solo los sirios, iraquíes y afganos continúen hacia sus destinos de preferencia en Alemania y Austria.
Se supone que al resto –de sitios como Irán, Marruecos, Eritrea, Libia, Somalia y Congo– los van a mandar a campos en Atenas, donde los pueden deportar o presentar solicitud de asilo en Grecia, cuyos problemas económicos la harían poco atractiva para ser un hogar nuevo para la mayoría de los inmigrantes, aun si los aceptaran.
Sin embargo, otros países europeos dicen que Grecia no hace suficiente para reforzar la frontera y, ya que se espera que aumente otra vez la cantidad de refugiados a medida que mejore el tiempo, la presión para adoptar un enfoque nuevo está escalando rápidamente.
Exasperados por lo que dicen que es una política griega de solo dejar pasar a la gente al resto de Europa, funcionarios en la Unión Europea hablan de expulsar temporalmente a Grecia de la zona interna para viajar sin pasaporte, conocida como Schengen.
El presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, apoyó una idea distinta, la de enviar a policías de los Estados miembros a Macedonia, la cual no es parte de la Unión Europea, para reforzar su lado de la frontera con Grecia. Un ministro belga hasta llamó a que se construyan campos para 300,000 refugiados en Grecia.
Si se le imponen controles fronterizos a Grecia, Xydakis dijo, “se detendrá la afluencia por el mar griego porque la gente no va a querer quedar atapada en una caja negra en Grecia. Pero los inmigrantes solo encontrarán otras formas de entrar en Europa, aun si tienen que ir al Círculo Polar Artico”.
Esta semana, la Unión Europea propuso permitir a los países suspender el acuerdo Schengen hasta por dos años, una medida que podría empujar al sistema hacia el colapso y dañar las economías cuando Europa necesita más recursos para lidiar con los inmigrantes. Varios países miembros, incluidos Alemania, Suecia, Hungría y Austria, han reinstalado, temporalmente, las revisiones fronterizas.
Funcionarios europeos culpan a Grecia de crear “un dominó” de fronteras reforzadas a lo largo del camino hacia Alemania.
Funcionarios macedonios dicen que Grecia debe distinguir adecuadamente a los refugiados de los inmigrantes que no piden asilo o muchos podrían quedarse varados en Macedonia si los rechaza Serbia, su vecina al norte.
“Entonces, seremos el lugar donde se van a instalar tiendas de campaña y nos convertiríamos en un enorme campo para refugiados al aire libre”, dijo Nikola Poposki, el ministro de relaciones exteriores de Macedonia. “Haremos todo lo necesario para evitar eso”.
Aquí, en Idomeni, en el campamento oficial para inmigrantes contiguo al retén entre Grecia y Macedonia, funcionarios griegos escudriñaban los documentos de cientos de refugiados zarrapastrosos que esperaban para cruzar por una apertura en una valla nueva de alambre concertina, de 12.5 millas, que separa a ambos países.
Aun cuando la afluencia de inmigrantes se redujo en el invierno, las cantidades son más altas que nunca antes para esta época del año. Tan solo en enero, llegaron más de 45,000 inmigrantes a las islas griegas procedentes de Turquía, un incremento de veinte veces respecto de hace un año, a pesar de una promesa de 3,000 millones de euros en ayuda de la Unión Europea y Turquía a cambio de esfuerzos para reducir la cantidad de inmigrantes.
Funcionarios griegos dicen que han mejorado los esfuerzos críticos, como tomar las huellas dactilares de quienes llegan, intensificar las patrullas marítimas y actualizar las instalaciones para el registro de los inmigrantes en las islas griegas.
Entre tanto, la situación en Idomeni es apenas una probada de cómo podría verse Grecia si Europa decide suspenderla de la zona Schengen o sellar la frontera con Macedonia.
Cuando Macedonia cerró la frontera sin advertencia alguna durante un día de la semana pasada, los inmigrantes se juntaron detrás de la valla de alambre concertino y mataron a un paquistaní en medio de la tensión. En noviembre, cientos de inmigrantes del lado griego atacaron a la policía macedonia con piedras por el temor de que no los dejaran pasar.
En los últimos días, el campo oficial se volvió más ordenado, las organizaciones de ayuda manejaban los refugios, y distribuían alimentos y ropa. No obstante, la afluencia de refugiados había retrocedido hasta la gasolinera Eko, una sala de espera para quienes esperan continuar al norte.
“Estamos felices de haber podido llegar a Grecia, pero queremos seguir adelante”, notó Nayib Nasrati, de 15 años, quien había llegado de Afganistán con su familia para tratar de ir a Alemania.
Temprano ese día, había oído el rumor que circulaba en el estacionamiento de Eko en cuanto a que podría ser que Alemania cerrara totalmente sus fronteras en seis meses.
“Me enojé cuando oí eso”, dijo. “Todos estamos en una situación muy mala. Si tenemos que quedarnos en Grecia o que nos regresen, será el caos”.