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Los beneficios para la salud de tejer y bordar

Jane E. Brody / New York Times News Service

2016-01-30

Nueva York— Hace unos 15 años, me invitaron a unirme a un grupo de tejido. Respondí con renuencia: “¿Cuándo haría eso?”, a lo que siguió un “los lunes por la tarde, a las cuatro”, en la casa de una amiga, a menos de tres minutos caminando desde la mía. Estuve de acuerdo en intentarlo.
Mi madre me había enseñado a tejer cuando yo tenía 15 años, y tejí en las clases cuando estuve en la universidad y unos cuantos años más después de eso. Luego pasaron décadas sin que yo tocara una aguja de tejer. Sin embargo, en cuestión de dos lunes en el grupo, me enganché, no solo con las agujas, sino también con el ganchillo, e iba camino a convertirme en una artesana productiva.
He hecho incontables mantas a ganchillo, cobijas para bebé, suéteres, chalecos, chales, pañuelos, gorros, guantes, gorros para recién nacido y dos colchas. Me llevo mi tejido a donde quiera que vaya, especialmente cuando tengo que estar sentada quieta y escuchando. Como lo descubrí en la universidad, cuando tengo las manos ocupadas, mi mente se queda concentrada en el aquí y el ahora.
Pareciera, también, que soy parte de un resurgimiento nacional del interés en las agujas y otras actividades manuales, y no solo entre las viejas abuelas como yo. El consejo Craft Yarn informa que un tercio de las mujeres entre los 25 y los 35 años tejen con agujas o a gancho. Hasta los hombres y los niños en edad escolar están aumentando las filas, entre ellos los tres nietos de mi amiga, que tienen seis, siete y nueve años de edad.
En abril, el consejo creó la campaña “Elimine la tensión tejiendo” en honor al mes nacional de la conciencia sobre el estrés. El doctor Herbert Benson, un pionero en la medicina de la mente y el cuerpo, y autor de “The Relaxation Response”, dice que la acción repetitiva del tejido puede inducir un estado de relajación como el que se asocia con la meditación y el yoga. Una vez que se va más allá de la curva inicial del aprendizaje, tejer con agujas o a gancho puede bajar la frecuencia cardiaca y reducir los dañinos niveles sanguíneos del cortisol, la hormona del estrés.
Sin embargo, a diferencia de la meditación, las actividades manuales tienen como resultado productos tangibles y a menudo útiles que pueden incrementar la autoestima. Yo guardo fotografías de mis singulares logros en mi teléfono celular para reforzar el ánimo cuando es necesario.
Desde los 1990, el consejo ha encuestado a cientos de miles de tejedores, con agujas y a gancho, que rutinariamente mencionan al alivio de la tensión y una satisfacción creativa como los principales beneficios de esta actividad. Entre ellos está el padre de una hija que nació prematura e informó que durante las cinco semanas que pasó la bebé en la unidad de cuidados intensivos neonatales, “aprender a tejer gorros para prematuros me brindó un sentido de propósito durante el tiempo que se sintió muy desamparado. Es un pasatiempo al que me he apegado y me sigue ayudando a lidiar con la tensión, me da un sentido del orden en los días frenéticos y le da tiempo a mi cerebro para resolver problemas”.
Un correo electrónico reciente de la compañía de estambres Red Heart, titulado “Beneficios para la salud de tejer con agujas y a gancho”, me impulsó a explorar que otras cosas podrían saberse sobre el valor para la salud de actividades como tejer. Mi investigación reveló que las recompensas van muchísimo más allá de remplazar a la tensión y la ansiedad con la satisfacción de la creación.
Por ejemplo, Karen Zila Hayes, una consejera de vida en Toronto, realiza programas de terapia de tejido, incluido el de “Tejer para dejar de fumar” para ayudar a los fumadores a dejar el hábito, y “Tejer para sanar” para personas que enfrentan crisis de salud, como un diagnóstico de cáncer o la enfermedad grave de un familiar. Las escuelas y prisiones que cuentan con programas de artesanías informan que éstos tienen un efecto calmante y mejoran las habilidades sociales. Tener que seguir instrucciones en los proyectos complicados puede mejorar las habilidades matemáticas de los niños.
Algunas personas encuentran que las actividades manuales las ayudan a controlar el peso. Así como es desafiante fumar mientras se teje, cuando las manos están sosteniendo agujas y ganchos, no se come sin sentido o por aburrimiento.
Me he dado cuenta de que mis trabajos manuales con el estambre han ayudado a mis dedos artríticos a seguir siendo diestros conforme envejezco. Una mujer a la que se animó a intentar tejer con agujas y a gancho después de haber desarrollado una enfermedad autoinmunitaria que le provocaba mucho dolor en las manos, informó en el sitio del consejo Craft Yarn que sus manos ahora están menos rígidas y no le duelen tanto.
Un estudio de la Universidad de Columbia Británica en el 2009, realizado en 38 mujeres con el trastorno alimentario anorexia nervosa, a quienes se enseñó a tejer, se dieron cuenta de que aprender el oficio condujo a mejoras significativas. Setenta y cuatro por ciento de las mujeres dijo que la actividad aminoraba sus temores y evitaba que estuvieran rumiando sobre su problema.
Betsan Corkhill, una consejera en bienestar en Bath, Inglaterra, y autora del libro “Knit for Health & Wellness”, estableció el sitio web Stitchlinks, para explorar el valor de lo que llama tejido terapéutico. Entre quienes participaron, 54 por ciento de quienes estaban clínicamente deprimidos dijo que tejer los hizo sentir felices o muy felices. En un estudio ente 60 personas autoseleccionadas que padecían dolor crónico, Corkhill y unos colegas reportaron que el tejido les permitió redirigir su atención, lo que redujo su conciencia en el dolor. Ella sugirió que el cerebro solo puede procesar cierta cantidad de inmediato y que actividades como tejer, con agujas o a gancho, dificultan todavía más que registre las señales de dolor. Más de los hallazgos en Stitchlinks están disponibles en el sitio web.
Quizá lo más emocionante sea que la investigación indica que las actividades manuales, como tejer con agujas y a gancho, pueden ayudar a aplazar el deterioro de las funciones cerebrales por la edad. En un estudio del 2011, investigadores, coordinados por el doctor Yonas E. Geda, un psiquiatra de la Clínica Mayo en Rochester, Minnesota, entrevistaron a una muestra aleatoria de 1,321 personas entre los 70 y los 89 años de edad, la mayoría de las cuales eran cognitivamente normales, sobre las actividades cognitivas en las que participaban en la edad tardía. Las conclusiones de la investigación, publicada en “The Journal of Neuropsychiatry & Clinical Neurosciences, son que quienes realizan alguna actividad manual, como tejer con agujas o a gancho, tienen menos posibilidades de desarrollar un deterioro cognitivo ligero y pérdida de la memoria.
Si bien es posible que solo las personas que están sanas cognitivamente realizarían ese tipo de actividades, quienes leían periódicos o revistas, o tocaban música no mostraron beneficios similares. Los investigadores especulan que las actividades manuales promueven el desarrollo de vías neuronales en el cerebro que ayudan a mantener la salud cognitiva.
En apoyo a esa hipótesis, un estudio del 2014 de Denise C. Park de la Universidad de Texas en Dallas y sus colegas demostró que aprender a hacer colchas o fotografía digital mejoraba el funcionamiento de la memoria en los adultos de mayor edad. Quienes participaban en actividades que no eran intelectualmente desafiantes, ya fuera en un grupo social o solos, no mostraron dichas mejorías.
Dado que se ha mostrado que los contactos sociales sostenidos sustentan a la salud y la longevidad, quienes desean maximizar el valor sanitario de las actividades manuales podrían considerar unirse a un grupo de personas que piensen como ellos. Yo, por ejemplo, trato de no perderme una sola reunión semanal de mi grupo de tejido.

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