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En Venezuela, enemigos de Chávez ven oportunidad en casas construidas por él

Nicholas Casey y Patricia Torres / New York Times News Service

2016-01-30

Ciudad Miranda, Venezuela— Veinte mil personas viven en este bastión de concreto construido por el ex Presidente Hugo Chávez. Él les dio las llaves, y ellos le dieron sus votos.
Sin embargo, hubo una cosa que Chávez prometió pero nunca entregó masivamente: los títulos de propiedad que permitirían a sus partidarios vender sus hogares y ganar algo de dinero.
Pero, ahora que los viejos adversarios de Chávez han tomado el control del parlamento venezolano, ellos están adoptando la táctica y haciendo una mejor. Quieren regalar las escrituras para cientos de miles de hogares que Chávez y su movimiento construyeron… y ganar las lealtades de los pobres de la nación en los próximos años.
Esta transferencia es tan grande como prácticamente cualquiera de los obsequios de inspiración socialista que Chávez haya orquestado alguna vez, y llega con un giro irónico. Durante años, la oposición clamó juego sucio en torno a la tendencia de Chávez a usar el clientelismo de la riqueza petrolífera de Venezuela para transmitir vivienda, llamándolo una estratagema obvia de compra de votos.
Ahora los nuevos dirigentes están recurriendo al mismo guión populista con que hicieron su nombre mediante críticas, reveladora señal de que la estrategia de ganar la confianza a través de la prodigalidad del gobierno no ha desaparecido.
“La oposición está intentando imitar los aspectos populares del chavismo”, dijo Francisco Rodríguez, economista en Bank of America Merrill Lynch, refiriéndose al movimiento político de Chávez.
Habiendo tomado el poder de la Asamblea Nacional este mes por primera vez en 16 años, oponentes de Chávez se llevaron rápidamente retratos de él en carritos del Capitolio, trazaron una propuesta para liberar políticos encarcelados por el gobierno e incluso amenazaron con retirar al Presidente Nicolás Maduro, el leal sucesor de Chávez.
Sin embargo, la desastrosa economía del país se está sumando a la presión sobre los legisladores para hacer algo popular. El Fondo Monetario Internacional está previendo inflación de 720 por ciento anual en Venezuela, al tiempo que rampante escasez de comida crea filas durante varias horas en tiendas. El precio del petróleo, la línea vital del país, ha colapsado. Con Maduro en la presidencia, la Legislatura no tiene control alguno sobre la política económica.
Y así, los legisladores han recurrido a las cientos de casas que Chávez y sus seguidores construyeron.
La cuestión de quién controla los títulos de los hogares va mucho más allá de un regalo de una sola vez. Chávez, quien murió de cáncer en 2013, convirtió dólares del petróleo en concreto, desatando un experimento de mudar a los pobres de Venezuela de las barriadas a altos edificios. Maduro ha seguido los pasos de su predecesor, pero incluso gobiernos anteriores a los de Chávez cortejaban a votantes con casas.
“Eso va al fondo de lo que debería ser el modelo económico en Venezuela”, dijo David Smilde, sociólogo en la Universidad de Tulane que vive en Caracas, la capital. “¿Debería ser sobre gente pobre decidiendo qué hacer con su propia propiedad, o debería ser sobre el gobierno tomando las decisiones a final de cuentas?”
Julio Borges, el legislador que está trazando la ley, argumenta que los hogares darán capital a los pobres por primera vez, impulsando la actividad para contribuir a aligerar la crisis económica de Venezuela, y dejar que los pobres determinen su propia suerte de ahora en más.
“La gente había sido tratada como si fueran niños”, destacó. “Con esta ley, puedes hacer una venta y dar una herencia, algo que no puedes hacer ahora”.
Partidarios de Maduro ven cualquier propuesta por transferir los títulos como una pócima que todo lo cura, un flagrante esfuerzo por adjudicarse el reconocimiento por una vasta tienda de hogares construida como propiedad pública.
“Dimos a la gente vivienda digna”, dijo Darío Vivas, legislador en el Partido Socialista Unido de Maduro. “Julio Borges y la oposición no han construido un hogar”.
Vivas argumentó que el gobierno ya había cumplido su promesa de entregar títulos de propiedad, posición ampliamente abrigada por integrantes de la izquierda. Sin embargo, muchos expertos replicaron que si el gobierno alguna vez daba escrituras a los hogares, era más probablemente solo en unos pocos casos y que la mayoría de los residentes no tiene títulos.
En un feroz mensaje sobe el Estado de la Unión ante legisladores este mes, Maduro juró hacer lo que pudiera para obstruir el trabajo de sus oponentes.
“Tendrán que derrocarme primero para aprobar una ley de privatización”, dijo, ante el aplauso de integrantes de izquierda.
Aquí en Ciudad Miranda, aproximadamente a una hora en auto desde Caracas, Coromoto Carmona, de 40 años de edad y desempleado, se asomó por una ventana cubierta de barras. Contó la historia de cómo obtuvo su hogar aquí y cómo se ha convertido en un lugar donde ella se siente atrapada.
Carmona perdió su primer hogar en un letal derrubio en 1999 y pasó cinco años rebotando entre refugios administrados por el gobierno. En 2004, ella recibió una emocionante llamada del gobierno: Asistiría a una reunión en la mansión presidencial de Chávez, La Casona, donde personalmente le otorgarían a ella un nuevo hogar.
Se mudó a su nueva residencia de dos habitaciones con nueve miembros de su familia. Sin embargo, los problemas surgieron al poco tiempo. Carmona se dio cuenta de que no había lugares para comprar abarrotes, pocas escuelas y nada de espacios públicos para residentes. En últimas fechas, hay agua solo durante cuatro horas una vez por semana.
El gobierno de Chávez le había prometido a ella y otros los títulos de sus hogares. Sin embargo, Carmona solamente recibió una hoja de papel asentando que ella tenía autorización para vivir ahí. Si ella se marcha, no es claro si sería capaz de encontrar algún otro lugar para vivir.
“Aquí es como la cárcel”, dijo.
Franco Micucci, arquitecto que trabajó en Ciudad Miranda, dice que sus problemas sociales no son únicos y serán tanto un desafío para la nueva dirigencia de Venezuela como lo fueron para el movimiento de Chávez. Dice que él y colegas habían trazado planes originalmente para espacios públicos y servicios como escuelas y tiendas de abarrotes para residentes en Ciudad Miranda. Sin embargo, el gobierno construyó solo los hogares.
“No me sorprende que los residentes quieran irse de ese lugar”, dijo. “Yo y muchos arquitectos nos sentíamos optimistas”, pero a final de cuentas “Ciudad Miranda es como ‘Ciudad de Dios’”, agregó, usando el nombre de un filme brasileño sobre las barriadas de Río de Janeiro plagadas por las drogas.
Residentes de Ciudad Miranda dicen que el área es controlada actualmente por pandillas armadas, conocidas localmente como colectivos, que están alineadas con el partido de Maduro. A pesar de haber perdido su mayoría en la legislatura, el partido del presidente ganó en Ciudad Miranda.
Marquesa Alcendra, de 68 años de edad, quiere vender. Después de haber perdido su casa en un derrubio y rebotar durante años entre refugios temporales –e incluso, durante cierto tiempo, en un rascacielos inconcluso llamado la Torres de David que fue ocupado por residentes ilegales– le dieron una casa en Ciudad Tiuna, proyecto habitacional que Chávez erigió en una vasta base militar de Caracas.
A primera vista, los altos edificios parecen idílicos: nuevas torres con apartamentos de dos habitaciones elevadores y áreas en común. Afuera, los residentes jugaban a un partido de futbol con un grupo de trabajadores de la construcción de China, los cuales están ejecutando contratos para una andanada de nuevos edificios en construcción.
Sin embargo, Alcendra dice que el único lugar para comprar comida es una tienda del mercado negro que vende productos básicos por mucho más que los precios controlados por el gobierno. Ella ha cubierto sus ventanas con maderos, temiendo robos. Y si bien soldados de la base custodian la entrada al complejo, dice que es a sus vecinos a quien ella teme.
“Mi vida era mejor antes”, concluyó.

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