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A favor del verdadero reciclaje

David Gelles / New York Times News Service

2015-11-29

Nueva York— La industria del reciclaje tiene un sucio secreto: mucho del plástico que los consumidores separan cuidadosamente nunca es de hecho reciclado. En vez de ello, algunos de esos empaques de yogurt, cajas translúcidas de comida rápida y tapas de botellas son enterrados en rellenos sanitarios o incinerados.
El tema no es una falta de demanda para estos productos plásticos –específicamente los artículos con los códigos del 3 al 7. Grandes empresas como Johnson & Johnson así como Procter & Gamble, a la espera de restablecer su credibilidad ambiental, no tienen suficiente material como ellos desearían.
El problema es la infraestructura. La mayoría de las instalaciones donde se realiza el reciclaje no son lo suficientemente sofisticadas como para recolectar, separar, limpiar y procesar tales plásticos y conseguir una ganancia.
El irregular mercado para el plástico del postconsumo es sólo una de las desventajas de la industria del reciclaje, la cual aún no se ha desarrollado a plenitud a pesar de décadas de educación pública e inversiones. Los mayores obstáculos incluyen la ausencia de una demanda para el vidrio mixto, y las persistentes bajas tasas de reciclaje para todo, excepto el papel.
Sin embargo, nuevos recursos por 100 millones de dólares están enfocados para mover la aguja sobre estos temas, iniciando con esos plásticos difíciles de reciclar.
Creado el año pasado, el Fondo Close Loop ofrece préstamos sin intereses a ciudades y debajo de la tasa del mercado para las empresas que deseen construir una infraestructura de reciclaje. Lo sorprendente es la fuente de los recursos. Nueve grandes compañías, incluyendo Procter & Gamble, PepsiCo, 3M y Coca-Cola se han comprometido a destinar cada uno entre cinco y diez millones de dólares. Más reciclaje, sostienen las transnacionales, también es de su interés.
El fondo es idea de Ron Gonen, quien inició su primer programa de reciclaje en la preparatoria, y fue fundador de una empresa llamada Recyclebank cuando era estudiante de posgrado, y fungió como subcomisionado de la ciudad de Nueva York para salubridad, reciclaje y sustentabilidad en la gestión del alcalde Michael R. Bloomberg. Después de salir del Ayuntamiento, Gonen inició el Fondo Closed Loop.
Gonen asegura que todos se benefician en el proceso. Su fondo se lleva un 2 por ciento por concepto de administración. Las grandes compañías esperan que su capital sea devuelto y ganen un poco de intereses. Las ciudades tienen acceso a los recursos sin sacrificar su gasto corriente de escuelas u otros servicios. Y las empresas recicladoras pueden financiar proyectos de riesgo en los que quizá los bancos no estarían interesados.
Uno de los primeros proyectos fue una planta de 7,430 metros cuadrados en las afueras de Baltimre. Como empresa conjunta de dos compañías recicladoras, Canusa Hershman y QRS, la planta está diseñada específicamente para procesar esos plásticos difíciles que de otra manera terminarían en vertederos o incinerados.
En la reciente ceremonia de inauguración, Gonen recorrió las amplias instalaciones, admirando un caleidoscopio de carteras de huevo compactadas, frascos de píldoras y otros empaques –mil 200 toneladas de plástico acre en espera de ser reciclado.
“Normalmente esto termina en tiraderos o exportado”, comentó Gonen. “Éste es un material sin valor que ahora está creando valor”.
Dentro de la fábrica, una cinta transportadora de 800 metros lleva envases desechados de otrora jarabe Hersey’s o jugo Tropicana por medio de clasificadores ópticos, y por medio de limpiadores y trituradores para crear láminas limpias y uniformes. Estas láminas son vendidas a las grandes empresas y empresas manufactureras de plástico, que las emplean para crear nuevos productos.
“Eso para mí es la eficacia”, señaló Gonen.

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