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Busca Iglesia de EU conservar fervor tras visita de Francisco

Vivian Yee y Andy Newman / New York Times News Service

2015-10-03

Nueva York— En Nuestra Señora del Refugio en el Bronx el domingo, una multitud casi navideña de 800 personas, aproximadamente 200 más de lo normal, obligaron a los sacerdotes a abrir el área del coro.
En Catholic Charities de Nueva York, cuyo trabajo con inmigrantes y refugiados fue destacado por el Papa durante su viaje, su director ha recibido incontables mensajes de personas ansiosas por atender el llamado del pontífice a ayudar a los pobres y los marginados.
Y en una oficina regional jesuita en Maryland, donde el reverendo Charles Frederico suele recibir unas cuantas llamadas a la semana de personas de la Costa Este interesadas en integrarse al sacerdocio, en días recientes han recibido 20 solicitudes –todas desde que el Papa, quien es jesuita, aterrizara en Estados Unidos la semana pasada.
“Parece irradiar una sensación de libertad, de apertura y de hospitalidad a un nivel contagioso”, comentó Shaun Slusarski, de 26 años y maestro en una preparatoria jesuita en Filadelfia, quien estuvo contemplando unirse a la orden religiosa pero terminó por decidirse gracias al pontífice. “Te dan ganas de vivir de esa manera”.
En seis días, multitudes de católicos romanos y no católicos en tres ciudades se rindieron ante el encanto de Francisco, el “Papa del pueblo”, quien pidió a los necesitados y a los poderosos que rezaran por él. Las multitudes ya se fueron a casa. Pero permanece un resplandor papal que ha llenado a la Iglesia estadounidense de una nueva energía que es imposible no ver.
Para la diócesis del Noreste, donde las iglesias han tenido problemas por años con números en descenso –tanto de parroquianos como de sacerdotes y de recursos–, el recorrido de Francisco por Estados Unidos representa una oportunidad única. Pese a la noticia de que el Papa se reunió en secreto con Kim Davis, la funcionaria del Condado de Kentucky que se negó a casar a parejas del mismo sexo, amenazó con reducir el fervor de algunos, muchos de los fieles católicos se sienten revigorizados. Un empujón adecuado podría llevarlos de regreso a la iglesia cada domingo, así como a sus hijos a las escuelas católicas e incluso a su dinero a sus arcas.
Pese a que podría tratarse de algo efímero, funcionarios católicos de todos los niveles, desde sacerdotes parroquiales hasta funcionarios de arquidiócesis, están rezando –y planeando– porque el ánimo dejado por la visita se mantenga.
En la Arquidiócesis de Nueva York, el cardenal Timothy M. Dolan, el arzobispo, convocó a una reunión de personal el lunes, un día después de que el Papa saliera de Estados Unidos, en torno a una pregunta: ¿Ahora qué?
El tema era sencillo: “¿Cómo construimos a partir de esto? ¿Cómo tomar el momento de evangelización que acabamos de experimentar y partir de él para acercarnos a las personas?”, comentó Joseph Zwilling, director de comunicaciones de la Arquidiócesis. “Lo peor que podría pasar es que alguien se conmoviera por la visita del Papa Francisco y al llegar a la parroquia se sintiera rechazado, no encontrara ese calor”.
El Inner-City Scholarship Fund de la Arquidiócesis, la cual ayuda a niños de escasos recursos a pagar por su educación en escuelas católicas, no perdió el tiempo, desplegando un anuncio de plana completa en The New York Post el martes para solicitar donativos. En el anuncio aparecía una fotografía de Francsico saludando a estudiantes de la escuela de Nuestra Señora Reina de los Ángeles en Harlem del Este, donde el pontífice se reunió con alumnos, inmigrantes y refugiados atendidos por organizaciones benéficas católicas. 
Tales organizaciones y otros grupos que se han visto impulsados por la visita de Francisco esperan que la atención derive en donativos.
“Para nosotros”, comentó Cecilia Greene, portavoz de una organización benéfica, “muchas puertas que estaban entreabiertas se nos están abriendo de par en par como resultado”.

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