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Tras largo viaje, Alemania deporta a algunos migrantes

Katrin Bennhold / New York Times News Service

2015-10-03

Bamberg, Alemania— Cuando Hasani Kleart y 173 otras personas fueron transportadas desde asilos a lo largo de Baviera, los primeros de alrededor de 1,500 migrantes que se mudaron a barracas del ejército convertidas recientemente, ellos habían estado llenos de emoción: apartamentos recién pintados, extensos jardines, un campo de juegos de primera e incluso una cancha de baloncesto.
Pocos le prestaron atención al letrero escrito en alemán en la entrada: Instalaciones de llegada y repatriación.
“¿Están construyendo una escuela para nuestros hijos?”, preguntó esperanzadamente Mirela, kosovar de 22 años, quien solo dio su nombre de pila, mientras exploraba el territorio con su marido, constructor, y su hija.
Sin embargo, para la hora del almuerzo en su segundo día aquí, la noticia se había propagado. A Kleart, estudiante de 20 años de edad de Albania, le habían negado asilo esa mañana, justo dos horas después de haber expuesto su caso. Pronto estaría en un vuelo a casa.
La solicitud de Kleart fue la primera en ser procesada, y la expedita conclusión –una reducción del proceso a unas pocas horas respecto de lo que había estado tomando meses– envió una clara señal a aquellos que aún no entendían por qué habían sido llevados al poblado medieval de Bamberg: Aquí, en una ex base militar de Estados Unidos en el norte de Baviera, la esperanza termina para aquellos que llegaron a Alemania no a salvar sus vidas, sino por una vida mejor.
“Es aquí donde agrupamos a buscadores de asilo con casi cero probabilidades de éxito”, dijo Jakob Daubner, quien maneja el centro, el segundo de su tipo que abre en el mayor estado de Alemania en este mes.
Incluso a medida que Alemania está formando una infraestructura eficiente para darles la bienvenida a miles de refugiados que huyen del conflicto, ha empezado a instalar un sistema de igual eficiencia para enviar a casa a gente que ha venido de países pobres, pero seguros, en busca de empleos. Alrededor de 10,000 fueron repatriados entre enero y julio, más de todos los del año pasado, y se está acelerando el paso.
Como lo expresó este mes la Canciller alemana, Ángela Merkel: “Aquellos que no vienen debido a la persecución política o guerra sino por razones económicas, no serán capaces de quedarse”.
Hay muchos. Más de medio millón de migrantes han llegado a Alemania en lo que va de este año, en tanto 42 por ciento de los 256,938 que ya han solicitado asilo no han venido de Irak o siria sino de Europa: Albania, Kosovo, Macedonia y Serbia tienen problemas con la pobreza, desempleo y corrupción, pero se considera que son seguros.
Con pocas opciones para solicitar visas de trabajo en Alemania, los migrantes del oeste de los Balcanes a menudo reclaman asilo.
Estos mal llamados migrantes económicos tensan un sistema de por sí sobrecargado en momentos de gran necesidad para aquellos que buscan refugio de la guerra en Afganistán, Irak y Siria, así como agitación en otras partes. De hecho, con el flujo constante de un gran número de personas proveniente de los Balcanes, oficiales alemanes dicen que anticipan casi 1 millón de migrantes a lo largo de todo el año.
El número de migrantes también ha incrementado el resentimiento entre algunos alemanes, quienes los ven como oportunistas que están desviando recursos.
Los dos centros de repatriación en Baviera son emblemáticos de un nuevo impulso nacional por desalentar a los migrantes económicos de solicitar asilo. El anteproyecto de ley federal, previsto para ser aprobado en octubre, planea entre otras medidas sumar a Albania, Kósovo y Montenegro a una lista oficial de denominados países seguros: lugares a los cuales migrantes pueden ser deportados sin temer por sus vidas. (Bosnia-Herzegovina, Macedonia y Serbia fueron incluidas el año pasado.)
A cambio, Berlín está hablando con gobiernos en el oeste balcánico sobre abrir un canal para migración laboral. Alemania anticipa una falta de hasta 2.4 millones de trabajadores para 2020, con base en Frank Laczko de la Organización Internacional para Migración.
A fin de reducir el número de buscadores de asilo rechazados que quedan ilegalmente en el país, aquellos que se nieguen a marcharse voluntariamente pudieran no ser notificados ya cuando la policía los escolte al aeropuerto y fuera de Alemania. Además, el estipendio mensual vigente de 140 euros (155 dólares) para un solo adulto con una solicitud de asilo pendiente pudiera ser pagado pronto, sobre todo en bienes, como artículos de tocador, en vez de en efectivo, y durante solo un mes.
Un importante cambio ya fue puesto en práctica: desde agosto, a quienquiera que haga lo que se considere un reclamo de asilo “sin bases” se le podría prohibir el reingreso no solo a Alemania, sino al área exenta de pasaporte en la Unión Europea, Schengen, por hasta cinco años.
“Esto no es sobre buenos refugiados vs. malos refugiados; todos obtienen su procedimiento por derecho”, dijo Daubner. “Sin embargo, necesitamos acelerar el proceso para liberar recursos para quienes más los necesitan. La manera más fácil de hacerlo es diferenciar por país de origen”.
En Bamberg, el periódico local ya apodó al nuevo sitio el “centro del oeste balcánico”. Otros centros de asilo que aparecen repentinamente por todo el país tienen letreros en árabe. Aquí, todos los avisos en la cafetería están en albanés.
Las chapas de identificación en apartamentos aún revelan las identidades de soldados estadounidenses que se marcharon el año pasado: Halliday, García, Tucker. Las familias que viven aquí ahora se apellidan Shala, Bajram, Haskovic.
Albergadas en las barracas color pastel junto a ellos están sucursales de todas las autoridades con participación en el proceso de asilo: el Ministerio Social, que paga la asignación; la oficina de migración, que procesa los reclamos de asilo; la oficina del extranjero, a cargo de repatriaciones; las cortes, en caso de una apelación; y la policía. El objetivo: completar todo el proceso en días o, cuando más, semanas.
Cuando los migrantes llegan por primera vez, son conducidos de oficina en oficina para que les tomen las huellas dactilares. Fotografías digitales y revisiones médicas. La cita de mayor importancia se desarrolla en el primer piso: la entrevista de asilo, una sola oportunidad para exponer un argumento para quedarse en Alemania.
La oficina donde Sascha Walter conduce entrevistas es espartana. Sobre su escritorio hay artículos esenciales: una computadora, unos audífonos, software para dictado y una caja de pañuelos de papel. El título oficial de Walter es el Decididor. Él decide si un buscador de asilo logra quedarse en Alemania.
“Mis amigos me llaman el portero de Alemania”, dijo en broma, pero después se puso serio de nuevo: “A menudo hay lágrimas. Pero tengo que aplicar la ley”.
Algunas familias regresan cada año, a menudo en los meses de invierno, para escapar del frío de vuelta en casa, dijo. Otros vienen abiertamente por las prestaciones.
Sin embargo, esos son minoría, dijo Walter. La mayoría, como Kleart, el joven albanés cuyo reclamo fue rechazado esa mañana, quiere quedarse. Él había llegado a la oficina de Walter a las 9:30 a.m. Recién afeitado y tímido, dijo que había terminado la preparatoria en Albania en 2013 pero se había quedado sin dinero tras dos años en pos de un diploma en tecnología informática.
En junio, se abrió paso hasta Grecia, abordando después un avión a Núremberg. Él quería estudiar y trabajar en Alemania explicó a través de un intérprete. Sus padres necesitan su apoyo.
La entrevista llevó 55 minutos y habría sido más rápida si el software de dictado no se hubiera atascado. Ninguna de las razones para otorgar protección de refugiado o asilo aplicaba: persecución con base en religión, raza, nacionalidad, orientación política o membrecía en algún grupo social en particular.
Una hora más tarde, Walter había escrito su informe e informado a Kleart que su reclamo había sido rechazado. Tenía siete días para apelar pero le aconsejaron que aceptara un boleto y regresara de manera voluntaria.
El jefe de Walter, Peter Immeler, quien administra la operación en in situ de la oficina federal de migración, donde el número de decididores pronto aumentará a 60 respecto de dos, dijo que el problema era una falta de opciones para solicitar migración por razones económicas.
“Existen canales, pero son demasiado estrechos y el sistema de asilo es usado como una compensación”, dijo.
Algunos intentan evadirlo alegando que sus vidas están en peligro en casa. La familia Bajram, de Macedonia, dijo que como musulmanes enfrentaban discriminación en cada aspecto de la vida y sentían miedo allá. Una mujer albanesa dijo que había enfrentado horrendo abuso sexual.
Otras historias comunes incluyen el temor a una venganza de sangre, una forma de justicia de 'ojo por ojo' que aún emplean familias en partes de los Balcanes, o una enfermedad que es intratable en el país de origen. Incluso otros pretenden que son sirios. Sin embargo, muchos se desmoronan cuando los presionan.
El intérprete de Walter, Anton Coli, ha oído su parte de cuentos descabellados o torpes intentos por reclamar protección de refugiado.
Coli, quien llegó a Alemania en la década de los 70 como hijo de un trabajador invitado de Albania, ha trabajado en más de 1,000 casos de asilo desde 2014. “Ni uno solo de ellos fue exitoso”, dijo.
Sentía el dolor de sus compatriotas, dijo, “Pero, justo ahora, hay personas que necesitan la ayuda más”.
Coli recuerda la época en que bosnios y kosovares eran los sirios de Europa. Las historias eran diferentes entonces, dijo. Llamado como intérprete durante un pico previo de peticiones de asilo a mediados de los años 90, él recuera haber oído a un joven kosovar relatando cómo su familia entera había sido baleada frente a él.
Desde que el reclamo de Kleart fue rechazado, se ha informado a más de 60 migrantes en Bamberg que tienen que marcharse, dijo Walter. Esta semana, un autobús llevará al primer grupo al aeropuerto de Múnich para un vuelo de repatriación a Albania.
“Yo no estoy diciendo que necesitamos ayuda como los sirios”, dijo Mirela, de Kósovo. “Ellos necesitan protección. Hay niños muriendo”.
Si hubiera una buena forma de solicitar una visa de trabajo, eso es lo que su marido habría hecho, dijo. “Nosotros solicitamos asilo porque eso es lo que todos hacen”.

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