Alyson Krueger / The New York Times News Service
2015-10-03
Nueva York— Cuando Frank Hudock, de 35 años, gerente de un restaurante en el área de Chicago, le dijo por primera vez a su esposa, Jennifer Hudock, de 30 y asistente ejecutiva, que sus abuelos querían que su hijo fuera llamado Frank, nombre que ha perdurado por generaciones y que forma parte de la tradición familiar, la respuesta de Jennifer fue: “Eso nunca sucederá”.
Ellos ya se habían decidido por un nombre juntos –Max– tras haber discutido en torno a docenas de muchos otros, y eso había resultado ser un gran alivio.
Pero luego los abuelos les hicieron una jugosa oferta: una oferta de 10 mil dólares a cambio de que optaran por el nombre de Frank.
La compañía para la que Jennifer Hudock trabajaba no incluía en su contrato días de asueto por razones de maternidad, y no iba a recibir un salario por varios meses. Ella acordó que lo pensaría.
Esto parece ser una propuesta un tanto inusual, pero varios profesionales que vigilan las estadísticas sobre los nombres que se les dan a los bebés reportan estar enterados de otras propuestas un tanto parecidas. Maryanna Korwitts, consultora de nombres que trabaja cerca de Chicago, dijo que el abuelo de uno de sus clientes le ofreció un negocio familiar si el bebé era nombrado en honor a él. Otros suegros, dijo, le sugirieron una boda de ensueño que la madre del infante no podría costearse –el precio sería el derecho de nombrar al primer nieto.
Linda Murray, editora en jefe del sitio Web BabyCenter, el cual mantiene una base de datos de unos 40 mil posibles nombres, cree que este tipo de ofertas son una ofensiva por parte de la vieja guardia en contra de una falta generalizada al respeto de las tradiciones por parte de las nuevas generaciones a la hora de nombrar a sus hijos.
“Por miles de años, escoger un nombre de familia era como realmente se hacían las cosas”, según Murray. “Ahora los padres intentan escoger un nombre que sea auténtico, que sea apropiado para el bebé y que diga algo sobre su personalidad”.
Ahora les pagan a consultores como Korwitts para escoger un nombre, poniendo a prueba varias ideas como si estuvieran promocionando eslóganes con funcionarios de admisiones universitarias, y creando nuevos nombres simplemente porque les gusta el sonido.
Pero los parientes de mayor edad tienen algo de ventaja en contra de tales extravagancias –en parte debido a que ahora, que viven por más tiempo, pueden en verdad verse a sí mismos siendo inmortalizados en la próxima generación. Una de las clientas de Korwitts fue presionada para que su hijo portara el nombre de su abuelo, dijo, debido a que querían que el señor muriera en paz.
Y “esta generación de padres jóvenes es más propensa a vivir con sus propios padres o a aceptar apoyo financiero”, dijo Murray. “Por lo que si vives en la casa de tus papás o si te están ayudando con la renta o con el enganche de una casa, quizás te sientas obligado a cumplirles sus deseos”.
Una diseñadora gráfica de 35 años, en Great Neck, Nueva York, quien no quiso dar su nombre por temor a llegar a molestar a ciertos parientes, dijo que ella se sintió contrariada cuando su suegra le preguntó con cuánto dinero bastaría para que su hija fuera nombrada como ella, por el lado de su familia.
“Si creyera que hubiera podido hacer que ella me pagara la universidad, en verdad me parece una tontería no poner mi descontento a un lado”, dijo. “Probablemente siempre le guardaría cierto resentimiento a esa persona, pero el poder librarme de esa ansiedad, eso sería bueno”.
La diseñadora gráfica finalmente dijo que no –“Tienes la oportunidad de hacer esto sólo una vez”, dijo– pero otros padres están encontrando soluciones un tanto creativas.
Julia Wang, directora de otro sitio Web para bebés, The Bump, dijo que ella ha visto que algunos padres utilizan parte del nombre de los familiares y las combinan con otra cosa para crear un nombre más auténtico. Otros dejan que los familiares escojan los segundos nombres, nombres chinos o hebreos. Aun así, otros le dan a su hijo un nombre oficial y luego lo llaman de otra manera. “La cosa es que tú también tengas la habilidad de salirte con la tuya”, dijo Murray.
Los Hudock al final se decidieron por Max. En su caso, ellos optaron por honrar a otro abuelo: el padre de Jennifer Hudock, quien también se llama Max, y murió cuando ella tenía siete años.
“Fue una decisión que tomamos juntos, como pareja”, dijo.