Gabrielle Glaser / New York Times News Service
2015-09-26
Nueva York— Prepararse para conocer al cineasta Parvez Sharma es un poco como organizar una cita con un espía extremadamente cortés. Sharma pide reunirse en un lugar público –un Starbucks del barrio SoHo donde el nivel de ruido es alto, las mesas se encuentran distantes y el número de clientes es numeroso. Sus límites están claramente delimitados: no se hablará sobre su esposo, sus amigos, su zona habitacional en Manhattan o su familia. Llega media hora temprano.
Sin duda la discreción de Sharma se debe a su experiencia de ser homosexual mientras crecía en una conservadora ciudad de la India, pero se ha profundizado desde que en 2007 se estrenó su documental, “Una lucha por amor”, el cual describe la batalla de los musulmanes gay alrededor del mundo por conciliar su religión con su orientación sexual. (En general la homosexualidad es condenada en las sociedades musulmanes modernas, dijo Everett Rowson, profesor de Estudios Musulmanes y sobre Medio Oriente en la Universidad de Nueva York). Después del documental, Sharma fue catalogado como hereje, y a partir de entonces ha sido amenazado de muerte en más ocasiones de las que recuerda.
Su nuevo documental, “Un pecador en La Meca”, en torno a su haj de 2011, o travesía hasta los lugares más sagrados del Islam existentes en Arabia Saudita, lo ponen en peligro aún mayor. La Policía religiosa saudita permite selfis o videos breves, dijo Sharma, pero a los peregrinos se les prohíbe filmar de manera extensa la peregrinación, la cual llega a atraer hasta a tres millones de fieles al año. Si bien Sharma dijo que hubo videos del ritual aprobados por el gobierno, en su documental aparecen imágenes del peregrinaje anual que los funcionarios sauditas no desean que otras personas vean.
Llega un momento en que “Un pecador en La Meca” parece una inquietante anticipación de los eventos del jueves pasado cuando, según indicaron funcionarios del gobierno, fallecieron más de 700 personas y casi 900 resultaron heridas mientras peregrinos salían de un túnel hacia uno de los rituales. “Éste es el lugar de las estampidas”, indica la voz en off del filme.
A pesar de la notoriedad de Sharma como realizador de cine gay –la nueva producción incluye rodajes de su boda en Nueva York en 2011 con un músico ateo identificado como Dan– ha viajado a Arabia Saudita, donde la homosexualidad es castigada con azotes, tiempo en prisión y la muerte.
El documental fue exhibido en el Cinema Village en Nueva York este mes. Se encuentra disponible en iTunes y podrá verse en Netflix a partir del próximo domingo.
Omair Paul, paquistaní-estadounidense de primera generación que creció en Queens y es estudiante de posgrado en el Instituto para el Estudio de los Derechos Humanos en la Universidad de Columbia, así como representante en Naciones Unidas con Musulmanes para Valores Progresistas, moderó una breve sesión de preguntas y respuestas después de una exhibición en el Cinema Village.
“Quedé fascinado con la exploración”, señaló Paul en una entrevista aparte. Como el filme lo deja en claro, añadió, el tema es menos “sobre el Islam aceptando a Parvaez sino de Parvaez aceptando al Islam”.
Sharma señaló que espera que “Un pecador en La Meca” inspire preguntas entre los musulmanes de todo el mundo. “La Reforma del Islam se encuentra pendiente desde hace largo tiempo”, indicó. “Quizá musulmanes como yo seremos los reformadores”.
Al crecer en la ciudad de Saharanpur, al norte de India, donde los musulmanes conforman una minoría considerable, era acosado con frecuencia por sey gay, comentó Sharma. Encontró consuelo en las revistas sobre cine de Bollywood, pasando horas recortando imágenes de sus estrellas favoritas para diseñar afiches de las fantásticas películas que soñaba realizar.
“Era una realidad alterna que diseñé para mí porque el mundo real no me ofrecía mucho”, aseguró Sharma de 41 años.