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¿Qué hacer con las contusiones en los jóvenes?

Jane E. Brody / New York Times News Service

2015-09-03

Nueva York— A medida que va creciendo el número de jóvenes que participa en deportes organizados y aumentan los informes de contusiones, es vital para padres de familia, atletas y entrenadores saber cómo estas lesiones se diagnostican y atienden de manera apropiada para evitar perdurables consecuencias.
Si bien la prevención de una lesión siempre es lo mejor, se ha logrado progreso limitado para mantener a los jóvenes exentos de conmociones cerebrales en deportes con alto riesgo de lesiones en la cabeza.
El mejor equipo de protección para la cabeza no basta. Si bien los cascos siguen siendo una protección de importancia crucial en muchos deportes, ningún casco puede prevenir o reducir el riesgo de conmoción cerebral. Los cascos están diseñados para prevenir fractura craneal y sangrado cerebral, no para mantener firme el cerebro cuando un jugador es golpeado, la causa subyacente de la contusión. Hay una investigación en marcha para diseñar cascos que puedan absorber mejor el impacto de un golpe que sacude el cerebro contra un cráneo que no cede.
El cambio de reglas en los deportes más peligrosos ha sido un tanto exitoso. El futbol americano profesional, por ejemplo, ya prohibió las tacleadas de pijo, o empezando con el casco, en tanto hay restricciones similares para jugadores amateur. Sin embargo, para los profesionales y para atletas jóvenes, “algunas de estas colisiones son inevitables”, dijo Steven P. Broglio, experto en manejo de contusiones.
De la misma forma, se han sugerido los ejercicios para fortalecer músculos del cuello – del mentón al pecho y de la oreja al hombro contra una resistencia – como una herramienta útil para algunos deportes. La incidencia relativamente alta de conmociones cerebrales entre niñas que juegan futbol, por ejemplo, se ha vinculado parcialmente a sus músculos del cuello, más pequeños, lo cual la deja menos capaces que a los varones de estabilizar la cabeza cuando reciben un impacto.
“No estaría demás” algunos ejercicios de cuello, dijo Broglio, “pero no creo que eso resuelva plenamente el problema de las contusiones”.
Broglio, quien dirige el Laboratorio de Investigación Neurotraumática en la Universidad de Michigan y el principal autor de la declaración para asentar la posición de la Asociación Nacional de Entrenadores de Atletismo sobre conmociones cerebrales en atletas jóvenes, defiende penas y multas mayores por violaciones flagrantes. Para jugadores más jóvenes, él sugiere fomentar “un juego menos agresivo, con los jóvenes jugando por diversión”, en vez de darlo todo por derrotar a sus oponentes.
Él y otros atribuyen el ascenso en el número de contusiones de que se ha informado entre atletas jóvenes, sobre todo, a un aumento en la conciencia, no un riesgo mayor. Antes de que cada estado tuviera leyes para proteger a jóvenes de presuntas lesiones cerebrales, había menos casos reportados de contusiones en estados sin estas leyes, destacó.
“El número absoluto de conmociones es realmente el mismo, pero ahora estamos lidiando con ellas”, dijo Broglio. “Entrenadores y atletas están mejor educados”. Es más probable que jugadores lesionados comuniquen reveladores síntomas de una contusión, y menos probable que los entrenadores les digan: “vuelve ahí adentro”, dijo.
La regla más esencial es que ningún jugador del que se sospeche que haya sufrido una conmoción debería regresar al juego ese día o en cualquier momento hasta que un profesional médico calificado certifique que el atleta está exento de cualquier señal o síntoma.
Las decisiones sobre regresar a jugar se toman de la mejor manera por gente que no sea un entrenador de fervor agresivo al calor de intensa competencia, quien pudiera temer a perder un importante jugador. Tampoco deberían los entrenadores depender de jugadores decididos a permanecer en el juego o que crean que tienen que “aguantarse” para informar de sus síntomas honestamente.
Idealmente, un entrenador atlético debería asistir a cada práctica y juego para evaluar correctamente una presunta lesión. Más contusiones ocurren durante la práctica que en los partidos porque hay más horas de práctica. Sin embargo, muchas escuelas no pueden darse un lujo así de experiencia a nivel de cancha incluso para juegos.
El diagnóstico correcto de una conmoción cerebral puede depender de conocer las capacidades cognitivas y físicas de un atleta antes de una lesión. Todos los atletas, particularmente aquellos en deportes con alto índice de contusiones, debería someterse a un estudio base, previo a la temporada, que incluya “un historial clínico (incluyendo cualquier síntoma), evaluaciones físicas y neurológicas, medidas de control de motores (por ejemplo, equilibrio), así como función neurocognitiva”, exhorta la asociación de entrenadores atléticos.
Si se sospecha que hay una conmoción, estas pruebas u otras comparables deberían administrarse y compararse los resultados con los hallazgos de pretemporada. Las preguntas tradicionales para evaluar el estatus mental de un atleta – como “¿Qué hora es?” o “¿Dónde estamos?” – son inefectivas y no deberían usarse en un ambiente deportivo, dice la declaración. Tampoco se debería preguntar meramente a los jugadores: “¿Estás bien?”.
Un diagnostico apropiado de conmoción cerebral requiere de tiempo, y rara vez se permite el suficiente durante competencias. Si hay alguna duda sobre el alcance de la lesión de un jugador, un enfoque de ‘más vale estar seguro que lamentarlo’ dicta que el jugador debe ser sacado del juego.
Broglio exhorta a ligas deportivas a que asignen más tiempo en una sede de competencia para evaluar las lesiones. Asimismo, recomienda cambiar la regla, en algunos deportes, en el sentido que una vez que el jugador es sacado de un partido, él o ella no puede volver, sin consideración a lo que digan.
Una vez que la contusión cerebral es diagnosticada, un ambiente bajo en estrés y mucho sueño adicional son esenciales para reparar el cerebro. La recuperación no puede ser apresurada.
Una recuperación segura y efectiva requiere que los jugadores evitan la actividad física y limiten la actividad cognitiva. Eso significa abstenerse de rutinas físicas y ejercicios de acondicionamiento y limitar el trabajo académico, videojuegos, televisión, envío de mensajes de texto, uso de computadora y escuchar música a alto volumen. Los maestros pueden hacer arreglos temporales, como el uso de instrucciones por escrito y dar tareas más cortas y más tiempo para completarlas.
El objetivo del descanso cognitivo es proteger al cerebro de los desafíos mentales que pueden incrementar síntomas y demorar la recuperación.
Una vez que todas las señales y síntomas de la contusión se han ido, lo cual puede tomar de una a dos semanas o más, puede empezar un regreso gradual a la actividad. Sin embargo, se debe detener la actividad de inmediato si regresan los síntomas.
Entrenadores atléticos sugieren que jugadores lesionados y sus padres o compañeros de habitación reciban una lista de señales y síntomas que “indican una condición en deterioro y ameritan una visita inmediata al departamento de emergencias”.
Entre ellos están aumento de confusión e irritabilidad, nivel fluctuante de conciencia, jaqueca que empeora y vómito repetido.
Mientras se recupera de una conmoción cerebral, el paciente debería evitar todo medicamento que contenga aspirina o fármacos antiinflamatorios no-esteroideos (acetaminofén puede usarse con moderación), así como alcohol, narcóticos o cualquier sustancia que afecte al cerebro.

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