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¿Qué son los conflictos de intereses en medicina?

Austin Frakt / New York Times News Service

2015-08-31

Nueva York— La mayor parte de lo que sabemos acerca de los medicamentos controlados y aparatos médicos proviene de los ensayos clínicos financiados por esa industria. ¿La fuente del financiamiento afecta los hallazgos de los estudios?
La duda es el núcleo de un largo debate acerca de los conflictos de interés financiero en la medicina y lo que hay que hacer acerca de ellos. Ese debate se revigorizó recientemente por una serie de artículos que consta de tres partes acerca del tema, publicados en la Revista de Medicina de Nueva Inglaterra. Durante muchos años, la revista ha requerido, al igual que otras publicaciones médicas, que los autores del estudio den a conocer tales conflictos.
La serie, escrita por la doctora Lisa Rosenbaum, cardióloga, retó a los lectores a considerar el patrocinio industrial en el contexto de muchas otras fuentes que tienden a influenciar la atención clínica, los resultados de la investigación y la disposición a apoyar nuevos medicamentos. Un reciente análisis sugiere que los medicamentos patrocinados por la industria y los estudios de aparatos muestran resultados más favorables que los que son patrocinados por otros medios. Otro trabajo mostró que miembros del panel de asesoría de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) que tienen vínculos financieros con una empresa farmacéutica hicieron juicios más favorables para la misma. Otras relaciones o regalos de esas empresas, incluyendo viajes pagados para asistir a conferencias, están asociados con una mayor afinidad hacia los medicamentos controlados que manufacturan esas compañías.
Sin embargo, como lo señala mi colega Aaron Carroll de The New York Times, otras posibles fuentes de conflicto de interés en la medicina no han sido examinadas tan cercanamente. Entre ellas están las relaciones personales, ambición profesional, ideología política, creencias religiosas o morales, o experiencias personales que pueden afectar la manera como son realizados e interpretados los estudios.
En esas fuentes, los conflictos financieros parecen ser importantes porque son los únicos que los investigadores tienden a dar a conocer. Revelarlos es adecuado y útil, pero ¿qué efecto tienen –o deberían tener– esas revelaciones en nuestra interpretación de los estudios que las acompañan?
Para algunas personas, el patrocinio de un estudio es una señal de una fuerte inclinación a la generación de profundas dudas acerca de sus hallazgos, si no es que los invalida. Viene a la mente la historia de la promoción y retiro del mercado de Vioxx, el medicamento contra el dolor. Fue elaborado por Merck, y el que en algún tiempo fuera un medicamento popular y redituable fue retirado del mercado en 2004 debido a la inquietud de que su uso a largo plazo aumentara el riesgo de provocar ataques al corazón y apoplejías. En medio de la tormenta de la controversia, un editorial que apareció en la Revista de Medicina de Nueva Inglaterra, acusó a los autores de un importante estudio financiado por Merck de engañar a los lectores sobre Vioxx, reteniendo información que hubiera arrojado luz sobre ese riesgo. La FDA concluyó que Vioxx provocó decenas de miles de muertes.
Para otras personas, la revelación de los vínculos industriales podría ser interpretada como una señal de honestidad y experiencia. Por ejemplo, los pacientes podrían creer que los médicos que están más cercanamente involucrados en el desarrollo de un medicamento entienden mejor su valor o para quién podría ser más adecuado. Un estudio encontró que esos pacientes tienen una mayor lealtad hacia los doctores que dan a conocer tales nexos. Ambas reacciones para dar a conocer las relaciones industriales –su desconfianza o confianza– son instancias del comportamiento económico del concepto del atributo de la sustitución, un atajo mental que todos empleamos todos los días.

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