Monica Davey y Mitch Smith / New York Times News Service
2015-08-31
Milwaukee— Ciudades de todo el país están registrando un aumento considerable en el número de asesinatos tras años de descensos, y pocos lugares han sufrido un cambio tan abrupto como éste. Con el verano aún en curso, 104 personas han sido privadas de la vida en el año –tras haber registrado 86 casos en todo 2014.
Más de otras 30 ciudades también han reportado aumentos en la violencia a comparación del año pasado. En Nueva Orleáns, 120 personas fueron asesinadas hasta finales de agosto, en comparación con las 98 del mismo periodo de 2014. En Baltimore, los homicidios han alcanzado los 215, a diferencia de los 138 del año pasado. En Washington, la cifra es de 105, en comparación con los 73 de 2014. Y en San Luis, 136 personas han sido asesinadas en lo que va del año, aumento del 60 por ciento en comparación con los 85 homicidios registrados en la ciudad en el mismo periodo del año pasado.
Expertos en la aplicación de la ley señalan que varios factores dan cuenta del fenómeno en distintas ciudades, pese a que ninguno asegura saber de cierto por qué los índices de homicidios se encuentran en aumento. Algunos funcionarios comentan que el fuerte escrutinio al uso de la fuerza por parte de las autoridades ha vuelto a los agentes menos agresivos y alentado a los criminales, pero muchos expertos cuestionan esa teoría.
La rivalidad entre pandillas organizadas, a menudo por los territorios de distribución de droga, y la disponibilidad de armas son mencionados como factores de peso en algunas ciudades como Chicago. Pero, de acuerdo con prominentes funcionarios policiales, a últimas fechas es más común ver una cada vez mayor disposición entre hombres jóvenes en vecindarios pobres a hacer uso de la violencia para resolver disputas ordinarias.
“Mantener el estatus y la credibilidad y el honor propios, por así decirlo, dentro de esas comunidades literalmente es cuestión de vida o muerte”, comentó el jefe de Policía de Milwaukee, Edward A. Flynn. “Sumando eso a una realidad sumamente difícil, tenemos que para quienes viven en ese estrato social es más peligroso ser atrapado sin su arma que con ella”.
Los resultados suelen ser devastadores. Tamiko Holmes, madre de cinco, perdió a dos de sus hijos casi adultos en tiroteos aparentemente no relacionados en los últimos ocho meses. En enero, una hija de 20 años fue baleada de muerte durante un asalto en una fiesta de cumpleaños en un hotel Days Inn. Seis meses después, las autoridades volvieron a llamar: su hijo de 19 años, había recibido un disparo en la cabeza dentro de un vehículo –asesinato por el que la Policía aún no da con un motivo ni con un sospechoso.
Holmes comentó que recientemente convenció a sus hijas adolescentes restantes de que se mudaran de Milwaukee, pero no antes de que una de ellas, de 17 años, fuera herida durante un tiroteo, también a bordo de un auto.
“Antes la violencia no era como ahora”, comentó Holmes, de 38 años, y quien creció en Milwaukee. “Las calles y las leyes y los padres han cambiado. Todo está hecho un desastre y una lucha”.