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De paria a juez transgénero

Debrorah Sontag / New York Times News Service

2015-08-29

Houston— Casi cuatro décadas antes de que Caitlyn Jenner se presentara al mundo, Phyllis Randolph Frye se dio a conocer como una mujer transgénero de una manera mucho menos glamorosa. No hubo nada de Diane Sawyer ni de la revista Vanity Fair.
Era el verano de 1976. Mientras Bruce Jenner, de 26 años, celebraba su victoria en el decatlón durante las Olimpiadas de Montreal, Phillip Frye, de 28 años, admitía la derrota en cuanto a la supresión de su identidad de género. Él, al convertirse en ella, ya había perdido demasiado: lo habían obligado a renunciar del Ejército por “desviación sexual”. Sus padres lo habían desconocido, su primera esposa se había divorciado de él y lo había alejado de su hijo. Fue rechazado en varios empleos como ingeniero.
Ahora, con el apoyo de su segunda esposa, Trish, empezó a hacer la transición y quería hacerla de manera completa. De puerta en puerta, distribuyó cartas para avisar a la comunidad que el vecino que hasta entonces conocían como Phil –el esposo, padre de familia y cristiano renacido; el ex Eagle Scout, cadete de la Universidad de Texas A&M y teniente del Ejército– empezaría a vivir de tiempo completo como Phyllis.
En respuesta, arrojaron huevos contra su casa, le reventaron las llantas y le escribieron obscenidades en la entrada de su casa con pintura en aerosol. Los adolescentes se burlaban abiertamente de ella, la comunidad de ingenieros la rechazaba y el Gobierno federal la descartó para un puesto debido a su “deseo de hacerse pasar por el sexo opuesto”.
Durante esa época desalentadora y amarga, Frye no pudo haber imaginado que algún día la pequeña población de personas transgénero generaría un movimiento enormemente visible, y que sería considerada no sólo uno de sus pioneros sino un pilar de su comunidad civil: la primera juez abiertamente transgénero del país.
“Toda mi vida he sido juzgada”, indicó durante una entrevista reciente en su oficina, rodeada por sus muchos diplomas y reconocimientos, y fotografías de Trish, con quien lleva casada 42 años.
Frye, de 67 años, no vio a Jenner, de 65, darse a conocer como una mujer transgénero en televisión nacional en abril: “Par mí es la historia de siempre”, dijo. Sin embargo, casi 17 millones de televidentes la vieron, y para muchos debió tratarse del primer contacto con la comunidad transgénero de Estados Unidos (estimada en alrededor de 700 mil adultos).
Pero este momento –en el que las historias de transición aparecen cada vez más y de manera más enfática en los medios, las universidades están llenas de discusiones sobre el tema y el presidente condena la persecución de la comunidad durante su Informe de Gobierno– no se materializó de la nada. Evolucionó en el último cuarto de siglo mientras Frye y otros forjaban un movimiento por los derechos civiles de las personas transgénero, luchando con habilidad para renombrar a un grupo sumamente marginalizado; exigir, y ganar cada vez una mayor protección conforme a la ley, y añadir la T a las siglas LGBT (la comunidad lésbica, gay, bisexual y transgénero).
Pese a la afinidad histórica entre las personas gay y transgénero, en un principio los grupos defensores de los derechos de los homosexuales no adoptaron la causa transgénero como propia. La vieron como una responsabilidad. Sin embargo, desde el momento en el que los dos movimientos se unieron, la mayoría de los defensores de las personas transgénero sintieron una afinidad y una necesidad práctica de aliarse con el movimiento gay, el cual era más amplio y estaba relativamente bien financiado.
“Nos dimos cuenta de que debíamos contar con un movimiento paralelo, pero también teníamos que integrarnos al movimiento LGBT”, comentó Mara Keisling, directora ejecutiva del Centro Nacional para la Equidad Transgénero. “Las personas con las que trabajo de manera más cercana son muy amables y buenas, pero tuvimos que hacer frente a muchos tipos de personas. En cierto momento dijimos: ‘Ya no permitiremos que la gente gay avance sola sin la gente transgénero”.
Al mismo tiempo, Frye fue una de las primeras en actuar sobre la necesidad de los defensores transgénero de desarrollar sus propias teorías legales y su propia agenda. En la década de 1990, convocó a una conferencia legal transgénero anual, en la que por primera vez se reunieron activistas de todo el país y la cual produjo una declaración de derechos transgénero.
“Caitlyn Jenner descansa en los hombros de personas como Phyllis Frye”, comentó Shannon Price Minter, directora legal del Centro Nacional de los Derechos de las Lesbianas y una de las varias personas transgénero designadas por el gobierno de Obama. “Phyllis es la abuela de nuestro movimiento”.

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