Patrick Healy, Jonathan Martin y Maggie Haberman / New York Times News Service
2015-08-27
Nueva York— Los líderes demócratas se sienten cada vez más frustrados ante el fracaso de Hillary Rodham Clinton para acallar las preguntas en torno a sus hábitos de e-mail en el Departamento de Estado y apaciguar las crecientes dudas acerca de si es honesta y digna de confianza.
Además de eso, dicen muchos, los repetidos chistes y comentarios haciendo caso omiso a la polémica sobre los e-mails sugieren que la precandidata no está abordando el tema con suficiente seriedad.
Entrevistas con más de 75 gobernadores, legisladores, candidatos y miembros del Partido Demócrata han expresado un generalizado desconcierto por el hecho de que Clinton haya permitido que una nube prolongada se instale sobre su candidatura –para empezar usando un servidor particular de e-mail, puesto que lo anterior tenía probabilidad de despertar dudas acerca de su criterio, y al no templar dichas dudas de una vez por todas al surgir el asunto en marzo.
Mientras los estadounidenses reflejan en los sondeos de opinión su falta de confianza, seguidores están empezando a hablar francamente sobre temores de que Clinton haya abierto inadvertidamente la puerta para un posible desafío por parte del vicepresidente Joe Biden en la nominación del partido y otorgado a los republicanos nuevas armas para atacar su carácter en caso de convertirse en la candidata demócrata.
Entre algunos de los asesores de Clinton, recientemente las pláticas se dirigieron a si ella debe reconocer de manera más firme que lo lamenta –si no con las palabras exactas “lo siento”– a fin de ayudar a que la campaña siga adelante.
El miércoles Clinton dio un paso al decir en una escala de campaña en Iowa que asumía la “responsabilidad” por llevar a cabo como secretaria de Estado labores gubernamentales a través de su e-mail personal, y que “claramente lo anterior no representó la mejor decisión”.
Sin embargo a numerosos demócratas les preocupa que este tono reciente de arrepentimiento sea demasiado poco demasiado tarde para acallar las preguntas y que quizá no dure –dado que hasta el momento las respuestas de Clinton han sido muy diversas, mientras que su irritación con el tema se oculta muy poco.
“Han manejado mal el asunto de los e-mails, tal vez atrozmente, definitivamente de manera horrible”, dijo Edward G. Rendell, ex gobernador de Pennsylvania y quien respalda la candidatura de Clinton. “El equipo de campaña ha estado increíblemente sordo, sin ver esto como un tema más serio. Ella debió haber entregado al principio el servidor del e-mail, porque ellos debieron haber sabido que se verían obligados a renunciar a él. Pero en este momento, no hay nada que puedan hacer por poner fin al asunto –nada más están a la defensiva”.