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Las contusiones pueden ocurrir en todos los deportes juveniles

Jane E. Brody / New York Times News Service

2015-08-26

Nueva York— La atención reciente al daño cerebral a largo plazo vinculado con contusiones múltiples entre jugadores profesionales de futbol americano ha impulsado una mirada mucho más cercana a la manera en que niños y adolescentes que participan en deportes pueden ser protegidos de consecuencias similares.
Y con buena razón. El cerebro joven es particularmente susceptible a las contusiones, y los deportes relacionados con conmociones representan más de la mitad de todas las visitas a salas de emergencias entre niños de 8 a 13 años de edad, con base en la Asociación Nacional de Entrenadores Atléticos de EU. Un menor que sufre una conmoción tiene probabilidades una y media veces mayores de sufrir otra, y aquéllos que han tenido dos contusiones presentan un riesgo tres veces mayor de que ocurra la misma lesión nuevamente.
Muchos padres de familia se preguntan si es prudente dejar que sus hijos participen en deportes como futbol americano y fútbol, en los cuales las lesiones de la cabeza son las más comunes. Las inquietudes sobre la contusión han sido mencionadas como una de las razones para un descenso en el registro de la Pop Warner, la mayor liga de futbol americano juvenil de Estados Unidos.
Al mismo tiempo, abundan ideas equivocadas entre padres de familia y entrenadores sobre la seriedad de las conmociones y la mejor manera de prevenirlas, específicamente para jugadores que a menudo creen que son invencibles y dicen sentirse bien, para que puedan regresar al juego. En estudios se ha encontrado que más de 50 por ciento de los atletas de preparatoria y 70 por ciento de los atletas universitarios no informaron de contusiones que habían sufrido mientras jugaban futbol.
Pero, en primer lugar, vale la pena notar que casi ningún deporte está exento del peligro de una contusión, y que participar en deportes tiene “beneficios cognitivos, físicos, emocionales y sociales que superan todo”, dijo Steven P. Broglio, el director del Laboratorio de Investigación sobre Neurotrauma en la Universidad de Michigan y la principal autora de la posición declarada de la Asociación Nacional de Entrenadores Atléticos sobre la mejor forma de manejar las conmociones entre atletas jóvenes.
Durante demasiado tiempo, se ha restado importancia a las contusiones, con jóvenes que las han sufrido regresando con frecuencia al juego mucho antes de lo que deberían, a veces el mismo día que se lesionan. Los expertos dicen que incluso el lenguaje empleado para describir un golpe – como “ding” o “le tocaron la campana” – resta seriedad a la lesión y debería abandonarse.
Quizá las contusiones impondrían mayor respeto si fueran llamadas por su nombre correcto en términos médicos: lesiones traumáticas leves del cerebro. Una contusión es causada por un golpe directo o indirecto a la cabeza. El cerebro es empujado contra un cráneo que no cede, interrumpiendo temporalmente funciones neurológicas y metabólicas.
Contrariamente a la creencia popular, no se tiene que perder la conciencia para haber sufrido una contusión. Noventa por ciento de las contusiones no tienen nada que ver con pérdida de conciencia o solo una breve interrupción del estado de alerta de la mente. Ni siquiera hace falta golpearse la cabeza; una lesión de latigazo cervical puede causarla.
Lo que es más, la evaluación usual de cinco minutos practicada en las laterales para revisar la capacidad de un atleta lesionado para orientarse, recordar, concentrarse y recordar palabras “pasa por alto alrededor de 40 por ciento de las conmociones”, dijo Broglio en una entrevista. “Una sola prueba no es diagnóstico y no se debería confiar en ello. Múltiples pruebas diferentes, tomadas en conjunto, pueden incrementar la sensibilidad a cerca de 95 por ciento o más”.
Sin embargo, el tiempo asignado a evaluar a un atleta lesionado en las líneas laterales a menudo es insuficiente para determinar si es seguro que el jugador regrese, notó Broglio. Uno de los efectos más peligrosos de no lograr detectar la contusión y permitir un tiempo para que un joven atleta se recupere es el síndrome de segundo impacto – rápida y catastrófica inflamación del cerebro que puede causar discapacidades de por vida, coma e incluso la muerte –, si el atleta sufriera otra contusión.
Un número creciente de padres de familia ahora sopesan los riesgos cuando ayudan a sus hijos a decidir en cuál deporte entrenarán. El Instituto de Medicina y el Consejo de Investigación Nacional de la Academia Nacional de Ciencias informaron en 2012 que los tacles de futbol americano eran los que sufrían la mayoría de las conmociones entre atletas de preparatoria, con 11.2 reportadas entre 10,000 “exposiciones atléticas”; esto es, el número de prácticas y juegos en los que participa un atleta. El lacrosse fue el siguiente más riesgoso, con 6.9 contusiones por cada 10,000 exposiciones atléticas, aunque un estudio reciente arrojó que el hockey de hielo y la lucha eran más peligrosos que el lacrosse.
Entre las jóvenes, el fútbol es asociado con el mayor riesgo: 6.7 contusiones por cada 10,000 exposiciones atléticas, con base en el estudio de la academia. Si bien muchos se concentran en los peligros de cabecear el balón, un nuevo estudio de jugadores preparatorianos de fútbol arrojó que el contacto con otro jugador era por mucho la causa más frecuente de contusiones entre jugadores tanto varones como del sexo femenino.
Los autores del estudio, de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Colorado, pronosticaron que “es improbable que prohibir los cabezazos elimine el contacto entre atletas o la lesiones resultantes”. Notaron que el fútbol se había vuelto un deporte mucho más físico en los últimos años, dando como resultado más colisiones entre jugadores.
El baloncesto femenil no se queda muy atrás, con 5.6 contusiones por 10,000 exposiciones, índice dos veces mayor que el de baloncesto varonil.
La gimnasia ha registrado un marcado aumento en las conmociones en años recientes. Como destacó la organización de gimnasia de Estados Unidos el año pasado: “una contusión puede ser causada por un golpe al cuerpo, no solo la cabeza”.
En una declaración, agregó: “Un gimnasta pudiera caer, tener un movimiento similar al latigazo cervical y sufrir una contusión aun cuando no se hubieran golpeado la cabeza”.
La tasa de contusiones más baja se asocia con la natación, con apenas 0.2 lesiones de ese tipo por cada 10,000 exposiciones entre niñas y 0.1 entre niños que nadan competitivamente, con base en un estudio de 2012 en la Revista Estadounidense de Medicina Deportiva.
Cada atleta, padre y entrenador debería familiarizarse con las señales y síntomas de la contusión, algunos de los cuales pudieran aparecer horas o días después de la lesión. El informe de los entrenadores atléticos incluye estos:
- Dificultad para pensar con claridad, concentrarse o recordar nueva información.
- Jaqueca, visión borrosa, mareo o vómito, vértigo o problemas de equilibrio o sensibilidad al ruido o la luz.
- Irritabilidad, altibajos de humor, tristeza o nerviosismo.
- Somnolencia excesiva o dificultad para conciliar el sueño o permanecer dormido.
Cualquiera de estos síntomas debería ser informado sin demora a un entrenador, entrenador atlético, padre de familia o enfermera escolar. En particular, genera inquietud un síntoma que empeora con el tiempo.
La totalidad de los 50 estados de la Unión Americana y el Distrito de Columbia tienen leyes para proteger a jóvenes atletas de quienes se sospeche que sufrieron una lesión de la cabeza. Lo que reviste mayor importancia es que la leyes estipulan que nadie con siquiera una ligera contusión debería regresar a jugar el día de la lesión. El atleta debería ser evaluado y dado de alta por un proveedor de cuidado de salud capacitado para hacerlo antes de regresar.

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