Jack Healy / New York Times News Service
2015-08-03
Denver— Ayer lunes, un jurado de Colorado dio un paso considerable hacia dar a James E. Holmes la sentencia de muerte por la masacre que llevó a cabo en un cine en julio de 2012, rechazando los argumentos de la defensa en relación a que su enfermedad mental debería dejar fuera de consideración la pena de muerte como un posible castigo.
El jurado decidió que la evidencia sobre los delirios y la grave enfermedad mental de Holmes, además del emotivo testimonio de sus padres, no superan el horror y el sufrimiento que desató en el Theater 9 en Aurora, Colorado, donde mató a 12 personas e hirió a otras 70.
El jurado, conformado por nueve personas y tres hombres, el mes pasado halló culpable a Holmes de más de 160 cargos de asesinato e intento de asesinato, veredictos que produjeron un avance en los procedimientos rumbo a una fase de castigo. Los miembros del jurado pasaron alrededor de dos horas deliberando el lunes antes de llegar a su decisión, rechazando –al menos por ahora– la posibilidad de sentenciar a Holmes a cadena perpetua sin la posibilidad de recibir libertad condicional.
El jurado estuvo considerando si la presentación que hizo la defensa sobre la enfermedad mental de Holmes, su falta de antecedentes penales antes del tiroteo y el testimonio de sus amigos y familiares, lo cual se conoce como evidencia mitigante, compensaba los factores que hicieron al tiroteo masivo particularmente cruel, y por lo tanto un crimen posiblemente castigable con la pena de muerte.
Los fiscales, quienes hicieron énfasis en las pérdidas humanas y la crueldad indiscriminada del hecho de abrir fuego contra una multitud de espectadores, sostuvieron que Holmes debía unirse a los otros tres hombres que se encuentran en el pabellón de la muerte de Colorado. Abogados de defensa comentaron que no fue el odio o un deseo de notoriedad lo que llevó a Holmes a planear y llevar a cabo la masacre, sino una forma de esquizofrenia profunda que le hizo creer que matar a personas de alguna manera harían aumentar su “capital humano”.
Dos psiquiatras asignados por el tribunal para examinar a Holmes –y quienes testificaron por los fiscales durante la fase de culpabilidad del proceso– concluyeron que tenía una enfermedad mental pero que aún era capaz de saber que sus actos eran incorrectos cuando entró fuertemente armado a la proyección de una película de “Batman”, justo antes de la medianoche el 20 de julio de 2012, y empezó a disparar contra la multitud.
No obstante, los médicos comentaron que era probable que el tiroteo nunca se hubiera efectuado a no ser por la enfermedad mental de Holmes. La defensa se apegó a ese punto al tratar de evitar la pena de muerte para Holmes. Pero no fue suficiente para el jurado.