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Retoma FBI métodos de acción posteriores al 9/11

Matt Apuzzo y Michael S. Schmidt / New York Times News Service

2015-07-27

Washington— Inmediatamente después del ataque terrorista del 11 de Septiembre de 2001, funcionarios del Departamento de Justicia, preocupados por la inminencia de otro ataque, rápidamente arrestaron a muchas personas, algunas sobre las cuales sólo se tenían sospechas remotas de tener vínculos con el terrorismo.
Muchas sospechas demostraron no tener fundamento. Algunos casos se colapsaron. Y esa frenética respuesta pronto dio lugar a un enfoque más paciente que alentó a los agentes del FBI a observar a los sospechosos durante todo el tiempo que fuera posible antes de hacer los arrestos para poder obtener información valiosa acerca de las redes de al-Qaeda.
Ahora que hacen frente a los esfuerzos que está haciendo el Estado Islámico para inspirar a los estadounidenses para que cometan actos violentos, las autoridades cambiaron nuevamente su estrategia.
En los últimos meses, el FBI ha aprehendido a personas sospechosas de ser simpatizantes del Estado Islámico inmediatamente después de estar bajo el radar del gobierno. El FBI ha arrestado y acusado a por lo menos 25 personas en los últimos tres meses por tener vínculos con el Estado Islámico u otros grupos terroristas, comparado con 20 personas aprehendidas durante el año anterior, de acuerdo con documentos legales.
Oficiales de contra-terrorismo de Estados Unidos también se encuentran preocupados por la amenaza del Estado Islámico, por lo que, en el mes de junio, el FBI mantuvo a muchas personas bajo vigilancia en investigaciones relacionadas con el terrorismo, los supervisores reasignaron a grupos especializados en criminales para que monitorearan a los sospechosos de terrorismo, de acuerdo con oficiales del FBI.
“Es como en las caricaturas antiguas en las que había un cartucho de dinamita con un detonador largo, excepto que ahora el detonador es más corto –el estallido es mucho más rápido”, comentó John P. Carlin, asistente del procurador general de seguridad nacional, durante una entrevista.
Sin embargo, los críticos aseguran que regresar a una estrategia de movilización más rápida incrementa la posibilidad de que, en la prisa por hacer los arrestos, el gobierno ponga en riesgo los casos criminales y no tenga la oportunidad de recabar inteligencia. Thomas A. Durkin, abogado de la defensa de Chicago, que ha representado a clientes acusados de apoyar a al-Qaeda y al Estado Islámico, comentó que los nuevos casos son muy apresurados y no tan sólidos.
“Todo es cuestión de delegar responsabilidades”, dijo Durkin. “Parecen decir: ‘¿Quieres hacerte responsable de permitir que este muchacho se vaya a casa? Yo no’”.
Oficiales del Departamento de Justicia y el FBI defendieron esa práctica, argumentando que su misión principal es impedir la violencia. Aunque reconocieron que el Estado Islámico –una organización terrorista radical sunita que opera básicamente en Siria e Irak– no ha mostrado ninguna habilidad para realizar ataques significativos dentro de Estados Unidos.
Sin embargo, aseguran que en repetidas ocasiones sus simpatizantes han manifestado su voluntad de llevar a cabo ataques a pequeña escala, tales como acuchillamientos y tiroteos que requieren poca planeación. Debido a que sus redes son mucho menos complejas que las usadas por al-Qaeda, los oficiales no creen no estar obteniendo información importante. “En algunas ocasiones, la gente dice: ‘¿Por qué están investigando a esas personas?’”, comentó James B. Comey, director del FBI, durante una conferencia de prensa. “Bueno, primero estamos interviniendo para tratar de deshacer los complots, pero también estamos haciendo frente a personas altamente impredecibles”.

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