Nacional

La caravana migrante es el primer gran reto internacional de López Obrador

The New York Times

2018-11-26

Ciudad de México— El presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, ha construido su carrera política entera sobre la defensa de los pobres.
Ahora, a unos días de que asuma el poder, el presidente estadounidense, Donald Trump, pone a prueba la firmeza con la que cumplirá con las expectativas.
Miles de migrantes centroamericanos se han aglomerado a lo largo de la frontera entre México y Estados Unidos, y miles más vienen en camino. Agentes de la Patrulla Fronteriza estadounidense les lanzaron gas lacrimógeno el 25 de noviembre para evitar que cientos de ellos llegaran a la frontera.
Trump desea mantener a los migrantes en territorio mexicano mientras solicitan asilo en Estados Unidos, un proceso que podría obligarlos a vivir hacinados en refugios austeros y abarrotados durante meses, posiblemente incluso años. Funcionarios mexicanos afirman que la demanda en exceso de recursos ya está causando una emergencia humanitaria, lo que genera una crisis política para López Obrador incluso antes de que tome posesión.
“México debe regresar a sus países a los migrantes que ondean la bandera, muchos de los cuales son criminales de sangre fría”, escribió Trump en su cuenta de Twitter el 26 de noviembre. “Háganlo por avión, por autobús, háganlo como quieran, pero no ingresarán a Estados Unidos. Cerraremos la frontera de manera permanente si es necesario. Congreso, ¡den los recursos para el MURO!”.
Después de más de quince años de campaña como un hombre de izquierda, López Obrador debe decidir rápidamente: ¿defenderá a los pobres, los necesitados y los vulnerables al enfrentarse a Trump? ¿O cederá ante las exigencias de Trump y el imperativo económico de tener buenas relaciones con Estados Unidos?
“El gobierno mexicano está en un callejón sin salida”, dijo Raúl Benítez Manaut, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). “López Obrador enfrenta un bautizo de fuego, y un dilema de si debe mantener sus promesas de políticas humanitarias, o detener a las masas de migrantes que intentan llegar a Estados Unidos”.
Miembros del próximo gobierno mexicano, que tomará posesión el 1 de diciembre, consideró la situación como alarmante. Los principales secretarios del gabinete habían estado preparándose para discutir el domingo sobre qué acciones tomar, cuando su agenda fue secuestrada por la gresca en la frontera.
Repentinamente, los secretarios entrantes vieron videos de cientos de migrantes, incluidos niños pequeños, corriendo hacia los accesos de la frontera y recibir el gas lacrimógeno lanzado por agentes fronterizos estadounidenses.
López Obrador, que ha prometido trabajos y visas a migrantes que viajen hacia el norte, ahora tiene que ajustar sus enormes promesas de campaña con algunas molestas realidades internacionales mientras el mundo entero observa.
La pregunta es: ¿cuál versión de López Obrador se enfrentará a Trump?
Impredecible. Temperamental. Amado por sus simpatizantes y odiado por sus detractores.
El presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, tiene que ajustar sus promesas de campaña con algunas realidades internacionales complejas. Credit Rodrigo Arangua/Agence France-Presse — Getty Images
López Obrador, conocido por sus iniciales AMLO, ha sido comparado más de una vez con Trump.
Además, como es a menudo el caso con el presidente estadounidense, incluso sus asistentes más cercanos afirman que no están seguros sobre cuál López Obrador emergerá: el líder envejecido que predica amor y moralidad, el agitador de izquierda que espeta contra sus opositores, el pragmático que busca un trato de desarrollo más amplio para la región o el impetuoso político que parece improvisar conforme avanza.
Por ahora, el próximo gobierno es cuidadoso de no ponerse a sí mismo en una posición que lo deje arrinconado, al recordar que todavía no asume el poder.
“Tenemos poco margen en este momento porque no tenemos nuestra propia operación”, dijo Marcelo Ebrard, el secretario de Relaciones Exteriores entrante. “En este momento, solo somos espectadores”.
El altercado en la frontera resaltó la fragilidad de la situación. A medida que se reúnen más migrantes centroamericanos —se espera que lleguen hasta diez mil a Tijuana en las próximas semanas—, la urgencia de manejar el caos crece cada día.
Altos funcionarios en el próximo gobierno de López Obrador temen que las imágenes de los migrantes tratando de ingresar a la fuerza a Estados Unidos incrementará el sentimiento antiinmigrante que Trump ha canalizado de manera tan efectiva en Estados Unidos. Eso podría dificultar aun más llegar a un acuerdo que involucre un compromiso.
López Obrador ha prometido un trato humano a los migrantes que atraviesen o se queden en México; no queda claro qué obtendrá su país por albergar a decenas de miles de migrantes mientras esperan las decisiones sobre el asilo de parte de cortes estadounidenses atrasadas en casos.
El equipo de López Obrador está muy consciente de que México ha exigido trato humano para sus propios migrantes en Estados Unidos.
No obstante, funcionarios locales en Tijuana advirtieron el pasado fin de semana que no pueden asumir el costo de los migrantes y culparon al gobierno federal de Enrique Peña Nieto por no brindar recursos para abrir otro albergue para manejar el hacinamiento.
Por el momento, la ciudad está llenando con migrantes un centro deportivo que ya luce como un campamento de refugiados saturado; la frustración de muchos mexicanos está creciendo por la presencia de los migrantes, al igual que la preocupación de que priven a ciudadanos mexicanos de empleos, recursos y atención gubernamental.
“Me he sentido tan desesperada”, dijo Marta Alicia Martínez Padilla, de 26 años, una migrante guatemalteca que agregó que su familia había vendido su tienda de campaña para comprar suministros básicos como alimentos y papel higiénico. “No tengo idea de qué hacer”.
Desde su elección, López Obrador ha fijado un curso que tiene el objetivo de mantener una buena relación con Trump, que ha convertido al comercio y a la migración en los puntos focales de la compleja relación entre ambos países.
Agentes de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos en la valla cerca de Tijuana el domingo Credit Hannah Mckay/Reuters
López Obrador asumirá el cargo el sábado con una agenda nacional ambiciosa, dirigida a combatir la desigualdad arraigada en México y fomentar el desarrollo en la empobrecida región sur del país. Lo último que podría desear sería un conflicto con Trump que podría sacudir al mercado mexicano.
Eso ayuda a explicar por qué, a pesar de sus añejas reservas sobre el libre comercio, López Obrador firmó un tratado comercial revisado que el actual presidente, Enrique Peña Nieto, negoció con el gobierno de Donald Trump, con la esperanza de retirar un conflicto central en el enfoque de Trump sobre México.
López Obrador también buscó una manera de calmar a Trump sobre la migración, un tema que el presidente estadounidense ha hecho central para atraer a sus simpatizantes. En una carta a Trump unas semanas después de que asumió la presidencia de Estados Unidos, López Obrador explicó un plan para combatir la migración desde sus raíces —a través del desarrollo de la región sur de México y en la frontera con Estados Unidos—, así como en Centroamérica.
México estaba preparado para destinar dinero al esfuerzo, escribó López Obrador, y si Estados Unidos se asocia con México y la nación centroamericana, “podríamos reunir una cantidad considerable de recursos para desarrollar la región”.
Su meta, escribió él, era que las personas pudieran encontrar trabajos en casa para que la migración fuera una opción, no una necesidad.
Fue una propuesta ambiciosa para un presidente que se ha enfocado en el cumplimiento como la herramienta para limitar la migración hacia Estados Unidos. Pero los sucesos en Centroamérica dieron un giro que impulsaron el tema de la migración.
En octubre, migrantes que dejaron Honduras formaron una caravana hacia Estados Unidos, al encontrar seguridad en viajar en grupo para evitar los peligros del viaje a través de México, en donde son presas de pandillas.
López Obrador tomó un enfoque generoso. Habría oportunidades para migrantes en su programa de desarrollo en el sur de México, dijo, y su secretaria de Gobernación entrante, Olga Sánchez Cordero, habló sobre conceder un millón de visas de trabajo a centroamericanos.
No obstante, el pasado fin de semana probó ser un caso de estudio sobre el problema que se gesta en la frontera.
Se filtraron informes de que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador estaba en conversaciones para albergar a todos los migrantes que solicitan asilo en Estados Unidos dentro de las fronteras de México. Tan pronto como surgió la idea, funcionarios del gabinete entrante insistieron en que ninguna decisión había sido tomada.
“Es una situación complicada, pero AMLO también ha tenido la oportunidad de aprovechar esta crisis y este gran momento”, dijo Claudia Masferrer, una experta en migración en el Colegio de México.
“A corto plazo, tiene que lidiar con los migrantes que llegan a la frontera y la tensión en Tijuana”, agregó, al destacar la creciente ira contra los migrantes dentro de México. “Aunque AMLO tiene un índice de aprobación alto, esto creará una fuerte oposición contra él”.
Primero, López Obrador necesita “intentar calmar a las personas el 1 de diciembre”, cuando asuma la presidencia, dijo, “porque las cosas están muy calientes en este momento”.

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