Reforma
2018-08-08
Ciudad de México— Ernesto "El Chango" García Cabral (1890-1968) dibujaba sobre la tierra con el dedo índice, "encabralado" porque las mujeres, con el roce de sus faldones, borraban sus obras. Tenía 4 años. A los 78 aún marcaba líneas cuando su corazón se detuvo, pero esta vez ni las enaguas de la muerte dispersaron sus trazos.
"Acababa de terminar (sus cartones para el Novedades). De su mesa de trabajo, de su restirador, pasó a su chaise longue para morirse de una embolia. Estaba adelantando trabajos para poder irse a Nueva York. Cuando le dijo a mi mamá que ya había terminado, ocurrió", relata Ernesto G. Cabral Sans, hijo del caricaturista fallecido hace 50 años, efeméride que conmemora la Biblioteca Nacional de México (BNM) con una muestra y un coloquio alusivos.
"El mejor espacio para rendirle un homenaje es aquel donde están los materiales que contienen sus testimonios", dice el curador Javier Ruiz, en referencia a la BNM y a la Hemeroteca Nacional, que resguarda la mayoría de las publicaciones en las que García Cabral colaboró, entre ellas Multicolor, La Risa, Arlequín, Fantoche y Frivolidades.
Del "buceo en el océano hemerográfico", dice Ruiz, proviene buena parte de las piezas expuestas; otras proceden de la BNM, que aportó los carteles cinematográficos de la época de oro del cine mexicano con ilustraciones de "El Chango" para películas como El rey del barrio, de Germán Valdés "Tin Tan".
Las 26 piezas reunidas en la exhibición y el encuentro con especialistas y estudiosos de la obra de García Cabral -este miércoles y jueves- revelarán el portento artístico del joven veracruzano que salió de su natal Huatusco, Veracruz, en mula, y llegó a la Ciudad de México a los 17 años para estudiar en la Academia de San Carlos.
Lo mismo dibujó en paredes que en servilletas, manteles o brasieres: aspiraba a convertirse en gran pintor, como Tiziano o Rafael. Su arte, sin embargo, no fue para las galerías, sino para las mayorías, señalan Ruiz y G. Cabral Sans.
"Decía que el mono o el 'muñeco' le dio de comer, le solucionó la vida; la necesidad lo hizo cartonista. Se trata de que descubran (en la exposición) el enorme dibujante que era, el tremendo artista y la inmensa diversidad de estilos, técnicas y colores que manejó, así como la impecable composición... Estaba considerado por (los muralistas) Diego Rivera y José Clemente Orozco como el mejor dibujante de todos ellos", destaca el hijo del caricaturista.
Ruiz define al dibujante como un sociólogo que observaba las actitudes de la población para trasladarlas a cartones que complementaba armónicamente con textos.
El borracho, el ladrón, el policía, el ama de casa, el torero, el boxeador, las mujeres futbolistas o las toreras son parte de los personajes populares que retrató con humor fino.
La denuncia, en el caso de "El Chango" -como le decían por su agilidad física, según refiere una de las versiones sobre su apodo- no se reducía al cartón político, aclara Ruiz.
"Hacía una crítica demoledora, porque hablaba de la inseguridad pública, de la corrupción, de la marginación, de la pobreza... los contenidos son fuertes para ese momento y para el gobernante en turno, pero era un humor muy fino, y en eso se diferenciaba de otras caricaturas", añade el especialista.
"Soltaba la neta en cada cartón, la crítica social, los errores humanos", complementa García Sans.
Tan conocedor de la idiosincrasia nacional fue, que los trajes o vestidos que diseñó para las portadas de Revista de Revistas, de Excélsior -para el que trabajó de 1918 a 1936-, estaban a las dos o tres semanas en los aparadores de moda capitalinos, cuentan.
Su trayectoria de seis décadas dedicado a los rotativos no mermó su vena artística, por el contrario, la estimuló y diversificó, advierten los entrevistados.
"Manejaba los colores de una forma impresionante, esos colores que le dan fuerza y vitalidad al dibujo; conocía bien el óleo, la acuarela, el retrato, el grabado, el art déco, las líneas japonesas, la historieta. Es un híbrido riquísimo", apunta Ruiz sobre la obra de "El Chango" declarada Memoria del Mundo por la UNESCO.
En el tránsito de una publicación a otra mudaba de estilo, de técnica y hasta de nombre.
"Tenemos registradas como 15 firmas diferentes y un montón de alias. Cabral cuando, por periodista, tenía que darle un palo a alguien que era su amigo, no firmaba Cabral, sino Juárez, por ejemplo", recuerda su hijo.
El genio plástico de "El Chango" abrevó de una jocosidad que hizo también legendaria su personalidad, puntualiza Cabral Sans.
"Le gustaba la vida, estar con sus cuates, ir al night club, bailar tango, cantar, bromear...
"Era un ser humano que tenía un alma universal cocinada a la veracruzana con sazón huatusqueño".