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Marcó tragedia a bomberos juarenses

Abril Salgado/
El Diario de Juárez

2018-09-20

Ciudad Juárez— A 33 años de la tragedia que marcó sus vidas, En la Estación Central de Bomberos David García Rodríguez y Gabriel Rodríguez Leos hojeaban ayer los libros de fotografías de aquella experiencia, cuando acudieron al Distrito Federal en auxilio de las víctimas del sismo.
“El olor de los muertos vivía con nosotros”, exclaman.
El 19 de septiembre de 1985 es una fecha que estos dos bomberos no olvidarán nunca, y cada aniversario reviven momentos aún con tristeza.
Ellos, junto con otros compañeros juarenses se enlistaron voluntariamente.
El reloj marcaba las 12:00 horas del 21 de septiembre, 14 nombres aparecían en una lista en la que también se indicaba su salida al epicentro de la tragedia.
Observan las imágenes y coinciden en que no son nada comparadas con la experiencia de vivir la penuria humana en carne propia durante un mes y medio. Luego de ese tiempo, la esperanza de hallar más gente con vida se perdió y dio paso a la tarea de recuperar cadáveres.
Para llegar, narran que viajaron por tres días a bordo de una unidad de rescate y la máquina extinguidora 14 modelo 1981 que se averió.

‘Fue como si hubiera sido una guerra’
“Al llegar allá estuvimos en varias zonas, Gabriel era el encargado de mandarnos a las ubicaciones. A nosotros nos tocó en el Hotel Regis, donde sacamos a una delegación de la aduana de Juárez que andaba ahí, pero ya todos estaban muertos, creo que eran como 12”, relató David García, jubilado hace 23 años.
García hoy tiene 73 años, sólo regresó a la Estación para recordar, entre tazas de café y pan, junto a su compadre, actual capitán II de la corporación, ese 19 de septiembre que fue un golpe con la realidad de México y no sólo los regresó más flacos, les dio un nuevo lema de vida “siempre listos”.
“También fuimos a una clínica donde había cuneros y sacamos a varios niños con sus mamás, unos vivos y otros muertos, pero donde estuvimos nos dijeron que una mamá, como no la sacaban desde hace 4 ó 5 días, se cortó las venas y le dio sangre a su hijo para alimentarlo. No estamos seguros pero ahí nos contaron eso los enfermeros”, dijo.
Recordó haber extraído de la plaza Garibaldi a varios mariachis con sus instrumentos, y también señaló que estuvieron presentes en el edificio Súper Leche, que fue uno de los 450 inmuebles que se derrumbaron.
“Nos asignaron una ‘mano de chango’, observando que no fueran cadáveres en los escombros, si veíamos algo, inmediatamente le decíamos al maquinista que se detuviera para sacar lo que hubiera”, dijo García, y apuntó a las fotografías de un álbum en el que todo está conservado.
Rodríguez mencionó que al llegar, se compraron una pequeña “camarita” marca Kodak, para tener la evidencia del trabajo. Fueron asignados a la central de Bomberos en el municipio de Azcapotzalco, donde recuerdan que el descanso era nulo, se bañaban a jicarazos y comían por la bondad de las personas que llevaban alimentos a los voluntarios.
“Oficialmente fueron 10 mil muertos, pero nosotros que anduvimos allá, vimos que fueron mucho más, calculamos nosotros más de 60 mil muertos”, expresó.
Ambos explicaron que el avance entre la tragedia se dio gracias a la embajada estadounidense, al apoyo de Japón, de Francia y de otras partes, ya que México se encontraba muy atrasado en materia de prevención.
“Era como si hubiera sido una guerra. ¿Muertos? Vimos cientos, muchos estaban ya agusanados, lo que hacíamos era que sacábamos a las víctimas que ya tenían color verde.
“Había una fila muy grande afuera y se conocían por los aretes a las mujeres, porque ya estaban en estado de descomposición, anillos o por la ropa, le poníamos el nombre, echábamos cal, y los metíamos en bolsas que mandó Estados Unidos”, relató Rodríguez.
“Conforme pasaban los días las solicitudes de auxilio se iban apagando, la gente se iba muriendo, la gente murió ahí, comidos por las ratas muchos de ellos”, mencionó. (Abril Salgado / El Diario)

asalgado@redaccion.diario.com.mx

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