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Truncan estudios por falta de dinero

Abril Salgado/
El Diario de Juárez

2018-09-06

Ciudad Juárez— Pasa la 1:00 de la tarde, los rayos del sol son intensos cuando Licha Mota Fernández camina un largo terreno baldío en compañía de su hija Mariela, para ahorrar el gasto de un plato de comida que se les regala en el comedor de la zona donde se encuentra con sus tres hijos menores.
En una pequeña vivienda de tres cuartos hechos de block y madera, vive con su esposo y sus cuatro hijos, de los cuales sólo Erick, de 11 años, continúa su formación académica en quinto de primaria, grado que inició hace cuatro días porque por falta de dinero no había podido pagar su inscripción.
“Casi no la libra”, menciona su madre, pero la tía (su hermana) le pagó los 300 pesos de su colegiatura para que pudiera continuar estudiando, aunque muy seguido se desmotiva porque les piden dinero extra para materiales y él sabe que no podrá llevarlo como otros niños, entonces dice “ya no quiero ir a la escuela”.
Otro de los hijos, Gilberto, de 16 años, narra que a inicios del año terminó su tercer grado de secundaria, obtuvo su certificado pero no pudo continuar con la preparatoria, pues aunque tiene el sueño de llegar a ser médico veterinario, tuvo que dejarlo para acompañar a su papá a “la obra”, donde acarreaba arena y aprendió a batir la mezcla.

Anhela menor con poder estudiar la preparatoria
Mientras miles de adolescentes acuden a la escuela todos los días, él permanece en su casa ayudando a su madre con las labores domésticas hasta que llega la tarde para ir al comedor y acompañar al pequeño Erick a la primaria, entonces regresa a su casa y sale con sus amigos a jugar futbol.
“También fue porque dijo mi papá que a lo mejor una preparatoria era cara, y luego le dije que mejor así, y dijo que podía hacer prepa abierta si llegaba a trabajar en una maquila”, expresó Gilberto.
Relató que algunos de sus compañeros cuando lo ven, le han preguntado ¿por qué ya no siguió con la escuela?, y lo único que responde es que ya no quiso estudiar, “nomás les digo eso pero sí me hubiera gustado seguir”, dijo.
Mota, a sus 45 años de edad, expuso que desde hace 20 años ella vive en Ciudad Juárez, se mudó de Gómez Palacio, Durango por problemas con su pareja, y en este tiempo recuerda ocasiones en las que han tenido que dejar de comer por días por la falta de solvencia económica, no sólo ella y su esposo Marcos, sino también sus hijos, Mariela de 20, Gil de 16, Marcos de 15 y Erick de 11.
“Yo la verdad sí pediría apoyo para ellos (sus hijos), para que continúen su escuela, porque a veces nos la vemos bien difícil y nomás mi esposo trabaja, antes en la obra pero hace poco ya se metió a una maquiladora, pero estamos pagando un terreno que nos fió una persona y estamos bien atrasados, la casa que tenemos es prestada”, dijo Licha Mota.
Tres pequeñas camas están en un cuarto con el techo de madera, todos deben compartir el espacio de la casa que consta de una recámara, una cocina chica y un baño.
Por las mañanas se lava la ropa en un talladero de piedra y en el exterior, algunos gallos y gallinas son su quehacer para entretenerse a diario, mientras piensan lo mucho que les gustaría regresar a un salón de clases. 

asalgado@redaccion.diario.com.mx

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